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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Julio Santiago posa con desnudez e ironía.
El niño que salió rana
UN PAÍS QUE NUNCA SE ACABA

El niño que salió rana

El poeta de Miajadas Julio Santiago publica 'Eyaculacciones'

J. R. Alonso de la Torre

Martes, 8 de abril 2014, 09:06

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«Mi padre, administrativo de un silo; mi madre, cajera de un supermercado; mi abuelo Santiago, albañil; mi abuela Inés, sastra; mi abuelo Julio, administrativo del mismo silo; mi abuela María., mujer creativa que jugaba al olvido. ¿Yo? ¡Rana!». En este poema de su libro 'Ulo Ago', el más autobiográfico de los 18 que ha publicado, el poeta miajadeño Julio Santiago se resume.

- ¿Por qué salió usted rana?

- Mi colegio, el Sagrado Corazón de Miajadas, era especial. Siendo muy niño, una monja me hacía memorizar poemas de Gloria Fuertes, de Lorca, de Alberti. Mis padres nos compraban libros y material para dibujar y pintar. En casa, el arte era como comer y beber. El colegio traía a escritores a hablarnos de los libros que leíamos. Así, con ocho años, conocí a autores de literatura infantil como Monserrat del Amo o Joaquín Aguirre Bellver, periodista y último cronista en Cortes, que fue mi primer prologuista. La segunda fue Gloria Fuertes.

Cuando Julio estudiaba Enfermería en Plasencia, escribió a Gloria y esta le pidió que fuera a verla a Madrid. Le recomendó que se dedicara a la literatura y a la pintura y le presentó a las familias de Rafael Montesinos y de Lorca, a Antonio Gala, Terenci Moix, Mario Benedetti, José Saramago...

«Me convertí en 'el niño' de Gloria Fuertes. La acompañaba a las ferias del libro, dábamos recitales conjuntos, me presentaba a gente de la Casa Real, de la política, de la cultura, a editores, a artistas. Ella decía que hay que juntarse con alimañas todas. El último viaje de su vida, lo hizo Gloria Fuertes a Miajadas para presentar mi libro 'Beso en verso' en 1998. También llevé a mi pueblo a Antonio Gala o a Terenci Moix», repasa.

Julio Santiago acaba de publicar 'Eyaculacciones'. El día 15 de mayo, lo presenta en la librería 'Libros y café' de Cáceres. Son 86 poemas de versos de una sola palabra. Y junto a cada poema, 86 fotos de Jimena Marcos, en blanco y negro, de desnudos masculinos y femeninos.

He aquí algunos de sus poemas separados por puntos suspensivos: «Mi pez preferido: pezón. Todas tus curvas originan mi única recta. Si tú me dices ¡va!, lo como todo. Me gusta amanecer con olor a semen y café».

Julio Santiago se considera un poeta erótico e irónico. «Hay que reírse de lo gracioso, pero también de lo dramático». Asegura que a partir de su tercer libro, 'Risas bajo el ombligo', empieza a hacer una poesía depilada, «dejo las palabras necesarias, huyo de barroquismos y retórica. En este tiempo, hay que dar mensajes breves y contundentes desde la libertad de expresión absoluta».

Mensajes contundentes, eróticos e irónicos: «Tu escote hace que brote mi quijote. Dices Navidad y no paro de pensar en pinos y bolas. Mi vida entre tus piernas se pasa corriendo. Tu cirio no me alumbra ¡me asombra!».

Julio Santiago pinta y dibuja. Además de sus 17 libros de poemas y uno de historia y de su presencia en ocho antologías y en tres libros colectivos, ha presentado 10 colecciones de pintura. Su afinidad por los desnudos la relaciona con la ironía y con su interés por lo que está debajo de la piel.

Un libro titulado 'Eyaculacciones', unos versos como estos: «Pareja es el amigo que ha perdido la cuenta de los coitos contigo. Tu lengua es el único falo que me folla sin tregua», una portada en la que dos hombres desnudos, de espaldas, se tocan el culo. ¿No es jugar demasiado a la provocación? El poeta no titubea: «Todo arte debe provocar algo y es importante que una portada no pase desapercibida en las librerías. Somos tan básicos y tan mamíferos que un desnudo despierta más interés que ninguna otra cosa».

Julio Santiago trabaja en Urgencias del Hospital Universitario de Móstoles desde hace 18 años. «Estar en contacto directo con el nacimiento y la muerte me llena de emociones y anécdotas», asegura. Las emociones, depuradas, tras una larga digestión, se convierten en palabras, en vida, en poemas: «Hay que revolcarse o morir».

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