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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?

Precariedad laboral

Que el desempleo descienda siempre es buena noticia, pero lo sería aún más si las condiciones laborales fueran mejores

PPLL

Miércoles, 3 de agosto 2016, 00:41

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En primavera pareció aflojar el ritmo de creación de puestos de trabajo que se ha registrado en los últimos trimestres pero en verano el empleo ha recuperado el pulso. Ya se vio en junio, y en julio, cuyos datos se conocieron ayer, se ha confirmado el buen momento: la caída del desempleo en casi 84.000 personas es la mayor desde 1997 para un mes de julio, y rebaja la cifra total de parados a algo menos de 3,7 millones. Los cotizantes a la Seguridad Social son casi 85.000 más que en junio, un incremento que viene dado sobre todo por la buena coyuntura en la hostelería y el comercio, actividades ligadas al turismo, en un año francamente excepcional en este sector. También las cifras desestacionalizadas son buenas: la afiliación así corregida ha sido de casi 41.500 ocupados más. El hecho de que buena parte de los contratos firmados en julio -más de 1,8 millones- hayan estado vinculados al sector turístico determina la calidad de los mismos, que en este caso es precaria: sólo el 7,6% del total fueron contratos fijos, menos que la media anual que es del 8,8%. Y este dato obliga a analizar, además del fenómeno cuantitativo, las condiciones cualitativas del mercado laboral, caracterizado por actividades estacionales y cuya baja productividad implica una elevada precariedad. Ya se sabe -y es inobjetable- que más vale empleo precario que desempleo, y que no hay otro modo de salir del pozo del paro insoportable que generó la crisis que promoviendo un fuerte crecimiento económico en un mercado desregulado. Pero a medida que el desempleo descienda y se aproxime al estructural, tendremos que prestar atención a las condiciones laborales, que son pésimas: abunda el trabajo temporal, mal retribuido y de baja cualificación, hasta el extremo de que cada vez hay más 'trabajadores' que no consiguen rebasar el umbral de pobreza. En definitiva, una vez encarrilada la economía, el próximo Gobierno deberá preocuparse de incrementar la productividad (I+D y formación), de favorecer la permanencia en el empleo y de redimir al segmento inferior de la gran masa asalariada cuyos trabajadores perciben rentas insuficientes, carecen de seguridad y no pueden en las condiciones actuales desarrollar un proyecto vital.

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