Borrar
Los kilómetros de José y Clemencia

Los kilómetros de José y Clemencia

Un matrimonio de El Gordo, de 81 y 76 años,no para de sumar largas distancias a sus piernas

M. A. FERNÁNDEZ

Domingo, 31 de agosto 2014, 00:10

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«¿De qué madera está usted hecha?», le preguntaron. «Pues soy extremeña, así que será madera de encina», contestó Clemencia Bravo. La fortaleza física y mental de esta mujer de 76 años natural de El Gordo (Cáceres), pero vecina de Sabadell, no deja indiferente a nadie. Es habitual verla en época estival paseando todos los días por los parajes de su pueblo y recorriendo distancias que dejan con la boca abierta.

«El otro día fui hasta Navalmoral para ir al mercadillo. Tardé cinco horas en llegar. Y la semana pasada hice una ruta de 34 kilómetros con mi primo, en total estuvimos siete horas caminando», cuenta con una sonrisa en la boca, con humildad, como quien habla de una rutina de lo más normal. «Me pongo a hacer kilómetros y kilómetros y no me harto».

A su lado, escucha su marido, José Igual, otro habitual de las largas distancias. Tiene 81 años y su afición es la bicicleta: cinco días a la semana hace una ruta de 100 kilómetros, que le lleva desde El Gordo hasta el pantano de Rosarito regresando por las localidades toledanas de Oropesa y las Ventas de San Julián.

La entretenida y extraordinaria conversación sobre las miles de andanzas y decenas de anécdotas de este matrimonio comenzó hace cuatro años, cuando Igual vino desde Sabadell hasta El Gordo en bicicleta, completando 813 kilómetros en cinco jornadas. Era la tercera vez que lo hacía. «Ella sí que se merece un monumento», dijo entonces, cuando relataba su penúltima aventura y se acordaba de su compañera.

Desde aquella conversación, ambos han subido al pico Almanzor, el más alto de toda la Sierra de Gredos en cuyo tramo final hay que trepar, en compañía de Félix, un vecino del pueblo. «Yo me quedé a 300 metros de la cima porque no podía más y luego teníamos que bajar», explica Clemencia, quien también se confiesa una enamorada de la montaña y ha completado en multitud de ocaciones el Camino de Santiago por diferentes rutas.

Las credenciales llenas de sellos y decenas de fotografías corroboran sus entusiastas palabras.

Satisfacción enorme

«Cuando acabo una etapa siento una satisfacción enorme y cuanto más dura es la etapa mayor es la satisfacción. A veces cuando estoy subiendo una montaña me pregunto para qué hago esas cosas, pero cuando estoy arriba confirmo que ha valido la pena», continúa la mujer, que aunque septuagenaria confiesa no tener ningún problema de salud. Ni siquiera ampollas en los pies.

Su compañero sí ha tenido más problemas físicos, pero sus achaques de rodillas, la válvula que tiene en el corazón y la rotura en el brazo del año pasado no hacen mella. «Este año me encuentro genial, los cien kilómetros se me hacen cortos confiesa. No tengo nada que demostrar».

La fortaleza mental, en la que ambos insisten, es una fiel escudera de unos cuerpos llenos de vitalidad y pasión por la superación.

Nuevos proyectos

Estos hijos de El Gordo que emigraron hace más de seis décadas, pero que desde hace un tiempo regresan varias veces al año, no pueden estar parados, insisten en repetidas ocasiones.

Su hoja de retos próximos así lo remarca. En otoño irán hasta Menorca para que José recorra la isla en bicicleta, también tienen previsto un encuentro con amigos del Camino para celebrar la apertura de un albergue y Clemencia recorrerá con sus hijas el Camino del Norte desde Castro Urdiales, donde paró hace unos meses.

Las anécdotas, que podrían llenar varias páginas, se mezclan con fechas, datos, fotografías y recuerdos. La bicicleta de José, apoyada en la pared del salón, hace las veces de testigo para que nadie olvide que aunque tienen 81 y 76 años, José y Clementina, Clementina y José, están hechos de una madera especial. Seguramente de encina.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios