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Hillary Clinton posa junto a Michelle Obama durante la campaña.
Cada vez más mujeres contra Trump

Cada vez más mujeres contra Trump

Michelle Obama encarna la indignación general por el creciente número de testimonios sobre los abusos sexuales del candidato republicano

MERCEDES GALLEGO

Jueves, 3 de noviembre 2016, 09:17

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Cuando Michelle Obama se subió ayer al escenario de Manchester (New Hampshire) no estaba haciendo campaña por Hillary Clinton, como se esperaba. Estaba indignada, le temblaba la voz, apretaba los labios. Si hay algo que siempre le ha hecho perder los estribos es la prepotencia de un macho con las mujeres. Para los abusos de Trump no tiene palabras. "Esto no es normal. Esto no es la política de siempre. Esto es vergonzoso, intolerable, no importa a qué partido pertenezcas", espetó iracunda. "Ninguna mujer merece que se la trate de esta manera. Ninguna de nosotras se merece este tipo de abuso".

Es su política no mencionar el nombre de Donald Trump y ayer no se la saltó, pero por primera vez habló trastornada de "ese candidato presidencial al que vimos la semana pasada fardar de abusar de las mujeres", contextualizó. "Y no me puedo creer que yo esté diciendo que ¡un candidato presidencial ha presumido de abusar sexualmente de mujeres!". Ya no era la primera dama contenida y elocuente, armada con frases hechas para la memoria, sino una mujer que sentía en su piel los abusos de todas las mujeres que han salido estos días a dar testimonio de las agresiones de Trump. "He de confesar que no puedo dejar de pensar en ello. Me ha sacudido hasta las entrañas de una forma que no me podía imaginar. Me encantaría venir aquí y dar mi discurso habitual de campaña, pero no puedo pretender que esto no está ocurriendo".

A esas horas en las que no paraban de salir a la luz víctimas de la conducta abusiva del excéntrico multimillonario, él mismo se defendía de las imputaciones en la otra punta del país, con tanta o más ira que Michelle Obama. "Esas acusaciones son absolutamente falsas", clamaba. "Fabricadas, pura ficción".

Lo decía en Palm Beach, donde el periódico local abría ese día con el testimonio de Mindy McGillivray, que había confirmado que la ya célebre "charla de vestuario" era en realidad una rigurosa descripción de su conducta. "Me siento automáticamente atraído por las mujeres guapas. Es como una imán. Las beso, ni siquiera espero, les meto mano. Y cuando eres una estrella te dejan. Puedes hacer lo que quieras".

Desde que esa cinta vio la luz el viernes, Trump ha intentado pasarle la bola a Bill Clinton con el argumento de que lo propio eran palabras pero lo del expresidente que puede volver a la Casa Blanca de la mano de su esposa eran acciones. Incluso ha contratado a mujeres que aparecen en los mítines de Hillary Clinton con camisetas que acusan a su marido de violador y a ella de consentirlo.

Su esposa embarazada

McGillivray, sin embargo, dice que ese día de hace doce años en el que acudió a la mansión de Trump en Mar-a-Lago como ayudante del fotógrafo Ken Davidoff sintió una mano por el culo y al darse la vuelta vio a Trump. No fue un accidente ni un pequeño toque, "fue muy cerca del centro de mi trasero". Como muchas otras mujeres, la joven que entonces tenía 22 años se preguntó: "¿Le digo algo y monto una escena o me quedo callada?".

En esa misma mansión, la periodista de la revista 'People' Natasha Stoynoff, que se encontraba allí para hacer un reportaje de la pareja en el aniversario de su matrimonio, vio cómo Trump la empujaba contra la pared y le metía "la lengua hasta la garganta". La salvó sólo un empleado que vino a avisar de que su esposa Melania, entonces embarazada, ya se había cambiado de vestido y estaba lista para la siguiente foto.

Trump ha desestimado este relato con su habitual arrogancia. "¿La habéis visto? ¡No lo creo!". Pero está también Jessica Leeds, que tuvo la mala suerte de sentarse junto a él en un avión, según contó a 'The New York Times'. "Era como un pulpo, me ponía las manos por todas partes". Y Rachel Crooks, una recepcionista de la Torre Trump que se encontró con él un día en el ascensor y le tendió la mano. "Me besó directamente en la boca, me sentí violada". O Miss Arizona 2001, que lo tuvo que saludar con los pechos al aire cuando irrumpió en el vestuario. O Miss Washington, que le acusa de tratar a las concursantes como ganado... "¡Tantos relatos de mujeres!", dijo conmocionada Michelle Obama. "Me recuerda a lo que contaban nuestras abuelas sobre lo que les hacía el jefe sin que pudieran defenderse".

Trump las llama a todas "mentirosas horribles" y acusa a "la empresa criminal de Hillary y los medios" de inventarlo todo, pero con cada testimonio caen sus números en las encuestas, donde incluso pierde a la mujeres republicanas por 30 puntos de diferencia con Clinton.

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