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Déficit bajo control

España debe cumplir lo pactado con Bruselas, pero sin precipitaciones que obstaculicen el crecimiento

PPLL

Sábado, 30 de agosto 2014, 00:21

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El déficit público, cuyo descontrol fue a la vez síntoma y agravante de la doble recesión que hemos padecido en el marco de la gran crisis global, parece estar ya controlado en nuestro país. Hasta julio, este indicador se redujo un 13% en relación a la cantidad registrada durante el mismo período del año anterior, hasta el 3,08%. Eso ha sido posible gracias a un incremento de los ingresos del 3% y a una minoración de los gastos del 2,6%. Como es sabido, el objetivo al final del ejercicio (Estado, comunidades autónomas, ayuntamientos y seguridad social) es del 5,5% del PIB, más de un punto por debajo del logrado en 2013 (fue del 6,62%, algo mayor al pactado con Bruselas, del 6,5%). La buena noticia que se trasluce de estos datos conocidos ayer es el buen comportamiento de la fiscalidad, a consecuencias de la mejora de la coyuntura económica. En concreto, la recaudación total creció hasta julio un 7,3% y los ingresos impositivos totales, el 3,8%, gracias al incremento de la recaudación por IRPF (+5,3%) y por IVA (+10,2%). Si siempre es difícil realizar la consolidación fiscal de un país que ha sufrido un serio desequilibrio -España ha padecido el estallido de la burbuja inmobiliaria que hundió todo un sector de actividad-, lo es todavía más en un contexto internacional de bajo crecimiento, o incluso -como es el caso- de estancamiento y caída de precios. Así las cosas, es prudente que España avance sin prisas injustificadas hacia el ansiado 3% de déficit -momento en que volverá a cumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento-, máxime en una situación como la actual en la que consigue financiarse con costos muy bajos. Gracias a la caída de la prima de riesgo y a la situación átona de los mercados, las necesidades de emisión netas por el Tesoro serán inferiores a las calculadas en unos 6.000 millones de euros -bajan de 65.000 a 59.000 millones-, gracias a la disminución de los intereses de la deuda. En estas circunstancias, España debe cumplir lo pactado con Bruselas -y parece que está en camino de ello- pero sin precipitaciones porque el gran objetivo ha de ser que no se interrumpa la senda de crecimiento, que es la que tiene que conducirnos a una sostenible creación de empleo.

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