Borrar
Directo Sigue en directo el Viernes Santo en Extremadura
Daniel Cortés, en la calle donde se cometió el famoso crimen.
«Todo fue anormal en  el crimen de Don Benito»

«Todo fue anormal en el crimen de Don Benito»

Una editorial ha publicado la obra de Daniel Cortés, con nuevos datos sobre el escabroso suceso de 1902

ALEJANDRO CALERO

Jueves, 5 de marzo 2015, 07:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Han pasado 113 años desde que Inés María Calderón y su madre, Catalina Barragán, fueran brutalmente asesinadas. A partir de aquella noche del 19 de julio de 1902, Don Benito tiene reservado un capítulo en la crónica negra de este país. Los hechos provocaron el desbordamiento de un pueblo que exigía justicia. La masa-sin distinción de edad, sexo o clase social- se unió contra del abuso de poder del aristócrata Carlos García de Paredes. Más de un siglo después, los ecos de este suceso resuenan en forma de historia. Un relato que el investigador local Daniel Cortés plasmó en su libro 'El crimen de Don Benito' en 2012 y que la editorial murciana Entre Renglones ha publicado nuevamente ampliado con información inédita, como los testimonios de testigos o la ubicación de las puñaladas que recibieron las víctimas, entre otros.

Nada tiene que ver el Don Benito de principios del siglo XX con el actual, aunque sus rincones todavía esconden secretos y anécdotas del famoso crimen.

Ni siquiera la calle en la que se encontraba la casa donde los criminales mataron con alevosía primero a la madre y después a la hija mantiene el mismo nombre. Entonces era la calle Padre Cortés, hoy se llama calle Virgen. Allí, según contaron unas amigas de Inés María, la desgraciada muchacha tuvo una premonición días antes de su muerte, cuando despertó diciendo: «¡Madre, que me cogen hombres!».

Miles de dombenitenses se echaron a la calle para despedir a sus dos paisanas. Dos kilómetros de largo medía el cortejo fúnebre que pasó por la calle Groizard. Los comercios cerraron y sus dueños se unieron al duelo. La consternación era tal que los asistentes hicieron una suscripción popular para pagar los gastos del entierro. Hoy día, su tumba -todavía con flores- se puede observar en uno de los laterales del cementerio municipal.

Protegido

Uno de los aspectos que más relevancia tuvo en lo trascendente del caso fue el carácter aristocrático de García de Paredes, que gozaba de la protección de Enrique Donoso-Cortés, senador y pariente suyo. Este noble ocultaba sus malos modos. Su vivienda, que actualmente pertenece a un particular, ocupa la esquina de la calle Pedro Granda.

No obstante, su influencia no le privó de ser juzgado. Vino prensa de todos los niveles, hasta corresponsales internacionales. La propia Audiencia Provincial se trasladó a Don Benito en un gesto insólito. Hubo 11 sesiones, la última con una duración de 34 horas. Se presentaron 211 testigos y el principal fue un joven de unos 18 años que no residía aquí. Con estos datos, Daniel afirma que «todo lo que rodea al crimen de Don Benito es anormal».

Al estilo Fuenteovejuna, grupos de personas anónimas se turnaban haciendo guardia en la casa juzgado de la calle Villanueva (lugar que ocupa en la actualidad la Casa de la Cultura) para impedir el traslado de los presos. «Era la época del caciquismo y el pueblo estaba cansado de aguantar tanto. García de Paredes era uno de los que molestaban y lo señalaron», apunta el investigador. Finalmente, casi tres años después del crimen, el cacique y su cómplice, Ramón Martín de Castejón, fueron ejecutados mediante garrote vil; y el sereno que les abrió la puerta para cometer el crimen, Pedro Cidoncha, condenado a 20 años de cárcel, donde acabó muriendo.

«El crimen, aunque no fue un proceso del todo justo, sí supuso un cambio evolutivo de la sociedad de Don Benito, donde se produjo la liberación del caciquismo a nivel local», concluye el autor.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios