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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Bolsa fadista en un escaparate de Guimarães. :: E.R.
A llorar, a Badajoz

A llorar, a Badajoz

El Badasom se ha convertido en el festival más fadista de la Península

J. R. Alonso de la Torre

Jueves, 26 de marzo 2015, 08:17

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El fado es como un juego que Dios inventó inspirado, canta Mariza. Yo creo que ese día, más que inspirado, Dios estaba triste, muy triste y se le ocurrió ese canto en el que ocurren cosas tales como que una mujer quiera morirse para que así su amado imposible vierta una lágrima por ella.

Estuviera inspirado o estuviera triste, incluso, estuviera Dios, yo agradezco a quien lo inventara la ocurrencia del fado. Soy fadista, lo confieso. Un fadista sentimental y epidérmico, quizás algo superficial. Otros siguen a los Rolling o a Metallica, yo sigo a las cantantes de fados. A ellas. Solo me interesan ellas. El fado cantado por hombres, quizás más ácido, tremendo y profundo, no me mueve. Pero Dulce Pontes, Carminho, Ana Moura, Cuca Roseta, Mariza, Cristina Branco o Linda Leonardo pueden conseguir que cometa barbaridades como la de este fin de semana, que me he hecho 1.200 kilómetros para ir a escuchar a Mariza a Guimarães. Y todo para reafirmarme en la idea de que la capital peninsular del fado, al menos del fado como a mí me gusta, es Badajoz.

Me gusta el fado sin experimentos, el fado auténtico, sentido y melancólico, cantado con voz melodiosa, sin arriesgar ni procurar novedades. Es decir, que la fadista cante como ella sabe e hizo siempre, sin buscar lucimientos ni demostraciones de poderío. Y eso lo hacen en Badajoz y en el Badasom. Pero en Portugal les entra la manía de innovar, quieren ser fadistas de vanguardia y salgo frustrado de los conciertos.

Este verano, vi a Mariza en Badajoz y en el Badasom, y puedo asegurar que fue uno de los mejores conciertos de esta maravillosa fadista. Tuvo la parte justa de riesgo, novedad y show, pero predominó lo canónico, el fado como Dios manda, ese Dios que inventó inspirado.

El sábado pasado, en el Multiusos de Guimarães, ante 5.000 personas, aquello fue otra cosa. El concierto era el mismo que el de Badajoz: las mismas canciones, las mismas conversaciones con el público e incluso se cantó a coro lo de la 'rosa no peito', como sucedió en el auditorio Ricardo Carapeto. Pero en Guimarães, la fadista quiso ser original y sorprender, demostrar que como su voz, ninguna y aquello acabó convertido en un concierto de fados 'gritados'.

En Badajoz, las fadistas apuestan por lo clásico. Parece como si pensaran que los españoles quieren fados convencionales y no hay por qué sorprenderlos con variaciones. Yo creo que aciertan en Badajoz, pero se equivocan en Portugal. La mayoría de los espectadores de Guimarães querían escuchar el fado de Mariza de siempre, el que los emociona. Hubieran disfrutado más en Badajoz.

Con Ana Moura me pasó algo parecido. Fui a escucharla al Coliseu dos Recreios de Lisboa hace un par de años y también me dejó estupefacto con un par de versiones 'súper modernas de la muerte'. Este verano, Ana Moura viene al Badasom y ya verán cómo nos deleita con sus fados de siempre: auténticos, sentidos y armoniosos.

Reconozco que estas teorías de aficionado son demasiado conservadoras. Pero uno es como es y está enamorado del Badasom. De hecho, es el único festival que me interesa de verdad de cuantos se organizan en Extremadura. Este verano vienen las fadistas Cuca Roseta, Ana Moura y Dulce Pontes. Es una pena que Dulce se haya convertido en una cantante tan moderna (y tan buena). A mí me sigue gustando la fadista de raza del concierto en el Coliseu de Porto el 6 de mayo de 1995. En el fondo, lo que me mola es llorar con la 'Lágrima' de Dulce y la 'Chuvia' de Mariza. El fado es llorar. Lo demás son ganas de enredar.

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