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Willis saluda al público tras acabar su partido contra Federer.
El monitor y la leyenda
segunda ronda

El monitor y la leyenda

El número 772 del ranking pudo disfrutar de un inesperado duelo contra Federer en Wimbledon

Javier Bragado

Jueves, 30 de junio 2016, 02:11

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Cualquier aficionado que haya empuñado una raqueta desearía ser Roger Federer. Pero ante la obviedad de que sólo una persona en el mundo puede ser la leyenda del tenis, el resto de la humanidad debe conformarse con verle por televisión o comprar una entrada. Hasta ayer, porque el actual torneo de Wimbledon exhibió el descubrimiento de Marcus Willis, un jornalero de la raqueta que compitió en un improbable sueño convertido en realidad.

Hasta la presente edición en La Catedral, era muy poco probable que Willis jugara un sólo partido de Grand Slam. Se ganaba la vida en torneos de tercera categoría y completaba sus ingresos con clases de tenis a niños por 35 euros la hora. A sus 25 años lejos estaban aquellos tiempos en que fue 'top-15' júnior mundial. Con una obesidad evidente, las lesiones se habían multiplicado y su cabeza le dijo que abandonara un deporte con el que no podía ganarse el pan. Pero su novia Jenniffer le frenó. «Me dijo que era un idiota y que tenía que continuar», recordó Willis antes de saltar a la pista central con 35 kilogramos menos que dos años antes.

El azar formó parte protagonista del cuento de hadas. Su compatriota Scott Clayton tuvo que renunciar a una de las plazas de la previa porque no podía salir de Turquía y Willis cubrió la vacante a última hora. Fue capaz de ganar siete partidos consecutivos -tres en la preclasificación, tres en la clasificación y uno en el cuadro pincipal-. Las ganancias (más de 60.000 euros) igualaron a las de casi toda su carrera y probablemente a las de sus trabajos como monitor.

El día señalado, Willis salió a la hierba con la mayor sonrisa que se ha visto en el terreno londinense en los últimos años. Al fin y al cabo, el número 772 de la clasificación mundial jamás habría podido soñar con Federer al otro lado de la red en el santuario de la raqueta. Junto al afortunado, cuatro amigos se presentaron en la pista central vestidos también a imitación de su oponente -cinta incluida- y contagiaron al público para animar al monitor de tenis. Inspirados por los aficionados irlandeses del fútbol, cantaron 'Willbomb está enchufado, Federer está aterrorizado'.

El profesor de tenis disfrutó de las clases de la leyenda de la hierba con ovaciones del público cuando ganó algún juego y hasta lideró el marcador de algún set. Hasta el habitualmente sereno Federer se permitió algún guiño con quien le había robado el protagonismo. «Fue completamente diferente a cualquier partido que haya jugado en Wimbledon. Había mucha energía en la pista y fue muy refrescante», reconoció educado el suizo, quien tuvo el detalle de esperar a su oponente para abandonar juntos la pista. Ahora, el profesor podrá exhibir la fotografía del día que jugó contra Federer. Fue en Wimbledon, perdió 6-0, 6-3 y 6-3, pero ganó una experiencia inolvidable que siempre podrá contar a sus pequeños alumnos si tiene que volver a dar clases.

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