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Mujer sí, pero del 'establishment'

Mujer sí, pero del 'establishment'

Obama hizo bandera de la llegada del primer afroamericano a la Casa Blanca pero Hillary Clinton no ha jugado la baza de 'la primera mujer presidenta'. ¿Por qué?

yolanda veiga

Martes, 8 de noviembre 2016, 11:07

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«Lo que ahora puede parecer absurdo será un asunto serio en el mañana». La frase, un vaticinio, es de Victoria Woodhull, una líder del movimiento sufragista en Estados Unidos, cuya biografía recupera estos días la prensa porque fue la antecesora de Hillary Clinton. La pionera, la primera mujer candidata a la presidencia de los Estados Unidos, aunque las posibilidades fueran mínimas ya que encabezaba el minoritario partido Equal Rights en 1872. No es difícil imaginar qué travesía en el desierto le habría esperado a una presidenta en una época en la que las mujeres no solo no podían votar, es que no podían ni entrar solas a un restaurante. Woodhull abrió una senda por la que nadie han transitado en casi siglo y medio. Hasta que ha llegado Hillary Clinton, que podría convertirse en la primera presidenta de los Estados Unidos. Como poner una pica en Flandes. Pero la candidata demócrata apenas ha hecho campaña de este hecho diferencial, histórico por excepcional. La posible llegada de una mujer a la Casa Blanca (en calidad de 'dueña') no ha generado el mismo debate que el que se produjo con Obama, el primer afroamericano. Hillary Clinton ha desbrozado la senda que abrió Victoria Woodhull, pero no ha sido un plus en su campaña. ¿Por qué? El experto en comunicación política Pau Canaleta y el presidente de la Asociación de Comunicación Política, David Redoli, analizan las razones por las que la aspirante demócrata no ha podido o no ha querido hacer de su circunstancia bandera y, de paso, ventaja.

Una «deuda» saldada

«Cuando Obama llega a la presidencia se habla muchísimo de que, por fin, hay un afroamericano en la Casa Blanca y, con ello, se corrige una anomalía. Pues imaginemos la deuda que hay con las mujeres. Son más de la mitad de la población pero hasta ahora no había habido ninguna mujer en política a ese nivel. La candidatura femenina era una deuda del propio país», considera David Redoli. Y confirman los datos: solo hay cinco gobernadoras en Estados Unidos (hay cincuenta estados) y cuatro de cada cinco congresistas o senadores son hombres.

«Representa el establishment»

«Hillary Clinton es una rara avis. Lleva en el imaginario colectivo treinta años, así que los votantes no la ven como alguien fresco. Toda la cuota de cosas positivas atribuidas a ser la primera mujer candidata se lo 'come' el hecho de que es alguien que proviene del poder establecido. Ha sido secretaria de Estado, senadora, primera dama...», advierte David Redoli. Y secunda Pau Canaleta: «Ella ha estado siempre en Washington, es Washington cien por cien, un lugar que tiene todo el poder y no es ni siquiera un estado. Los estadounidenses que se han visto golpeados por la crisis reniegan de las élites. Y Trump es igual de élite o más que Hillary, pero ha hecho un discurso populista, más alejado de esas élites».

Hillary, Colau y Esperanza Aguirre

Ada Colau y Esperanza Aguirre son la antítesis en muchos aspectos. Y dos magníficos ejemplos de cómo el voto femenino no se 'reparte' igual a izquierda y a derecha. «El electorado femenino conservador vota a Esperanza Aguirre o a Ana Botella porque representan valores tradicionales, y precisamente por eso nunca van a apoyar a Ada Colau. Para las votantes de derechas que una mujer gobierne no es considerado algo histórico o relevante. Sin embargo, las votantes de izquierdas sí dan valor a que una mujer llegue a presidenta y algunas habrán votado incluso a Esperanza Aguirre solo porque es mujer, aunque ideológicamente no compartan sus postulados», ejemplifica Pau Canaleta. En este sentido, Hillary Clinton tiene complicado el voto femenino, que va a ser a todas luces decisivo: «Le cuesta atraer a las mujeres conservadoras», y es un colectivo clave.

Imagen de «mujer muy dura»

La candidata demócrata «tiene que transmitir que es capaz de liderar la primera potencia mundial, que no es la 'mujer de', que tiene larga trayectoria política... y todo eso le da una imagen de dureza que aleja un poco al electorado», advierte Pau Canaleta. El experto percibe que la política «se está feminizando», en el sentido de que «los valores femeninos de más negociación y menos ordeno y mando» se están imponiendo. «Pero Hillary Clinton, como Ana Botella o Angela Merkel, esconden su feminidad. Es más, hay hombres como el canadiense Trudeau o el propio Obama que transmiten mejor esos valores 'femeninos' de tejer y dialogar en lugar de imponer».

La factura de haberse enfrentado al «inexperto» Obama

La Hillary «dura» no es una estrategia de esta campaña. Pero sí lo fue de otra, la de las primarias presidenciales del Partido Demócrata de 2008, cuando se enfrentó a Barack Obama. «En aquella campaña ella quería dar la sensación de que Obama era un político inexperto. Recuerdo un spot muy efectista, se titulaba algo así como 'A las tres de la mañana', y en el vídeo se veía a bebés durmiendo tranquilamente de madrugada. Entonces sonaba el teléfono de la Casa Blanca, dando a entender que algo grave ocurría y la conclusión era: '¿Cuando hay problemas quién quieres que los resuelva, alguien sin experiencia o alguien experto'. Hillary jugó entonces muy fuerte la carta masculina y eso le ha marcado», coinciden los expertos.

«¡Ey, soy la primera mujer presidenta!»

Podía haberlo dicho Hillary en sus actos de campaña. Podía incluso haber vertebrado en torno a esta idea su discurso electoral. Pero no lo ha hecho. «La circunstancia de que por primera vez haya una mujer candidata a la presidencia de los Estados Unidos no está teniendo peso en el debate público. Y su candidatura tampoco ha arrastrado consigo el debate sobre la necesidad de equiparar el peso de hombres y mujeres en las estructuras de poder político». Y eso no ha sucedido por dos razones, apunta David Redoli: «Por una parte, ella no se ha esforzado en decir: '¡Ey, que soy la primera mujer en llegar a la Casa Blanca!' y, por otra, el fenómeno Trump ha provocado una vorágine tal que ha fagocitado todo lo demás».

Entre 'Guatemala' y 'Guatepeor'

Hillary Clinton no despierta entusiasmo igual que no lo despierta su contrincante. «Según las encuestas a la mitad de los estadounidenses no le gusta ninguno de los dos candidatos», explica David Redoli, que cree que los votantes van a tener que elegir «entre 'Guatemala' y 'Guatepeor'».

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