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La Majona, patrimonio oculto

La Majona, patrimonio oculto

La villa romana se descubrió de forma casual en 1995; veinte años han pasado hasta su apertura al público

ESTRELLA DOMEQUE DÍAZ

Domingo, 2 de octubre 2016, 13:23

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Primavera de 1995. Los periódicos hablan de Luis Roldán y Francisco Paesa; Felipe González era el presidente del Gobierno y el Barcelona había caído eliminado en la entonces Copa de Europa por el Paris Saint-Germain, con Busquets en la portería.

Aunque no lo parezca, han pasado 20 años de esos acontecimientos y de otros que pasaron más desapercibidos, al menos a nivel nacional. En un Don Benito que contaba entonces con algo más de 31.000 habitantes, uno de ellos, Antonio Jimeno, iba a realizar el que sería su mayor descubrimiento.

La carretera N-430 se encontraba en obras para construir un paso a nivel en un cruce. Para ese fin, se necesitaban áridos y los camiones se encargaban de trasladarlos desde una finca cercana al Guadiana.

Este dombenitense, hoy jubilado, trabajaba entonces en la Confederación Hidrográfica del Guadiana, y a su paso por las obras se da cuenta de que en esas tierras están apareciendo sillares, trozos de ladrillo y mosaicos. Antonio decide seguir los camiones y llega a La Majona, donde comprueba que en la zona de excavación de las máquinas hay muros cortados y trozos de mosaicos caídos en montones de tierra. Se trataba de un yacimiento romano.

No lo duda y, aconsejado por un amigo arqueólogo, lo pone en conocimiento de las autoridades competentes, entre ellas, el arqueólogo de la Junta, José Luis Mosquera; y la Guardia Civil, encabezada por Manuel Piris. Se paran las máquinas, pero los daños son numerosos.

Esa historia, la relata hoy Santiago Guerra, arqueólogo de la Dirección General de Bibliotecas, Museo y Patrimonio Cultural, sólo unos días después de haber coincidido con Antonio Jimeno en la apertura al público de La Majona, veinte años después de su descubrimiento casual. «Era como meterte de lleno en una película», expresa Guerra.

Dos décadas de sombras

Pero, desmintiendo el tango de Carlos Gardel, veinte años es mucho tiempo. En 1995, ve la luz La Majona, siglos después de quedar sepultada, pero comienza una historia de cal y de arena.

Los primeros trabajos empiezan en el 99, en la zona de los mosaicos. En el 2000, se hace la última campaña del Ayuntamiento, que había realizado una permuta con el propietario de los terrenos. Sin embargo, desde aquel inicio del nuevo milenio y hasta 2012, la villa romana queda relegada al olvido, sólo vigilada de los posibles expolios por el Seprona de la Guardia Civil.

¿Qué pasa en esos 12 años? «Hay diferentes hipótesis», responde el arqueólogo, «varias veces, el Consistorio intentó relanzar su puesta en valor, otras veces desde la Consejería. A veces, los fondos no llegaban, los pasos han sido en ocasiones fallidos, incluso hay gente que dice que la villa tiene gafe».

Pero en 2012, la suerte le vuelve a sonreír. Se diseña un proyecto de intervención, se desbrozan los muros y mosaicos, se quitan los plásticos colocados en el 2000 y se instalan mallas para evitar el crecimiento de malas hierbas. Y en 2015, llega el proyecto 'Ciudades Romanas de Extremadura', que conlleva la restauración de los mosaicos y la instalación de todo lo necesario para abrirla al público.

Valor cultural importante

Siglos después, La Majona vuelve a la vida y lo hace con un valor cultural importante. «Es un yacimiento con el que se podrá entender cómo se vivía en la época romana, pero en el mundo rural», explica.

Muy cerca está Medellín, otro enclave histórico para conocer cómo era una ciudad romana en las Vegas Altas. Pero Santiago Guerra recuerda que en este yacimiento, «se puede conocer cómo eran las poblaciones romanas y la explotación que hacían del campo».

Según los historiadores, se trata de una villa habitada entre los siglos I y V, que funcionaría como un centro productor que abastece a municipios cercanos y villas próximas. En el perímetro de la villa, se encuentran mosaicos, muros o zócalos de mármol.

Sin embargo, nada se sabe sobre quién pudo habitar allí. Se habla de vínculos con el emperador Alejandro Severo, por sus similitudes con el busto localizado en las excavaciones. «Los materiales y las dimensiones de los mosaicos, el de la sala principal es uno de los más grandes de las villas romanas en España, indican que el propietario podría tener gran relevancia» afirma Guerra.

Su identidad es un misterio, pero no su legado. Una parte se perdió en 1995, otra está aún por descubrir. A falta de nuevos fondos, en 2016, ya se puede disfrutar de un viaje en el tiempo a través de los mosaicos y muros milenarios de La Majona, una villa romana que no quiere volver a caer en el olvido.

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