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Campeón mundial de franquicias

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José Antonio Gómez Rebollo despacha miles de pinchos en Cáceres y en Badajoz

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Jueves, 25 de marzo 2021, 11:43

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Hace 25 años, José Antonio Gómez Rebollo cogió sus ahorros, 30.000 pesetas, y se fue a Galicia. Había oído que allí había una franquicia muy buena llamada Zara. Llegó al polígono de Sabón, en Arteixo, y descubrió que Amancio Ortega no franquiciaba sus tiendas. Pero al lado de la fábrica de Inditex, había otra factoría textil. Se llamaba Vecino, sí funcionaba como franquicia y los convenció para abrir dos tiendas en Cáceres. Así comenzaba este extremeño su relación con el mundo de las franquicias.

Un cuarto de siglo después, en la tapería franquiciada de José Antonio en el centro comercial El Faro de Badajoz, se sirven cada semana 1.300 pinchos de tortilla con jamón ibérico o con pimientos de Padrón y alioli. El éxito de esta tapa extremeña ha sido tan espectacular que la casa central de Lizarrán, que así se llama la franquicia, la ha llevado a su departamento de I+D y ahora es pincho en todas las taperías de la marca.

A lo largo de los años, José Antonio ha inaugurado en régimen de franquicia un Pans & Company y un Pastafiore (ambas de la cadena catalana Eatout) en Cáceres, dos Lizarrán en Badajoz, otros dos en Cáceres y otros dos más que abrirá pronto en Talavera de la Reina y en Mérida. Esta intensidad franquiciadora y el éxito de sus negocios lo han llevado a conseguir en Florencia el galardón de mejor franquicia del mundo durante el año 2014. Detrás del premio 'Best Franchisse of the World 2014' hay una historia muy larga, que comenzó en la primera mitad del siglo pasado, cuando Amado, el abuelo de José Antonio, abrió el bar del mismo nombre en la calle Moret, el primero de Cáceres que contrató a chicas camareras.

Solo uno de sus hijos, Antonio, apodado Piquiqui por ser un niño muy delgado, se dedicó a la hostelería. Tras trabajar de camarero en establecimientos míticos de Cáceres como Avenida, Fara y Acuario, cogió la concesión de la cafetería del hospital San Pedro de Alcántara y abrió el mesón Piquiqui y una freiduría en el barrio de Moctezuma.

A esas alturas, José Antonio ya había sacado dos oposiciones de cocinero, había pedido la excedencia y con sus hermanos Nando y José Luis y la colaboración de su hermana Marisa, llevarían hasta ocho bares y restaurantes antes de que José Antonio decidiera meterse él solo en el mundo de las franquicias.

«Cuando abrí Pans & Company, hace 20 años en el Centro Comercial Ruta de la Plata, lo menos que me llamaron fue insensato. Tuve que pedir 29 millones de pesetas a un banco y mis padres no entendían que invirtiera aquella cantidad en un bar que vendía bocadillos. Afortunadamente, en un año estaban solventados los problemas con el banco», recuerda.

En 2008, abrió un Pastafiore, también de la cadena Eatout. «Ya tenía claro que el régimen de franquicia era parecido a la cooperativa de toda la vida y te permitía comprar en grupo, hacer marketing, planes de negocio y otras iniciativas que tú no podías emprender solo», explica.

En 2012, entendió que el Centro Comercial El Faro de Badajoz era su gran oportunidad. «Estudié la franquicia Lizarrán, ellos me estudiaron a mí. Llegamos a un acuerdo, dejé en Cáceres a mi familia, me arriesgué y me fui a Badajoz», detalla. Lizarrán nace cuando un vasco se traslada a Sitges, abre un bar de pinchos y tiene tal éxito que ha de servir las tapas con una pala de panadero para llegar a la tercera fila de clientes apostados en la barra.

En 2014, José Antonio aumentó la facturación en sus franquicias un 214%. En 2015, tiene 67 empleados. Estos y otros datos lo han llevado a ser el mejor franquiciado de España y del mundo. Cada mes participa en el Consejo de Dirección de Lizarrán aportando ideas y opiniones. En breve, se marchará con el gerente de la empresa, Manuel Robledo, a Miami, China y Japón, donde la franquicia abrirá 36, 18 y 22 taperías respectivamente. Pero entre viaje y viaje, José Antonio sigue al pie del fogón: este sábado se pasó 12 horas en El Faro friendo huevos.

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