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Estación de servicio 'low cost' en Mérida, donde los clientes se sirven la gasolina y pagan directamente la mayor parte del dí.
Gasolineras extremeñas en alerta

Gasolineras extremeñas en alerta

Las estaciones de servicio sin personal y los surtidores de las cooperativas bajan tanto sus precios que tienen en jaque al sector

J. López-Lago

Domingo, 6 de julio 2014, 00:28

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No hace mucho, apenas una década, las estaciones de servicio empezaron a tener menos de gasolineras y más de tiendas. Para sobrevivir, debían ofertar toda clase de productos. Y para hacer que los clientes pasaran por tan variado muestrario estos tenían que llenar su propio depósito y luego entrar a pagar.

La siguiente transformación de las estaciones de servicio va más allá. El cliente sigue haciéndolo todo, pero lo único que encuentra ante sus ojos es una máquina donde pasar la tarjeta de crédito. Son las llamadas gasolineras low cost (bajo coste) donde no atiende nadie. A cambio ofrecen un horario más amplio y un precio del combustible más bajo, llegando a darse diferencias de hasta 14 céntimos por litro de rebaja. Esto significa un ahorro de unos siete euros en cada depósito.

En Extremadura ya hay surtidores de este tipo en las principales localidades. Son la principal amenaza del sector. La otra son los surtidores de las cooperativas, que han elegido este formato sin personal.

Como novedad, en Extremadura se han lanzado a la venta de combustible, pues están legalmente habilitados para vendérselo a cualquiera, no solo a socios.

De consolidarse este formato, los gasolineros empezarán a desaparecer poco a poco. Según explica la empresa de franquiciados Petrolowcost, que instala estas estaciones sin trabajadores, se vende el combustible más barato porque se han optimizado los costes de estructura: no necesitan personal para repostar gasolina ni cobrar, no tienen servicios añadidos (tienda, lavabos, área infantil, de descanso) ni patrocinan ningún producto ni equipo.

No obstante, matizan que en algunos momentos del día sí hay personal, y cuando no lo hay, «están asistidas de manera telemática para dar respuesta u orientación a través de la centralita del 'call-center' donde las cámaras de vídeo dan soporte a lo que la clientela puede explicar por teléfono», reza su publicidad con el fin de atraer inversores.

Otras marcas que ofrecen este formato de repostaje, como Easy Fuel, con surtidores en Madrid, Burgos, Huelva y Sevilla, han elegido como eslogan «el negocio redondo. Rentabilidad desde el primer día». En varias consultoras especializadas subrayan que no es necesario conocer el sector para invertir en este tipo de gasolineras. Basta tener un terreno no demasiado grande, pero situado estratégicamente en una población, a ser posible, de más de 2.000 habitantes, aunque si es más grande mejor.

La Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Extremadura (Aresex) ya está en alerta y ha solicitado a la Junta de Extremadura reuniones para abordar este asunto, pues el horizonte que ven no pinta nada bien. Aresex pretende, como en otras comunidades, que solo se autoricen estas instalaciones cuando creen trabajo, aunque sea un solo puesto. Lo cierto es que en este periodo de implantación, algunas tienen durante varias horas al día un empleado que explica a los conductores el funcionamiento de este nuevo autoservicio, como es el caso de Mérida.

Según los datos de la Junta de Extremadura, en la comunidad autónoma hay 460 establecimientos de venta de combustible al por menor. Y de momento solo figuran en su registro cuatro gasolineras desatendidas. Sin embargo, en España esta opción está creciendo poco a poco.

1.400 empleos

El efecto que causen en el sector estas estaciones de servicio sin personal puede ser devastador, advierten desde la Asociación Regional de Empresarios de Estaciones de Servicio de Extremadura , donde estiman que la media de empleados por cada una es de tres. Esto significa que las gasolineras estarían generando en estos momentos en torno a 1.400 puestos de trabajo.

Su presidente, Casto Bravo, recuerda que entre la crisis y este nuevo formato de gasolineras low cost sin empleados él las llama «desatendidas» muchas de las tradicionales áreas de servicio se han visto abocadas a echar el cierre o reducir drásticamente su plantilla. No hay que olvidar, recuerda Bravo, que actualmente más de la mitad de los ingresos de una gasolinera se destina al pago de nóminas y seguridad social de los empleados. Según sus cuentas, en los dos últimos años han cerrado 20 estaciones de servicio en la región.

Se debe, explica, a que el consumo ha descendido. «Por un lado porque la gente se lo piensa más a la hora de hacer desplazamientos con su vehículo y, por otro, el parón de la construcción ha retirado de las carreteras a cientos de camiones que antes no paraban de repostar entre obra y obra». Por si fuera poco, a este panorama gris se ha sumado otra gran amenaza: la competencia de las cooperativas agroganaderas, que han visto en la venta de combustible otra vía de ingresos para su afrontar con mayor liquidez su actividad principal, dirigida al campo.

Si ya era imposible hacer frente a los precios de sus surtidores pues se trata de un gasóleo bonificado fiscalmente solo para socios, el nuevo formato ha puesto contra las cuerdas al sector, pues combina un combustible más barato y un sistema de cobro que ya no exige ser socio de la cooperativa ni estar vinculado a la actividad agrícola o ganadera .

Según subraya Carmen Moreno, directora gerente de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura (antes Unexca), organización que aglutina a 230 cooperativas extremeñas, esta vía de ingresos es totalmente legal en base a la Ley de Economía Sostenible, Ley 2/2011 de fecha 4 de marzo. Hay un límite, no obstante, que impide que las cooperativas vendan a no socios más del 50 por ciento de las ventas totales de carburantes. «Y aquí nuestras cooperativas cumplen escrupulosamente con las normas de contabilización y tributación de estas operaciones a terceros, con un mayor trabajo si cabe, porque además deben llevar una contabilidad para las ventas a socios y otra para las ventas a no socios, tal y como indica la Ley», explica Moreno, quien destaca el alto número de inspecciones que reciben las instalaciones de los cooperativistas debido al celo que ha surgido entre los empresarios tradicionales del sector. Por otro lado, asegura que el gasóleo que venden es de la misma calidad, desmintiendo los rumores que circulan de que estropea los motores de los coches.

Cuando se seleccionan los mejores precios de gasóleo B en la región en la página web del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, aparecen 42 estaciones de servicio. 25 son cooperativas. Y de todas ellas, en cinco puede repostar cualquier persona sin necesidad de ser socio.

La competencia enfrente

Según los datos de Aresex, al menos hay 21 estaciones de servicio en la región donde una cooperativa ha instalado su estación de repostaje a estratégicamente a pocos metros.

Una de las personas que está sufriendo esta repentina competencia es el gasolinero Juan Blázquez, de Montijo (Badajoz), al que la cooperativa Tierras Gordas le colocó hace cinco años un surtidor a apenas doscientos metros de su negocio. Los precios allí son más bajos, dice, «porque renuncian a parte del ya escaso margen que se obtiene de la venta de combustible y se centran en vender a cuanta más gente mejor». De hecho, a principios de mes hay colas de vehículos.

La de Blázquez es una empresa que va por la tercera generación, aunque en las circunstancias actuales no sabe si su estación de servicio E. S. Marinito alcanzará la cuarta. Dice que ya han sorteado todo tipo de dificultades, como obras de carreteras que aislaban sus surtidores y hasta un supermercado que abrió a pocos metros con muchos artículos similares a los de sus estanterías y con cuyos precios era imposible competir.

Como tantas otras gasolineras, la suya se convirtió en una más donde se vivía más de la venta de otros productos como bebidas, pan o revistas o el lavadero que del combustible. Desde que su bisabuelo empezara a proveerse de toneles para abastecer a los primeros vehículos de la comarca, su familia lleva más de sesenta años resistiendo en el sector, ahora bajo la bandera de Cepsa. Pero la puntilla le podría llegar reconoce desde que la cooperativa instaló su surtidor prácticamente enfrente. De momento, él mismo se ha tenido que poner a atender al personal y sabe que no podrá contratar a ningún empleado «porque este negocio apenas deja margen, somos más bien recaudadores de impuestos», se queja.

Además del gasóleo bonificado para los cooperativistas, este empresario se queja de que estos usuarios puedan comprar combustible a crédito, dejándole a él en desventaja. «Yo he visto gente que ha sido cliente muchos años, a los que hemos tratado siempre bien, con tarjetas descuentos y facilitándole el crédito, cambiar de sitio por ahorrarse cinco euros al mes».

«En Estados Unidos prosigue Juan Blázquez llegas a un cruce y ves cuatro gasolineras diferentes. pero todas juegan con las mismas reglas. Eso es lo que yo quiero, pero aquí no es posible», lamenta.

Como última vuelta de tuerca, a poca distancia, en la cercana localidad de Puebla de la Calzada, otra sociedad cooperativa, Tierras Bajas, abrió hace dos años un surtidor que publicita con un gran cartelón que está abierta a todos los públicos. No hay personal atendiendo y solo hay que pasar la tarjeta de crédito para repostar. «Te quitan toda la flota, no solo de camiones sino también particulares. Esto ya es un hachazo del bueno, revientan el mercado, parece una batalla perdida, como sucedió con las tiendas frente a los centros comerciales».

Por el medio rural

Las cooperativas tienen, según sus datos, más de 70 surtidores en la región, una cifra que va en aumento. El último sin personal que ha abierto para todos los públicos lo ha hecho hace unos días en el Valle del Jerte (Cáceres), con una estética más atractiva para captar la atención de los conductores.

¿Es la venta de combustible una nueva línea de negocio de las cooperativas? Para Ignacio Huertas, secretario general de Unión de Pequeños Agricultores, el fin de las cooperativas es comercializar los productos de los socios, obtener el mejor precio posible por ellos y conseguir los insumos al mejor precio, y si eso repercute en que haya un menor pago de estructuras para los socios pues entonces mejor, de ahí que justifique la venta de combustible, aunque no deba ser esta su prioridad.

Según Carmen Moreno, representante de las cooperativas extremeñas, «el suministro de carburantes es un servicio más que realizan las cooperativas, del mismo modo que otros insumos, como las semillas o los abonos. Con ello, contribuyen al aumento de la rentabilidad de la actividad agraria de sus agricultores y ganaderos, ya que el precio de los combustibles tiene una gran influencia en la misma. Al ofertar unos precios competitivos, con un margen de beneficio mínimo, ayudan a que los costes de los agricultores y ganaderos en su actividad sea menor. Pero no sólo les beneficia a ellos, sino también a todo el medio rural porque al poder suministrar carburantes a terceros a esos precios, se facilita el desarrollo de los pueblos y se evita que se resientan las economías locales. Tampoco hay que olvidar que en muchas zonas rurales de nuestra región el único surtidor de gasolina con el que se cuenta es con el de la cooperativa».

En la región hay 125 estaciones de servicio integradas en Aresex, de las cuales el 90 por ciento son abanderadas de grandes petroleras (Galp, Shell, Cepsa, Repsol y BP). A esta cifra hay que sumar 56 libres de la marca Iberdoex, una red de surtidores surgida en 2005 y repartida solo por Extremadura que fue creada para optimizar la compra de combustible. Curiosamente, Iberdoex apostó por las estaciones de servicio sin personal y después se echó atrás convencidos de que era más importante para ellos la creación de empleo que ganar unos céntimos de euro más por litro. Su primera y única estación sin empleados la ubicaron en Mérida en 2012, pero a los cuatro meses pusieron un trabajador varias horas al día. «Entendimos que que fue un error y no queremos vincular nuestra marca a este tipo de estaciones», explica el gerente de Iberdoex, Carlos Manuel Moreno.

Pero, según Casto Bravo, los empresarios particulares no siempre pueden introducirse en el sector en las mejores condiciones. En la red de carreteras de la región hay que sumar 13 más gestionadas directamente por las petroleras, las cuales están ubicadas en los mejores lugares, bien a ambos lados de las autovías o a la salida de las grandes ciudades. No obstante, tanto Carlos Manuel Moreno, de Iberdoex, como Casto Bravo, empresario y representante del sector, la competencia desleal la ven en las cooperativas.

Se basan en que en la práctica no solo repostan en estos surtidores los socios sino que en muchos casos cualquier persona lo hace.

Pese a la legalidad del planteamiento que defienden las cooperativas, no hay duda de que existen ciudadanos que se aprovechan de un gasoil más barato al que no tienen derecho por no emplearlo en actividades agrícolas. Este gasóleo, tipo B, tiene un colorante para identificarlo. Solo en la provincia de Badajoz, la Guardia Civil puso el año pasado 77 denuncias por usar este combustible sin autorización y en lo que va de 2014 ya han contabilizado 36 casos. Estas multas las gestiona Hacienda, y los agentes advierten de que ascienden a varios miles de euros y suponen el precinto temporal del vehículo.

Moreno entiende que se apoye al sector agrícola y ganadero con gasóleo bonificado, «pero lo que no se puede hacer es venderlo a todas las personas del pueblo. No entiendo que no se persiga este tipo de fraude desde Hacienda ni desde la comunidad autónoma. Supongo que no lo hacen porque la administración ve en las cooperativas el motor económico de muchos pueblos y por eso están tan protegidas, pero mi opinión es que deberían dedicarse a la actividad agrícola y ganadera, no a convertir la venta de gasóleo en un negocio», declara.

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