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Luisa Díaz en su taller acompañada de los trabajadores de la empresa
Mosaicos extremeños elaborados según marca la tradición clásica

Mosaicos extremeños elaborados según marca la tradición clásica

El tamaño de las teselas varía entre un centímetro cuadrado y los tres o cuatro milímetros, dependiendo de lo que se quiera afinar el dibujo

JOSÉ MANUEL MARTÍN

Domingo, 20 de abril 2014, 12:02

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Un mosaico es una obra pictórica elaborada con teselas, que son pequeños fragmentos de piedras de distintos colores unidas mediante argamasa para formar composiciones. Este método de creación artística es muy habitual en la tradición romana, que continuó con un tipo de adorno que ya era común en la cultura helenística de los siglos anteriores.

Los romanos decoraban suelos, paredes y techos con mosaicos. «Para ello utilizaban teselas de piedra natural cerámica y vidrio», explica Luisa Díaz Liviano, propietaria de la empresa Ex Officina Antea y profesora del ciclo superior de mosaicos que se imparte en la Escuela de Arte de Mérida. «El nombre de la empresa significa: procedente del taller de Antea, que era una princesa griega», añade Díaz. Y eso precisamente, un taller, es la base de esta firma emeritense que mantiene la tradición romana en la elaboración de mosaicos, utilizando los mismos materiales y una técnica similar a la que se seguía hace 2.000 años, y que lleva en funcionamiento desde 1991.

En Ex Officina Antea están especializados en la elaboración de mosaicos. «No utilizamos nada tintado por principios y por seguir la tradición clásica, que no usaba estos materiales», dice esta artesana.

Sin embargo, no es lo único que hacen en las instalaciones de esta pequeña empresa, que en la actualidad cuenta con cuatro trabajadores. También se dedican a la restauración y hacen reproducciones de estatuas clásicas. En la actualidad están elaborando varias para la próxima apertura del Aula Sacra del Teatro Romano de Mérida.

Sin tiempo establecido

Para hacer un mosaico, lo primero es sentarse delante del ordenador. «Lo principal es elegir el cartón, que es el dibujo sobre el que se va a trabajar. Casi todo lo que hacemos en el taller es por encargo y generalmente el cliente trae una idea y aquí se le asesora y se le hacen varios proyectos y varios presupuestos. Finalmente, el cliente elige», indica Díaz, que no tiene reparos en reconocer que los programas informáticos de diseño son elementales para realizar el trabajo, sobre todo a la hora de copiar mosaicos que ya existen. «Aunque la empresa sea artesanal, nos tenemos que auxiliar de las nuevas tecnologías», según la propietaria del taller.

Una vez que está decidido cual va a ser el cartón, el siguiente paso es la búsqueda de la materia prima para las teselas. «La mayoría de las veces suele ser mármol y también caliza o arenisca, siempre buscando el color que necesitemos, por lo que la labor no solo consiste en ir al almacén de mármol, también hay que salir para buscar diferentes materiales. A veces los encontramos en la playa, en el campo, en los ríos o en las cunetas de las carreteras. Lo ideal sería que todo se comercializara, pero no hay todos los colores», apunta Díaz.

Las piedras llegan en bloques hasta el taller. Para hacerlas más manejables pasan por la única máquina que se incluye en el proceso y que las convierte en tiras de unos 20 centímetros. A partir de ahí todo el trabajo es manual y las piedras se convierten en teselas a golpes de martillo y yunque, por eso son irregulares.

Para convertir los pequeños trozos de piedra en una obra de arte hay varios métodos. En Ex Officina Antea utilizan el indirecto. «Esto consiste en trabajar en negativo. Se da la vuelta al dibujo y se van colocando las teselas boca abajo. Una vez completado hay que consolidarlo y lo hacemos con argamasa de cemento y arena. Se echa una lechada y una vez que ha fraguado se le da la vuelta. Posteriormente se limpia y se le da una capa de cera protectora», cuenta la artesana como la fase final del proceso.

El tiempo que se invierte en realizar un mosaico es muy difícil de calcular, ya que depende del tamaño, del dibujo y del tipo de teselas, que pueden variar entre un centímetro cuadrado y los tres o cuatro milímetros. Cuanto más se quiera afinar el dibujo, más pequeñas serán las teselas. «Por eso los precios también varían mucho, porque van en función, sobre todo, del tiempo invertido», puntualiza Díaz.

La elección del dibujo y de los colores del mosaico es el primer paso.

La materia prima llega en grandes bloques y se corta en tiras para poder manejarla mejor.

Las pequeñas piezas que componen cada mosaico se cortan a mano, por lo que cada una es diferente.

Gracias a la planilla, las teselas van ocupando el lugar adecuado hasta formar la obra completa.

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