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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

Informe en portada

JUAN JESÚS PARRALEJO ECONOMISTA

Lunes, 5 de octubre 2015, 00:09

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LOS informes económicos abundan y, entre tantos, algunos se cuelan en cuñas radiofónicas y disputan minutos a los televidentes. Hacia los lectores, remontan por la prensa salmón; y en número muy reducido se reproducen en la prensa generalista. Para un viaje tan largo, no sería exagerado suponer el interés del lector o, al menos, que no dejarán indiferentes a quienes se tomen la molestia de leerlos. De leer las notas de prensa, se entiende.

Sirva como ejemplo de este largo viaje el 'Informe Estrategia de competencias de la OCDE: construyendo una estrategia de competencias eficaz para España', que llegó a la portada del HOY el pasado 23 de septiembre, con titular en ancho de página: «Los jóvenes españoles tardan 6 años en ser fijos y cobran un 35% menos que en 2008»; acompañado por dos subtítulos. El primero agrava el problema: «El 22% se ve obligado a aceptar 'minijobs', cinco veces más que la media de los países ricos». Y el segundo se atreve con una solución: «La OCDE insta a España a bajar las cotizaciones sociales y el IRPF y a abaratar aún más el despido».

De este modo, la portada del HOY abre el Informe a las dos dimensiones de la ciencia económica: la positiva y la normativa; lo que es y lo que debe ser. Como suele ocurrir con este tipo de informes, desde la confrontación política, cada cual selecciona lo que es a la medida de sus intereses. Pocos discuten los indicadores oficiales del mercado de trabajo o las cuentas públicas publicadas: España obtiene el 58% de sus ingresos impositivos totales de las rentas del trabajo (51% media de la OCDE); y el 36% de los ingresos públicos totales provienen de las cotizaciones a la Seguridad Social (27% en la OCDE).

Otro asunto es pasar de los datos a las opiniones, siempre discutibles; y de las opiniones a las medidas de política económica, siempre sujetas al enfrentamiento partidista. Lo que debe ser, en un informe económico riguroso, no contenta a casi nadie y disgusta a casi todos. Las opiniones y las recomendaciones expuestas en el Informe de la OCDE no por esperadas disgustan menos. A unos más que a otros. A unos por unas razones y a otros por lo contrario.

A propósito, entresacamos el siguiente párrafo: «Una alta carga impositiva sobre el trabajo es un elemento disuasorio para la contratación de trabajadores con baja cualificación. Para los empleadores, las cargas impositivas elevadas sobre los ingresos laborales resultan problemáticas cuando la media de productividad de los trabajadores es baja. Los impuestos sobre los ingresos laborales y, en particular, las cotizaciones de los empleadores a la Seguridad Social incrementan significativamente los costes de contratación de trabajadores para los empleadores españoles. Los bajos niveles de competencias de los adultos españoles -tal como reflejan las bajas puntuaciones en la Evaluación de Competencias de Adultos (PIAAC)- se traducen en una baja productividad laboral» (pag. 126).

Punto y seguido, con las siguientes recomendaciones: «Aunque los déficits de competencias, tanto de los trabajadores empleados como de los desempleados, deberían ser atacados de raíz mejorando directamente las competencias de los trabajadores (Retos 1, 2 y 3 en el Informe), el sistema tributario debería estar diseñado para aliviar, en lugar de agravar, los problemas generados por los bajos niveles de competencias. Reducir a los empleadores la cotización a la Seguridad Social por los trabajadores con bajos ingresos y los menos cualificados puede aumentar los incentivos de contratación de trabajadores con déficits de competencias y productividad».

Hemos citado a propósito este párrafo, porque, mirando al mercado de trabajo en Extremadura, cualquier ocasión es propicia para reflexionar sobre la relación funcional entre los costes laborales (salarios más impuestos y cotizaciones sociales) y la contratación de trabajadores con baja cualificación. Sobre la tensión entre el coste laboral total para el empresario y el salario (mucho menor) que perciben los trabajadores con baja productividad laboral.

Por desgracia, esta tensión se alivia en la economía sumergida: «Las altas cotizaciones a la Seguridad Social y los elevados impuestos sobre la renta favorecen la irregularidad del mercado laboral, especialmente en el caso de los trabajadores con rentas bajas. Allá donde la carga impositiva es elevada, los trabajadores y los empleadores pueden encontrar económicamente preferible trabajar y contratar en negro para evadir impuestos» (pag. 128).

En fin, por más que nos disguste, tratemos de entender la lógica de la economía sumergida, en España y en Extremadura. Volviendo al Informe en última cita: «Aunque (los acuerdos) podrían resultar beneficiosos para trabajadores que de otro modo no tendrían ningún trabajo, dichos acuerdos van en detrimento de la calidad del trabajo, del crecimiento económico y de la recaudación de impuestos» (pag. 129). En realidad, nada nuevo. ¿Quién no conoce los resultados de contratar y trabajar en negro? Por un lado, trabajadores sin protección laboral, que no reciben formación, fuera de las prestaciones por desempleo; trabajadores y empleadores que no contribuyen al sistema sanitario y de pensiones. Por otro, empresas que tienden a no invertir en modernizar la producción. «Esto se traduce en una baja productividad por trabajador y, por consiguiente, en unos bajos salarios». Así se cierra, o sumerge, el círculo vicioso.

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