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El debate monta a Sánchez en una ola

El debate monta a Sánchez en una ola

Pedro Sánchez usa de telonero en Badajoz a Felipe González para reivindicar los logros del socialismo en España. El candidato del PSOE se ve ganador del cara a cara y sigue relacionando a Rajoy con Bárcenas

J. López-Lago

Martes, 15 de diciembre 2015, 12:08

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A Pedro Sánchez el debate televisado del lunes le dio un empujón y un día después vino a expresar su subidón en Badajoz, donde la joven apuesta del partido socialista sintió el respaldo, casi siempre necesario, de viejos rockeros de la política con los que comparte siglas. Lo arroparon barones retirados que hace décadas cosieron el país con medidas socialdemócratas, las mismas que el aspirante a la Moncloa pretende reivindicar ahora, cuando acusa al PP de querer erradicarlas. Pero es que el PSOE necesita además sacudirse la amenaza de otras formaciones, incluso de izquierdas, que se presentan como autores de recetas sobre educación, sanidad o derechos sociales de las que el partido socialista se considera el padre. La aportación de Sánchez, de la que ayer presumió, fue una paridad en su lista al congreso que ningún otro partido puede exhibir.

Con Felipe González y el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra en primera fila, el objetivo del líder socialista ayer en Badajoz fue que se visualizara una cohesión de filas, y también de generaciones, en torno a su figura. Pero sobre todo recordar en la recta final de la campaña todo lo que ha hecho por España el socialismo que él encarna ahora, tal y como lo demuestra la papeleta electoral y los miles de carteles que se ven por el país.

Pero si algo se incorporó al guión a última hora fue la necesidad de aprovechar el viento de cola que desató el debate televisado del lunes para recortar la ventaja del PP.

Pedro Sánchez, como candidato, era prácticamente una esquela hace dos días. Ayer llegó a Badajoz rejuvenecido tras el careo con Rajoy y se encontró con un mitin estudiadamente lleno a rebosar en Extremadura, territorio reconquistado al PP el pasado mes de mayo.

El ambiente lo montó en una ola y le aportó esa dosis de euforia necesaria para afrontar el desafío del próximo domingo, donde se la juega a todo o nada, pues tras las últimas encuestas que dan al PP ganador se ha empezado a especular con su futuro de no convertirse Sánchez en presidente del gobierno.

Del debate cara a cara con Rajoy aún había resaca y Sánchez y su entorno la aprovecharon. El expresidente González dijo socarrón que «en mis más de cincuenta años de vida política me habían dicho de todo», por eso se sorprendió de que en el PP «tengan la piel tan sensible».

Después se refirió al mismo episodio Pedro Sánchez: «me dolió que un líder de izquierdas se rasgara las vestiduras porque yo dijera que Mariano Rajoy no es un político decente», dijo.

El candidato del PSOE aún se recreó en la brecha que más sangra de su adversario y dijo que a Rajoy le cuesta ir a los debates «porque la reforma laboral, los recortes y su relación con Bárcenas no tienen defensa posible», y añadió que «Rajoy no puede luchar contra la corrupción porque está prisionero de los papeles de Bárcenas»

Justo antes tanto la número uno por Badajoz, Patricia Sierra, como el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, recordaron la necesitad de captar el voto de los indecisos, una horquilla demasiado abultada en las encuestas que desvela a analistas, asesores y candidatos. El voto útil es ya un cliché preeelectoral recurrente en campaña. Ayer Sánchez lo elevó a la categoría de tópico cuando dijo, aunque lleve razón, que «esta vez el voto útil es más útil que nunca».

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