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Con las mujeres siempre

manuel vilas

Jueves, 8 de marzo 2018, 10:35

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No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Sostuvieron la historia y se convirtieron en cuerpos sin nombre. Sostuvieron y sostienen la vida, el universo, las calles, las ciudades, los continentes, los mares, las montañas. Sostienen el trabajo con que se funda nuestra riqueza. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Llevan a sus hijos de la mano, los llevan al pediatra, los llevan a la escuela, los llevan al dentista, los llevan siempre. Fuman más que los hombres. Están allí, hablando con los profesores de sus hijos, recibiendo el fracaso de sus hijos, con el rostro entristecido, cuando un hombre les dice que su hijo no vale para estudiar. No vale para nada.

El fracaso les rompe la juventud, les rompe la alegría del rostro. Porque el fracaso en las mujeres no tiene perdón. El fracaso en las mujeres es un abismo, una confiscación de sus almas. Y tiemblan. Y las despiden de sus trabajos. Y llevan toda la vida sumergidas en la invisibilidad. Con el miedo de ser mujeres. ¿Quién creó ese miedo? Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. Y envejecer es una declaración de culpabilidad. Porque nadie perdona el envejecimiento de las mujeres. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. Mueren solas. Mueren más que los hombres cuando mueren. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Han sido unas desconocidas.

No las vimos en ninguna página de la Historia. No salían en los libros de la Historia. No compusieron música. No escribieron novelas. No construyeron catedrales. No capitanearon ejércitos. No conmovieron al mundo. No vencieron en las batallas. ¿Dónde han estado en estos últimos 3.000 años? ¿Quién las tuvo ocultas? Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. Y aman, porque las mujeres lo aman todo. Porque ellas se compadecen de los demás. Porque son compasión. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.

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