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7 M, todos a Toledo
TRIBUNA

7 M, todos a Toledo

Todo lo que pedimos en estos nuevos tiempos es un esfuerzo de comprensión sobre lo que la Patrona de Extremadura representa para la vertebración de la sociedad extremeña. Guadalupe es nuestro principal símbolo identitario, si no el único

VICENTE SÁNCHEZ-CANO PRESIDENTE DE GUADALUPEX

Jueves, 5 de marzo 2015, 00:37

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SE cumple ahora el décimo aniversario de la iniciativa que pusiera en marcha la Casa de Extremadura en Sevilla para reivindicar la pertenencia de Guadalupe a una diócesis extremeña. Recogieron más de 2.400 firmas y se desplazaron a Toledo con la intención de entregar en mano las mismas al arzobispo de aquella diócesis. Por supuesto, el señor arzobispo no estaba disponible para recibirles. Tuvieron que dejar las firmas en la portería del arzobispado. También enviaron copia de dichas firmas a SS.SS. el Papa, sin que obtuvieran tampoco respuesta a su petición.

Con motivo de esta efeméride, otra vez, la Casa de Extremadura en Sevilla (algún día alguien debería rendir público homenaje a la excepcional labor que realiza su presidente desde hace más de veinte años) ha organizado una nueva marcha a Toledo para el próximo día 7 de marzo a las 12:00 horas que pretende reunir al mayor número posible de personas para pedir de nuevo a la alta jerarquía eclesiástica toledana que ¡GUADALUPE SEA EXTREMEÑA YA! Desde el momento que tuvimos conocimiento en Guadalupex de esta iniciativa nos sumamos a la misma por entender que uno de los principales escollos que tenemos en nuestra reivindicación es la actitud que ha mantenido y mantiene en este asunto el alto clero toledano, herencia de su pasado esplendor, al que no parecen dispuestos a renunciar, por más que hoy los tiempos y las actitudes eclesiales sean otros.

Desde nuestra creación en 2006, Guadalupex ha mantenido una línea de diálogo y negociación con todas las instancias vinculadas con este asunto, bien a través de conversaciones telefónicas, de escritos, de correos electrónicos, de reuniones, o de cualquier medio a nuestro alcance, a veces desde la discrepancia en los planteamientos, pero siempre desde el más absoluto respeto. Así hemos mantenido reuniones y conversaciones con los obispos extremeños, con el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, con la Conferencia Episcopal, con la Nunciatura, con alguna congregación religiosa, y con cuantas personas o instituciones pudieran estar involucradas en este asunto. Todos respondieron, excepto el Arzobispado de Toledo, de quien sólo tuvimos la callada por respuesta.

Todo lo que pedimos en estos nuevos tiempos es un esfuerzo de comprensión sobre lo que la Patrona de Extremadura representa para la vertebración de la sociedad extremeña. Guadalupe es nuestro principal símbolo identitario, si no el único. Y como bien escribiera en este mismo medio su antiguo director, Teresiano Rodríguez «nadie mejor que los eclesiásticos para comprender el valor de los símbolos, que tanto se prodigan en la liturgia y en los sacramentos de la Iglesia. Símbolos son el agua y la llama, el pan y el vino, el aceite y el báculo, el altar y la cruz». Todos símbolos, como esta Virgen de Guadalupe, que ya en un lejano 1907 fuera declarada canónicamente Patrona de Extremadura, y que en los tiempos actuales ha venido a convertirse en símbolo de todo aquello que Extremadura siempre deseó y nunca tuvo. Por eso es lógico que ahora quiera encontrarse a sí misma en esa realidad, sintiéndola completamente suya, no sólo en lo material sino también en lo espiritual, no sólo en lo civil sino también en lo religioso.

Con motivo de la peregrinación que tuvo lugar en octubre de 1906 a Guadalupe (la primera gran manifestación regionalista extremeña), el alcalde y el párroco de La Puebla suscribieron conjuntamente un Bando en el que otras cosas decían: «. ya sabéis todos que el 14 de octubre es el día señalado para una romería a este Santuario. Es, pues, preciso que al despertar la aurora de ese día, despierte también Extremadura del letargo en que está sumida y empiece para ella una nueva era de gloria». Han pasado más de cien años, y en ese tiempo muchas cosas han cambiado en Extremadura. Pero en el asunto que nos ocupa, prácticamente, nos encontramos en la misma situación que cuando se publicó dicho bando.

De los territorios que dependían eclesiásticamente de Toledo a mediados del siglo XIX, casi lo único que sigue perteneciendo a dicha diócesis es precisamente nuestra Patrona, Santa María de Guadalupe: un hecho que en el sentir de muchos ofende a su dignidad como pueblo y que no se puede enmascarar bajo engañosos argumentos de una mejor atención material y pastoral, cuando esa la viene prestando desde 1906 la Comunidad Franciscana. Creemos que ya es hora de que la sociedad extremeña se movilice para reclamar lo que parece de sentido común, exigiendo la plena integración de esta parte de territorio extremeño en la Provincia Eclesiástica de Extremadura. ¡Nos vemos en Toledo! ¡El 7M todos a Toledo!

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