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Primero de Mayo preelectoral

Los sindicatos quieren que la ciudadanía no se desmovilice ante los próximos comicios

PPLL

Lunes, 2 de mayo 2016, 01:18

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El Primero de Mayo de este año, que aportaba como elemento más novedoso la presencia de Pepe Álvarez al frente de la UGT en sustitución de Cándido Méndez, no pudo hurtarse a la coyuntura política, que, como es lógico, condicionó tanto las reivindicaciones cuanto las alineaciones ideológicas. Bajo el lema 'Contra la pobreza salarial y social. Trabajo y derechos', Álvarez y su colega de CC OO Ignacio Fernández Toxo centraron sus intervenciones en el objetivo de convencer a la ciudadanía de que no se desilusione ni se desmovilice ante la reiteración de las elecciones generales. Ambos sindicalistas fueron críticos con las formaciones de izquierdas por no haber sido capaces de llegar a un acuerdo progresista de gobernabilidad que hubiera desbancado al gobierno saliente -conservador- y hubiese hecho posible la derogación de las dos últimas reformas laborales. El nuevo líder ugetista, que se sabía observado en esta primera aparición por haber defendido un moderado 'derecho a decidir' en Cataluña, lanzó unas propuestas ambiciosas para subrayar su implicación social, desde un plan de choque de empleo para jóvenes basado en la iniciativa pública hasta un programa para acompañar a la jubilación a las personas mayores de 55 años, pasando por un plan de renovación en las empresas a través del contrato de relevo. Y manifestó un sesgo ideológico que desborda al PSOE por la izquierda al anunciar el inicio de una «lucha sin límites» con el objetivo de repartir la riqueza, para lo que exigió «acabar con el fraude fiscal», cifrado según él en 80.000 millones de euros, y «perseguir a los delincuentes que sacan el dinero del país, a esos golfos que se llevan el dinero a paraísos fiscales». La crisis, que ha obligado a desregular el empleo en todas partes, ha provocado una dramática caída de la afiliación sindical: entre 2009 y 2015, los dos grandes sindicatos, que representan en torno al 80% de los trabajadores en la negociación colectiva, han perdido cerca de 600.000 afiliados, y hoy apenas alcanzan conjuntamente los 1,8 millones. La recuperación de la normalidad y del diálogo social debería devolver la salud a estas instituciones que siguen siendo esenciales para preservar los grandes derechos laborales, garantizar la paz social e implicar a los trabajadores en la conquista de la productividad.

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