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Rossi (c), Dovizioso (i), y Crutchlow (d), en el podio.
Eterno Rossi
GP DE ARGENTINA

Eterno Rossi

El veterano piloto italiano triunfó en el circuito de Termas de Río Hondo tras la caída de Márquez a dos vueltas del final

BORJA GONZÁLEZ

Domingo, 19 de abril 2015, 00:05

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Enfundado en la camiseta del dios del fútbol para los argentinos, Diego Armando Maradona, Valentino Rossi subía eufórico al primer puesto del podio del circuito Termas de Río Hondo. A sus 36 años, tras pasar un calvario de dos años en Ducati, y después de un arranque discreto en su retorno a Yamaha, Rossi había dado una vuelta de tuerca más a la historia del motociclismo. En una carrera de menos a más, en la que la elección de neumáticos fue clave, sobre todo por el incremento de temperatura del asfalto desde el warm up a la carrera (de 24 a 36 grados), el astro italiano repitió el guión de sus últimas dos victorias: vencer desde el octavo puesto de la parrilla de salida.

Este nuevo Rossi ha cambiado de estilo de pilotaje, de modo de entrenar (rejuvenece, en palabras de su entorno, peleando en el circuito de tierra de su rancho de Tavullia con los jóvenes pilotos italianos que forman parte de su academia) y de manera de encarar los Grandes Premios, con un trabajo exhaustivo entrenamiento tras entrenamiento exclusivamente centrado en la puesta a punto para la carrera. Rossi ya no es explosivo a una vuelta, o al menos esta Yamaha M1 no es capaz de plantar cara en al ataque al cronómetro ni a las Honda ni a las Ducati con neumático más blando. Una disciplina que sacrifica pensando en la carrera. Para la de Termas, todas las Yamaha (más la Honda de Scott Redding) apostaron por montar el neumático más duro trasero, el extra duro. El resto, incluidas las RCV de Marc Márquez y de Cal Crutchlow, decidieron usar el compuesto duro (las Ducati y las Suzuki no contaban con esa opción).

Ya Márquez tras lograr la pole había anticipado que era Rossi su principal adversario para el domingo, muy a la par de Jorge Lorenzo. Y que si decidía montar ese neumático más blando su estrategia sería la de tirar desde el principio y abrir un hueco. Algo con lo que cumplió. El campeón del mundo llegó a alcanzar más de cuatro segundos de ventaja sobre sus perseguidores, un pelotón en el que se movieron en las primeras vueltas las dos Ducati de Andrea Dovizioso y Andrea Iannone, la Suzuki de Aleix Espargaró (desde su fantástico segundo puesto de la parrilla), la Honda de Crutchlow, y las Yamaha de Lorenzo y Rossi, este llegando más tarde a ese grupo después de quedarse algo cortado tras un toque con Iannone.

Con Márquez muy distanciado, Rossi comenzó a jugar en su grupo hasta tomar la delantera, siempre con Dovizioso al acecho desde el tercer puesto. Y con un Lorenzo desconocido, incapaz de encontrar un ritmo tan competitivo como sus principales rivales. El margen de Márquez parecía cómodo, y todo parecía apuntar hacia su segunda victoria consecutiva (que debía traer aparejado el liderato de MotoGP). Pero las altas temperaturas empezaron a pasar factura a los neumáticos y poco a poco Rossi empezó a mejorar sus tiempos a la par que el líder de la carrera empeoraba los suyos. Una gota malaya de recorte que llevó a Rossi a rueda de Márquez en un final no esperable pocas vueltas después. En ese momento, el del Repsol Honda fue consciente de que le iba a tocar sacar todas las armas para defender su puesto, en dos vueltas que se le podían hacer eternas. Un primer toca con Rossi defendiendo el puesto, adelantamiento de Valentino y un nuevo toque, entre la rueda trasera de la Yamaha y la delantera de la Honda (dos motos que utilizaban en Termas trayectorias completamente distintas), que terminó con las aspiraciones de Márquez y con él y su moto por los suelos. Un final no escrito que llevó a Rossi hacia su segunda victoria del año, y a mantener el liderato de la general.

Tras Rossi entraba en meta Dovizioso, que demostró una vez más ser un seguro de vida para Ducati (tres segundos puestos acumula el italiano). Tercero, y último inquilino del podio, Crutchlow, que arrebató esta posición a Iannone por 54 milésimas de segundo. A casi dos segundos cruzaba la meta un desconocido Lorenzo, que por ahora no ha constatado la mejoría que él y su moto supuestamente habían logrado para 2015.

Con la camiseta de la selección argentina sobre el mono, Rossi festejaba su victoria número 110 en el Mundial (por delante solo está Giacomo Agostini con 122), con las barras bravas enloquecidas. Pocos deportistas en la historia han conseguido alargar tanto una carrera deportiva de éxito. Con esto, el italiano confirma su candidatura al título. Con el cero de Argentina, Márquez tendrá que remar a la contra en su búsqueda de revalidar el título. MotoGP palpita gracias al ímpetu de un chaval de 36 años al que no hace mucho se daba por acabado. Y es que Valentino Rossi parece ser eterno.

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