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El corazón de la granja, por donde pasan todos los huevos que se procesan en las instalaciones de Huevos Guillén en Almendralejo. :: casimiro moreno
Huevos Guillén procesa un millón  de huevos diarios en Almendralejo

Huevos Guillén procesa un millón de huevos diarios en Almendralejo

La empresa vende su producción a Mercadona dentro del proyecto de cadena agroalimentaria sostenible de la firma de supermercados

José M. Martín

Domingo, 6 de diciembre 2015, 08:58

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Los números impresionan: 1,2 millones de gallinas hay en sus instalaciones, un millón de huevos son procesados a diario y 250 toneladas de pienso se elaboran cada 24 horas en la granja, denominada Campo Viejo, que Huevos Guillén tiene en Almendralejo. Sin embargo, por mucho que estas cifras sean explícitas, es difícil hacerse una idea de lo que son realmente un millón de huevos todos los días -la fábrica no cierra ninguna jornada al año- hasta que uno no ve avanzar lenta y constantemente las cintas transportadoras repletas de huevos que, tratados con suma delicadeza, se bambolean ligeramente con un movimiento casi hipnótico. Así recorren todas las instalaciones de la granja, desde la zona de puesta hasta que son envasados y paletizados.

El grupo Huevos Guillén tiene tres líneas de producto: huevos de gallina, huevos de codorniz y ovoproducto (claras de huevo o huevo hilado). En Almendralejo solo producen huevos de gallinas de dos clases -los normales y los camperos- que a su vez se subdividen en dos categorías. Los de categoría B, que son los huevos que salen sucios de las zonas de producción, los que tienen alguna fisura o los que su color es demasiado pálido, se venden a la industria. «Los huevos no se pueden limpiar. No se tocan en todo el proceso», explica José Miguel Díaz, responsable del centro de Huevos Guillén en Almendralejo. Por su parte, el producto de categoría A se vende de manera íntegra a Mercadona, con quien les une una relación comercial que se remonta al año 1997. En 2000 fueron un paso más lejos y se convirtieron en interproveedores de la marca. «Esto significa una colaboración mucho más estrecha y de confianza», dice Díaz.

La relación ha continuado su evolución y en la actualidad se enmarca dentro del proyecto de cadena agroalimentaria sostenible. Esta forma de trabajar se asienta en una idea que busca el beneficio para todos los integrantes del proceso de producción de los comestibles que llegan al lineal de las tiendas, desde los productores de las materias primas hasta el consumidor final. El objetivo que persigue el proyecto de Mercadona es asentar unas bases de crecimiento del sector primario y contribuir al equilibrio social, algo que la cadena de supermercados considera fundamental, sobre todo en regiones como Extremadura.

La cadena agroalimentaria sostenible de Mercadona se extiende también a los proveedores que tiene Huevos Guillén. Y es que en las instalaciones de Almendralejo se fabrican piensos con los que se alimenta a la cabaña ganadera de Campo Viejo y al centro de crianza que el grupo tiene en Trujillanos, donde las gallinas llegan con un día de vida y crecen hasta que con 16 semanas se trasladan a la granja de producción. «Sin embargo, no empiezan a poner huevos hasta que no tienen 22 semanas, aquí tienen un periodo de adaptación de unos 40 días», señala el responsable del centro.

Huevos Guillén compra las materias primas (maíz, soja, trigo, cebada y girasol) con las que elabora sus piensos a los agricultores de la zona. Las cantidades de cereales que necesitan son muy elevadas. «Hay que tener en cuenta que nos autoabastecemos de pienso y fabricamos unas 60.000 toneladas al año», añade Martín. Por ejemplo, en lo que se refiere al maíz, que es el principal componente de la alimentación de las gallinas, en Huevos Guillén consumen 25.000 toneladas al año. «La mayor parte vienen de proveedores regionales y próximos a Almendralejo, pero cuando se acaba el maíz a nivel regional hay que acudir a mercados internacionales», indica Martín.

La fábrica de piensos actual lleva funcionando en Huevos Guillén unos seis meses. «Siempre hemos tenido fábrica, pero se había quedado pequeña y obsoleta tecnológicamente, por lo que se vio la necesidad de hacer otra con una productividad y una capacidad adaptada a nuestras necesidades actuales», según Díaz, que añade que en los últimos cinco años el centro de Almendralejo ha realizado una inversión de nueve millones de euros, la mayor parte destinados a cumplir la legislación y la normativa europea de bienestar animal, aunque la fábrica también ha supuesto una cantidad importante. «Estas inversiones han podido realizarse gracias a la tranquilidad que nos transmite nuestra relación comercial con Mercadona. Todos nuestros proyectos de inversión los hemos puesto en marcha gracias al trabajo conjunto. Vender a Mercadona toda nuestra producción de Almendralejo garantiza que podamos pagar esas inversiones», relata el responsable del centro.

La relación que mantiene el grupo con los agricultores es muy cercana. «Exigimos lo mismo que nos exige Mercadona, seguridad a nivel agroalimentario y un producto de calidad cuya trazabilidad sea perfecta», expone Martín.

Para cumplir estos requisitos, en las explotaciones agrarias las labores se deben realizar buscando la mayor productividad posible. Con el objetivo de lograrlo, desde Huevos Guillén se trabaja junto a los agricultores prestando asesoramiento técnico y apoyo económico. «Nos reunimos y ponemos ideas en común, el agricultor su experiencia y nosotros los conocimientos técnicos (proporcionados por la empresa de gestión de fincas Tepro). Después se realiza el plan del año que se debe seguir en las explotaciones», cuenta Martín, ingeniero técnico agrícola de formación.

En lo que se refiere al aspecto económico, los agricultores se benefician de los mejores precios que puede obtener Huevos Guillén al comprar semillas o fertilizantes para todos sus proveedores. «Lo mismo sucede con la maquinaria. No todos los agricultores disponen de la maquinaria para las labores que nosotros exigimos que se hagan. En ese caso se la facilitamos. No serviría de nada que yo exigiera una labor a un agricultor si no tiene medios para hacerla», incide el responsable de la fábrica de piensos.

Con este sistema, los agricultores pueden innovar y mejorar sus explotaciones. «Afrontamos inversiones sabiendo que antes de sembrar, tenemos la cosecha ya vendida, lo que nos da tranquilidad», manifiesta Emilio Bravo, un agricultor que vende su maíz a Huevos Guillén, en relación a los contratos de campaña. Desde el grupo buscan relaciones duraderas con los productores de materias primas. «La idea es dar continuidad. Esa es la filosofía de la cadena agroalimentaria sostenible. Si cambias de agricultores todos los años, es que algo no va bien», puntualiza Martín.

Otro de los conceptos en los que se apoya el proyecto de cadena agroalimentaria sostenible es en el de estabilidad. «No recuerdo el tiempo que llevan los huevos sin cambiar de precio en el lineal de Mercadona. Y eso no era lo normal en nuestro país», informa Díaz, que considera que la estabilidad se consigue a través de un proyecto común, en el que se analizan todos los pasos que se van dando. Así es como el beneficio del proyecto lo nota el consumidor final. «El objetivo final es darle al consumidor lo mejor y al mejor precio», apostilla el responsable del centro.

En este sentido, Mercadona también exige a sus interproveedores mejorar sus sistemas de producción para ajustar al máximo los costes, pero sin perder calidad. «Por ese motivo estamos constantemente revisando nuestros procesos y hacemos inversiones que nos permitan mejorar en productividad», sentencia Díaz, citando como ejemplo la reciente robotización del centro de clasificación. «Tenemos un proceso de embalado y paletizado que nos permite una mejora de rendimiento en torno al 20% en velocidad, fiabilidad y calidad de presentación», muestra el responsable del centro.

En la fábrica de piensos también se ha actuado en este sentido. «Antes molíamos toda la materia prima y ahora solo molemos el grano. Hemos reducido el consumo de electricidad al 50% y aumentado el rendimiento; la nueva mezcladora nos posibilita hacer mezclas de 3.000 kilos cada tres minutos. Casi hemos duplicado el rendimiento final de la fábrica», reconoce el responsable. Todo ello buscando que sus mejoras repercutan en el cliente final, al que dentro de la cadena llaman 'El Jefe'.

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