Una moción censurable
Vara ha puesto los intereses de su partido por encima de los generales de Extremadura y los extremeños
PPLL
Miércoles, 7 de mayo 2014, 22:59
Como argumentábamos ayer, la de Monago del martes fue una apertura del debate sobre el estado de la región ambiciosa y con un marcado carácter electoral. Pero lo cierto es que Fernández Vara, líder del PSOE, tomó ayer la palabra y potenció exponencialmente ese indudable foco electoralista. De hecho, rompió de cuajo el debate al anunciar que, ayer mismo, presentaría una moción de censura al gobierno del PP. Como si de un agujero negro se tratara, ese anuncio legítimo por otra parte ha concentrado todo el interés del pleno parlamentario. El órdago de Vara ha teletransportado la región a un territorio de inestabilidad y conflicto políticos de insospechadas consecuencias. Cualquiera que haga, pues, una valoración serena y ponderada del momento actual que vive Extremadura y del interés general de los extremeños concluirá que esta moción de censura en ningún caso beneficiará nuestro horizonte próximo. Nada garantiza que lo que un gobierno del PP en minoría no ha podido hacer en tres años vaya a poder hacerlo otro del PSOE con cuatro diputados menos y en apenas un año, tiempo que resta para las próximas elecciones. Vara no ha puesto en esta ocasión el interés general de la región por encima de los de su partido. Afortunadamente, el reglamento de la Asamblea permite que situaciones como esta se resuelvan en poco tiempo. El miércoles 14 se celebrará el debate de la moción, en el que el PSOE y Vara tendrán un protagonismo total, pues podrán presentar sin límite de tiempo la propuesta y el programa que planteen como alternativa al Ejecutivo popular en el gobierno. Era previsible que el PP quisiera cerrar este capítulo cuanto antes. Lo mismo que IU, a cuyos diputados tampoco les interesa un revival sostenido de su discutida abstención hace casi tres años.
La acción del PSOE que en un debate del estado de la región fechado en junio, como venía siendo costumbre, no hubiese podido materializarse porque nos hubiésemos puesto fuera de plazo, a menos de un año de las autonómicas ha fundido la atención política en un algoritmo complejo en sus soluciones y derivadas. Si prosperara la moción, Vara más que un programa de gobierno debería poner en marcha un plan de urgencia transitorio hasta principios del año próximo. ¿Qué posibilidades tendría el PSOE, por ejemplo, de sacar adelante unos presupuestos para 2015 cuando al PP le bastaría el voto de un solo diputado para tumbarlos? Una Junta socialista caducada en un año no tendría apenas margen de maniobra. En caso contrario, es decir, si no prosperara la moción, lo que suceda en los cuarteles del partido que la presenta y su principal responsable es impredecible. Monago ha pedido a Vara que, de darse este supuesto, dimita. Cosa improbable. La duda es si el PSOE, Vara, sus afiliados y votantes fieles encajarían con solvencia una derrota a pocos días de una cita con las urnas y a doce meses (un suspiro en realidad) de la reválida autonómica. Todo dependerá no tanto de que la ciudadanía comparta la alternativa de gobierno que proponga Vara en la Asamblea como de que comprenda el porqué y el porqué ahora de una acción de esta gravedad. Podría darse la paradoja, incluso, de que una derrota parlamentaria se vea acompañada de una victoria en la calle. Fernández Vara ha efectuado una voladura controlada del debate del estado de la región. Pero también ha puesto su futuro y, lo más relevante, el de su partido, a los pies de un mecanismo democrático extraordinario que no entiende de grises, sino de blancos y negros. Y, sobre todo, para el que existen alternativas en el ejercicio de una oposición firme y enérgica. A la vuelta de unos días conoceremos el desenlace. Después, pase lo que pase, asistiremos a una larga, enconada y bronca pugna partidista.