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«Cada vez soportamos el dolor con menos paciencia»

«Cada vez soportamos el dolor con menos paciencia»

Raúl Guerra Garrido | Farmacéutico y escritor

J. López-Lago

Lunes, 28 de abril 2014, 00:27

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No es un farmacéutico al uso y su curiosidad excede los límites de esta profesión que él resume en que «ayuda a curar a las personas». Raúl Guerra Garrido (Madrid, 1935) reconoce una temprana vocación literaria, aunque no publicara su primera novela hasta 1969.

Fechas

  • AULA HOY

  • En Cáceres. Lunes, 28 de abril. Salón de actos de Caja Extremadura. C/ Clavellina. A las 20.15 horas.

  • En Badajoz. Martes, 29 de abril. Salón de actos del Colegio de Farmacéuticos. C/Ramón Albarrán, 13. A las 20.25 h.

En 1976 ganó el premio Nadal con Lectura insólita de El Capital. En 2006 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras y en 2011 le fue concedida la máxima condecoración de la Real Academia Nacional de Farmacia. En su biografía también destaca el compromiso. Miembro fundador del Foro de Ermua, ha sido críticas con el nacionalismo, lo que le ha costado ataques de la kale borroka, que llegó quemar su farmacia en el año 2000.

A caballo entre San Sebastián y Madrid, viaja a Extremadura para hablar en aula HOY sobre su último libro, una conferencia que seguro que da mucho más de sí.

El herbario de Gutenberg, la farmacia y las letras, el libro del que viene a hablar, es una colección de citas. Destaque algunas.

Al ser farmacéutico y escribir me gustaba coleccionar citas literarias que hacían referencia a los medicamentos. Y esto fue tomando un corpus que, reunido con dos amigos, Juan Esteva de Sagrera y Javier Puerto Sarmiento, ha dado lugar al libro. Me gusta la cita de Joyce que he repetido hasta la saciedad: «El primer individuo que tomó parte de una planta para curarse a sí mismo tuvo bastante coraje». Seguramente fue una flor o una hoja y esas hojas son la que forman un herbario a las que yo hago referencia, igual que a las hojas de papel de los libros. El conjunto de la obra puede tomarse como un inventario terapéutico más bien fantástico, como una novela o como una historia de la farmacia. No hay que olvidar que todo el mundo, por desgracia, se acerca al medicamento. Otra cita que me gusta es una cancioncilla que refleja un poco el espíritu del libro y que dice tengo un dolor no sé dónde, nacido de no sé qué, sanará yo no sé cuándo, si me cura no sé quién. Refleja ese sentimiento tan dubitativo, pero a la vez tan esperanzado sobre el dolor.

¿En qué medida está entroncado el uso de los medicamentos con los usos sociales y culturales?

Curar para evitar el dolor ha evolucionado hacia una forma más eficaz. Se ha pasado de hacerlo de una forma intuitiva y casi mágica a algo empírico y científico, comprobable, reproducible y factible de fabricar en serie. Pero no cabe duda que lo social está vinculado al dolor. Es curioso cómo se marca esto en ciertos nombres. Existía un medicamento renacentista que se llamaba gran elixir cordial para ricos, y otro pequeño elixir cordial para pobres. Siempre se han marcado diferencias en todas las cosas.

¿Ha detectado que hay más gente que quiera curarse como antaño pasando de largo de los medicamentos debido a esa moda de lo ecológico?

Es verdad que cuando hay excesos se busca el remedio saltando hacia atrás. Y las plantas todos recurrimos a ellas. Tomamos, té, también café y la valeriana aún funciona, pero hay que tomarse esto muy en serio cuando se trata de un virus o una infección. Esto ya es otra cosa.

¿Nos medicamos demasiado?

Lo que está claro es que cada vez soportamos el dolor con menos paciencia. Se quiere resolver todo de inmediato. Tienes una duda y consultas en google. Pues si te duele la cabeza tomas una pastilla. Sí hay un consumo de muchas cosas porque vivimos en un mundo consumista. Cada vez se soporta menos el dolor, y no olvidemos que éste es un síntoma imprescindible, es el timbre de alarma. Si algo te funciona mal el primer aviso es que te duela.

Es usted un intelectual comprometido, ¿qué le llevó a explorar más allá de la rebotica?

Mi carrera empezó en la investigación científica y fue truncada para pasar a la industria, pero desde niño sabía que terminaría escribiendo novela. Empecé tarde porque lo daba por seguro. En los años sesenta coincidieron muchas cosas. Abandoné la investigación por razones económicas. Y mi primera novela seria se titulaba Cacereños (Alfaguara, 1969), un análisis de la inmigración en el País Vasco porque la farmacia de mi mujer estaba en el barrio obrero donde vivían estas personas.

¿Ve el modelo liberal de farmacia como una amenaza real al modelo mediterráneo que aún conserva España?

Es la marcha natural de los tiempos. Será difícil de contener.

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