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El ilusionista madrileño repite como uno de los protagonistas de Extremagia, donde ya estuvo en 2013. :: j. b. y e. d.
Jorge Blass, el niño que creció hasta ser mago

Jorge Blass, el niño que creció hasta ser mago

El ilusionista madrileño es uno de los grandes atractivos del cartel del décimo aniversario de Extremagia

ESTRELLA DOMEQUE DÍAZ

Domingo, 28 de mayo 2017, 12:21

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Al buscar en el diccionario el sinónimo de mago, destaca una palabra: ilusionista. Y es que, al final se trata de eso, de crear una ilusión. Con uno u otro nombre, lo cierto es que se trata de un arte por el que no pasan los años, los siglos o, incluso, los milenios.

JORGE BLASS

  • Su pasión.

  • «La magia me ayudó mucho ya de niño y se ha convertido en mi profesión, es una suerte poder trabajar en tu pasión».

  • Su maestro.

  • «Juan Tamariz es el precursor de la magia en España, es mi maestro y el de toda mi generación».

  • Su inspiración.

  • «Esto es un arte y, al final, buscas tus experiencias y vivencias, y el vehículo para poder mostrarlas es la magia».

  • Su evolución.

  • «Es interesante y bonito, ver cómo yo aprendí con Tamariz y ahora llegan otros que me dicen que aprendieron de mí».

De Jean Eugène Robert-Houdin a Harry Houdini. De Juan Tamariz a David Copperfield. Entre esos cuatro nombres, miles de artistas han dejado su impronta en el arte del ilusionismo. Una huella que ha calado en el espectador, pero también en otros magos que empezaron a soñar con crear ilusiones desde la inocencia de ser niños. Es el caso del madrileño Jorge Blass, que en unos días formará parte del cartel de la gran gala final de Extremagia 2017, en la que compartirá protagonismo, entre otros, con la persona que le atrapó en la magia: Juan Tamariz.

«La magia me gustó desde niño, veía los programas de Juan Tamariz, de los grandes magos, y me quedaba pegado al televisor. Poco a poco fui entrando en este mundo, de forma un poco casual, pero cuando me quise dar cuenta ya era demasiado tarde, ya estaba atrapado», responde Jorge Blass al otro lado del teléfono. Entonces, ese pequeño espectador contaba con no más de siete años. Hoy, con 37 años, es un referente del ilusionismo, que no olvida su sueño de niño. «Es una afición que ya de niño me ayudó mucho y se ha convertido en mi profesión, me hace muy feliz, porque es una suerte poder trabajar en tu pasión».

Juan Tamariz, el maestro

El gran Juan Tamariz va a aparecer en buena parte de la conversación, no obstante, son como el maestro y el discípulo. «Es el precursor de la magia en España, es mi maestro y el de toda mi generación, todos hemos seguido su estela y luego ya cada uno hemos creado nuestro estilo, muy distinto al de él», señala, y añade que «todos hemos bebido de su genialidad, de cómo interpreta la magia y de cómo la concibe. Es de admirar la evolución de la magia antes y después de él, ha creado escuela, algo que es muy difícil».

No es el único nombre que sobresale, también está David Copperfield, otro referente en su carrera. «Sin duda, he encontrado muchos magos que me han marcado positivamente y han configurado en cierta medida la magia que me gusta hacer». Sin embargo, más allá de las influencias externas, Jorge Blass procura encontrar la inspiración en su interior. «Esto es un arte y, al final, buscas tus experiencias y vivencias, y el vehículo para poder mostrarlas es la magia. Otros escribirían un libro o rodarían una película, pero en nuestro caso es la magia».

Y así, treinta años después, el niño Jorge Sánchez Blas, su nombre real, ha pasado a ser el mago Jorge Blass. No es el pequeño que se quedaba embelesado con las cartas de Tamariz frente al televisor, o el que soñaba con estar un día junto a su maestro. Eso ya lo consiguió, y ahora es el que hipnotiza a otros con su magia. «Es un ciclo interesante y bonito, ver cómo yo aprendí con Juan Tamariz y ahora llegan otros que me dicen que aprendieron de mí. Es algo natural, que emociona, pero ser un referente sería una gran responsabilidad», contesta el madrileño.

Un arte autodidacta

Pero, al final, las influencias quedan a un lado cuando el mago se propone crear una ilusión. Algo «muy autodidacta» para Jorge Blass, pese a que las escuelas son cada vez más profesionales. «Cada mago crea su repertorio, algo que también tiene su encanto, porque creamos nuestra personalidad y estilo».

Pese al paso de los años, cree que no todo está inventado en la magia y una de sus últimas fuentes de inspiración está en las nuevas tecnologías, «porque cuando no se conocen para el gran público, son algo así como magia. De hecho, el científico Arthur C. Clarke decía que toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia y tenía razón. Al final, los científicos y los magos estamos en una misma liga buscando cosas extraordinarias que sorprendan al público».

En esa búsqueda de lo extraordinario, Jorge Blass da mucha importancia al deseo del público. «Los deseos van cambiando y por eso tenemos que fijarnos en nuestro público y hacerlos realidad». Al fin y al cabo, ahí reside la ilusión y el arte de la magia.

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