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José Antonio Monago llora emocionado::
El PP regional hace llorar a su líder

El PP regional hace llorar a su líder

El partido abraza a Monago en las jornadas sobre buen gobierno, que hoy cierra Rajoy

Antonio J. Armero

Viernes, 7 de noviembre 2014, 18:18

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Ayer, Monago lloró. Abrazado por el hombro a Carlos Floriano, el presidente de la Junta de Extremadura se secó las lágrimas, primero con el dedo índice de la mano derecha y luego con la palma de su mano izquierda. Fue solo un gesto. Un instante. Pero suficiente para llevarse la foto del día sin necesidad de decir una palabra en público. Otros hablaron por él. Para el PP extremeño, reunido ayer en Cáceres, fue suficiente con que el líder estuviera presente. El partido hizo piña desde el minuto cero de las jornadas sobre 'Estabilidad y Buen gobierno en comunidades autónomas', el asunto que les reunió justo el día después de que se conociera que, entre mayo de 2009 y noviembre de 2010, Monago hizo 32 viajes a Canarias pagados por el Senado.

Apareció el líder, se bajó del coche, repartió los primeros saludos, y acto seguido, una veintena de jóvenes de Nuevas Generaciones empezó a caminar a su encuentro y se detuvo cuando una joven dio la orden. «Venga, ahora, uno, dos y tres». Y en armonía, sonó el saludo acordado: «¡Presidente, presidente, presidente!». Una sinfonía de gritos, aplausos y miradas directas al hombre que ha llevado al PP al gobierno de Extremadura tras 28 años de dominio socialista. Él agradeció el gesto y salvó la avalancha de micrófonos que se le venía encima.

«¿Cómo está el presi?», le preguntaba un joven con su acreditación al cuello a un trabajador del partido. Respuesta: «Bien». Ni a Javier Arenas, ni a Feijoó que apareció después, ni a ningún otro dirigente se dirigieron ayer tarde en Cáceres tantas miradas como a Monago, que fue el centro de la cita hasta en lo escenográfico. Se sentó en la primera fila de una grada de cuatro escalones, escoltado por Floriano y Javier Arenas y compartiendo fila con varios miembros de su equipo de gobierno en la Junta. En los peldaños siguientes, predominaban los alcaldes, concejales y diputados. Y en la otra grada, más cargos públicos, mezclados con simpatizantes.

Habló primero Elena Nevado, alcaldesa de Cáceres. Después, Laureano León, presidente de la Diputación Provincial. Se sentó él y se levantó al micrófono Juan José Matarí, secretario ejecutivo de Política Autonómica. Le siguió Fernando Manzano, secretario general del partido en la región. Y cerró el acto de apertura Carlos Floriano, vicesecretario general, que le atizó a Pedro Sánchez, secretario general socialista -«su discurso se parece al de Zapatero», dijo- y a Podemos -«un partido nuevo con ideas viejas», afirmó-. Ni él ni quienes le precedieron pronunciaron ninguna de las palabras que flotaban en el ambiente: viajes, Canarias, Senado, el número 32, clase business...

La prueba de que estos conceptos clave estaban sin estar fue el discurso de Fernando Manzano, que no escatimó elogios hacia el protagonista del día. De hecho, su discurso fue interrumpido tres veces por el mismo motivo: aplausos, auditorio en pie y el hombre al que todos miraban saludando con gesto de agradecimiento sincero.

Una de esas veces fue cuando Manzano dijo: «Querido presidente, Extremadura entera está contigo». Otra, cuando aseguró que «aunque no le había pedido permiso a él», iba a anunciar algo, y la primicia fue que Monago se presentará a la reelección como presidente de la Junta. La intervención de Manzano fue una loa a su jefe en el partido, a quien calificó como un hombre procedente de familia humilde, que ayudaba a su hermano fontanero y que «se parte el lomo por Extremadura y lo va a seguir haciendo a partir de mayo del año que viene». Ahí vino la tercera ovación para un Monago que siguió los debates sobre estabilidad y buen gobierno desde una sala casi siempre cerrada en el piso superior del Palacio de Congresos.

En su momento más difícil

Antes de que empezaran esas mesas redondas con dirigentes de distintos gobiernos autonómicos del PP -entre ellos, además del gallego Núñez Feijoó, los presidentes de Cantabria y Castilla y León, Juan Vicente Herrera e Ignacio Diego Palacios-, pudo comprobarse la ascendencia de Monago entre los suyos. Repartió besos y abrazos a todo el que se le acercó. Recibió arengas, palabras de ánimo, palmadas en la espalda... Y él, sonriente. Antes y después, gesto más serio.

Él explicaba entre ponencia y ponencia que le había emocionado el respaldo de la gente y sobre todo, la mención que Manzano hizo de sus padres, ya fallecidos. Vive un momento complicado, seguramente el más difícil desde que preside el gobierno autonómico, y se le nota. Cuando habla sobre los viajes a Canarias, repite una palabra: confianza. Mantiene que aunque documentara esos viajes, seguiría habiendo quien no le creyera. Y sostiene que en su época de senador, no disponía a su alrededor de un equipo de personas que le gestionara la agenda, por lo que no sabe si fue a Canarias 32 veces o unas pocas más o unas cuantas menos. Y asegura que está buscando documentación que avale que sus viajes a las islas fueron para trabajar.

Ayer por la tarde, habló con varios senadores canarios del PP, que según dice, le mostraron su apoyo. Y por la noche, tras las jornadas sobre buenas prácticas de gobierno, cenó con Mariano Rajoy, en un reservado del restaurante Torre de Sande en el que se juntaron varios presidentes autonómicos. Esta mañana, el presidente del Gobierno y el de Extremadura volverán a verse las caras. Esta vez en público. A las once y cuarto, Rajoy clausurará el encuentro que empezó ayer por la tarde, una cita repentinamente inoportuna en la que los afectos vencieron a las palabras.

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