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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
Jordi Freixanet lanzando la canasta del ascenso el 10 de mayo de 1992. :: Múñez
El retrato de la felicidad

El retrato de la felicidad

La afición del Cáceres ha pagado entradas con sangre para ascender

J. R. Alonso de la Torre

Viernes, 24 de abril 2015, 08:08

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Una de las razones por las que me hace especial ilusión escribir en el HOY es la foto que acompaña este artículo. Es una foto histórica y es un tesoro. Se trata del único retrato que existe de un instante maravilloso para mí y para miles de cacereños. Y lo tiene el HOY. Fija para siempre un momento mágico que desencadenó la felicidad. Aún hoy, muchos vemos esa foto y revivimos aquel 10 de mayo de 1992 en que fuimos dichosos.

En la foto-tesoro, un jugador llamado Jordi Freixanet se eleva en suspensión y, con depurada técnica, lanza a canasta. En el retrato del mítico fotógrafo Múñez, destacan la mano suelta del ala pívot del Cáceres C. B. y el balón en el aire. ¿Qué sucedió con esa pelota? En Cáceres, no hay quien ignore que entró en la canasta a tres segundos de que acabara el partido contra el Prohaci Mallorca y que el enceste supuso la victoria del Cáceres 80-79 y el ascenso a la ACB.

Si aquello fue histórico, imborrable y emocionante fue por lo mucho que costó. Entrar en la bombonera de la Ciudad Deportiva era complicado porque solo había sitio para 2.500 personas (acomodadas de una manera que hoy sería ilegal) y se hubieran necesitado 6.000 asientos.

Para conseguir entradas, hacíamos colas de varias horas y para acceder al pabellón y coger buen sitio, llegábamos 90 minutos antes como poco. Así un partido tras otro, durante una primavera de play-offs inolvidables porque detrás de la mano y de la pelota de la fotografía estaba el aliento agotado de miles de aficionados que habían dedicado muchas horas y muchas emociones al empeño del ascenso.

22 años y 350 días después de aquella foto, Extremadura se dispone a vivir otro ascenso sufrido. Cáceres se la juega mañana en una final emocionante: si gana, ascenderá a la LEB Oro, segunda división del baloncesto español. Pero lo importante, más que el ascenso, es que de nuevo se puede conseguir con el esfuerzo de la afición, es decir, será un empeño colectivo, algo que no sucedía desde 1992. Porque desde entonces, el Cáceres de baloncesto ha ascendido varias veces de división, pero ha sido en los despachos, comprando la plaza. Y no es lo mismo.

El ascenso con sudor y lágrimas del 92 provocó que la afición firmara un compromiso con el equipo que se tradujo en llenos absolutos durante sus temporadas en la ACB. Fue un proceso parecido a los más recientes del Mérida o del Badajoz de fútbol. Después, los ascensos comprando plaza emocionaron menos y ha faltado pasión e implicación hasta esta temporada.

Si mañana se asciende o si se consigue en los play-offs posteriores, se repetirá la historia de 1992, pero esta vez, además de sudor y lágrimas, habrá costado, literalmente, sangre: los aficionados han conseguido entradas para los últimos partidos de la temporada a cambio de donar su sangre. Y cuando das sangre para ver a tu equipo ya todo es posible.

Los ejemplos de Mérida y Badajoz en fútbol y Cáceres en baloncesto (también en el fútbol en el último partido del Cacereño) marcan una estela a seguir para recuperar el valor del deporte como símbolo identificador y ejemplar. Mañana, en el Multiusos de Cáceres, los aficionados, que llevan varias semanas llevando al equipo en volandas a base de donar sangre o alimentos, y el Equipo, con mayúsculas y sin figuras (en el último partido, siete jugadores marcaron entre 8 y 11 puntos y otros siete cogieron entre 3 y 5 rebotes) volverán a protagonizar fotografías tan emocionantes como la de Freixanet. En 1992, solo hizo clic la máquina de Múñez. En 2015, habrá cientos de móviles retratando la felicidad.

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