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Vara, en dependencias sanitarias de Aldeanueva del Camino. :: palma
«Que Guillermo sea Guillermo»

«Que Guillermo sea Guillermo»

Vara no aparecerá haciendo 'spinning' ni pescando; su equipo dice que él no lo aceptaría y además, quieren diferenciarse de Monago

Antonio J. Armero

Jueves, 14 de mayo 2015, 08:27

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A las cinco y media de la tarde, en Gargantilla (423 vecinos), donde los carteles electorales se pegan con celofán, solo se oyen los pájaros, el río y algún ladrido. Hasta que llega Guillermo Fernández Vara. Entre las 17.35 y las 18.15 horas de ayer, no quedó en el pueblo -a 40 kilómetros de Plasencia en dirección a Salamanca- un vecino que estuviera en la calle y no fuera saludado por el candidato socialista.

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«Este es un pueblo pequeño, muchas gracias por acordarte de nosotros, por aquí no ha venido nadie», le dice el candidato local, Venancio Pérez, al invitado, que acaba de estrechar las manos o besar las mejillas de la treintena de personas que le espera a la entrada de la localidad. En el grupo hay un poco de todo: jubilados, currantes, señoras, chavales, treintañeros y un bebé en un carrito, echándose una siesta preciosa.

«¡Cómo no voy a haberle saludado, hombre!», contesta extrañado Juan Hernández, jubilado, 78 años, afiliado al PSOE desde 1982 y con un currículum de buen militante en el que luce saludos a Felipe González y Zapatero y mítines varios. «Me acuerdo de uno de Guerra en Cáceres, en la plaza de toros, con la gente empaquetada, unos pegados a otros», rememora el lugareño mientras a Vara le enseñan las instalaciones de la cooperativa hortofrutícola.

Saludar a los médicos

Entre los guías del expresidente tienen claro que la cooperativa es uno de los sitios que hay que llevarle a ver. Pero él tiene sus querencias. «Vamos a entrar a saludar a los médicos», propone. Llaman al timbre, sale la médico con el fonendoscopio colgando del cuello y entra el forense más conocido de la región, que nada más traspasar la puerta, pide a las cámaras de televisión que por favor, no pasen.

Vara se autoconcede diez minutos de intimidad relativa, y cuando sale, una vecina le entrega un papel con un texto y le canta una oda a Extremadura. Un rato antes le habían presentado a un vecino, «un socialista de toda la vida» le dijeron. Y el hombre le empezó a hablar de los años de la Guerra Civil, de la cárcel... «No digo que haya que olvidar, pero sí que hay que mirar para adelante», zanjó Vara, al que en la siguiente parada, Aldeanueva del Camino (796 habitantes), recibieron con aplausos, con gritos de «¡Presidente, presidente!» y con un piropo que quizás no esperaba. Alguien dijo «Estás más joven que la última vez». Y el apunte tuvo un eco desmesurado. «Sí, es verdad», confirmó una segunda mujer. «Pues está bastante más joven», rubricó un tercero. «Sí, si, lo está, lo está», añadió un cuarto. Y así, varios más.

Quizás le sonó especialmente bien porque en Gargantilla, una vecina había tenido un lapsus y le había llamado Rajoy. La mujer corrigió rápidamente: «No, que ya lo se, es el presidente de Extremadura». Nada nuevo. Que lo va a ser se lo repiten a diario los militantes a los que visita en los pueblos. Lleva ya unos cuantos en esta campaña, para la que Fernández Vara cuenta con el asesoramiento de una empresa especializada.

A sus asesores se les dibuja una media sonrisa cuando se les plantea si habrá foto de Vara haciendo 'spinning' o pescando, como ha hecho Monago. O jugando al tenis o al fútbol o a la perejila, por no copiar. La reacción es la respuesta más elocuente. No, no habrá esa foto. Él se negaría, aseguran, y además, la estrategia va por otro lado y se resume en una frase: «Dejar que Guillermo sea Guillermo». Con una apostilla: «Adaptar la campaña al candidato, y no al revés».

Esto no debe traducirse, matizan, como que él haga lo que le venga en gana. Detrás de ese principio tan aparentemente simple hay un trabajo previo que empezó hace un año y cuya explicación conduce a emplear términos como el de 'geomárketing' o el del 'voto disputable'.

El juego de los votos

Las empresas que están tras las campañas electorales de los candidatos, sea Vara o sea Monago, saben no ya lo que se vota en Badajoz o en Cáceres, sino lo que pasa en cada barrio, en cada mesa electoral. Juegan con datos con un alto nivel de desagregación. Saben donde están sus votantes y dónde los del adversario, y también aquellos sitios donde hay margen para mejorar los resultados de los comicios de hace cuatro años. A partir de esta catarata de números, se decide ir a un sitio o a otro.

No es casualidad que el primer día de campaña Monago fuera a Fuente del Maestre y no pisara el mercadillo que había ese día allí. Probablemente, si en vez de ser presidente fuera candidato, se habría pasado por los puestos. Ni es casual que el aspirante socialista iniciara su campañas como si fuera Willy Fog, yendo de Jerez de los Caballeros (sur de Badajoz) a Montehermoso (norte de Cáceres).

El «dejar que Guillermo sea Guillermo» significa que esté en la calle y salude a la gente, y que su mensaje conserve su tono habitual, alejado de estridencias. «Soy mejor candidato que hace cuatro años», dijo ayer Vara en 'Los desayunos de TVE', su primera cita del día. Esa frase ya la había dicho antes, y probablemente, la repetirá de aquí al día 24. Quedan diez días. Empieza la cuenta atrás.

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