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E. FREIRE
Jueves, 25 de febrero 2016, 10:12
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Los hermanos Gabriel y Eleuterio Rivera son maestros fundidores de campanas de bronce, como lo fueron su padre, su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo, un cántabro afincado en Montehermoso (Cáceres) donde se casó y tuvo ocho hijos, que fundó la empresa en 1850. Generación tras generación, los Rivera fueron aprendiendo las medidas y fórmulas fundamentales para diseñar y fabricar sus campanas, carrillones y relojes monumentales, que ellos mismos instalan en torres, fachadas de ayuntamientos y cualquier edificio público o privado. En la fundición de Campanas Rivera se mantiene el método artesanal combinado con avances tecnológicos que permiten automatizar, personalizar y hasta repicar por control remoto.
«Somos punteros en el mundo en aplicar el sistema Be Cloud a nuestras campanas», explica Gabriel Rivera. Esta tecnología para dispositivos móviles en «la nube» permite accionar los badajos desde una tableta, un smartphone o un ordenador. «Un párroco puede tocar las campanas de su iglesia con su teléfono y desde cualquier lugar del mundo», apunta el maestro fundidor.
La empresa fabrica unas 450 campanas de bronce al año en su taller extremeño donde trabajan 15 personas y factura alrededor de 1,5 millones de euros. Catedrales como las de Toledo, Ávila, Segovia y Badajoz, o parroquias como la de Jerez de la Frontera llaman a los fieles con el «toque Rivera». También, reciben pedidos para edificios civiles, como el Palacio de Villafranca en Sevilla, sedes de empresas y hasta clubes de Fútbol. El Sevilla Fútbol Club, por ejemplo, encargó a los hermanos fundidores una campana decorada con el escudo rojiblanco para celebrar sus éxitos.
Mercado internacional
Pero el mercado de Campanas Rivera es ya internacional. La empresa tiene clientes en Irlanda, Italia, Guinea, Ecuador, México o Japón. «Las empresas japonesas nos piden muchos carrillones, que son conjuntos de campanas afinadas para tocar melodías», explica Gabriel Rivero. «En campanas se lleva el estilo gótico. Las nuestras están hechas de cobre en un 79%, mezclado con un 21% de estaño. Las impurezas no pueden sobrepasar del 1,5%», detalla Gabriel. La materia prima que se utiliza en el taller de Montehermoso viene actualmente de Frankfurt.
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