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Carlos Prieto posa con el uniforme del Wetzlar que ha llevado esta temporada. :: hgs wetzlar
Carlos Prieto no se vuelve a casa

Carlos Prieto no se vuelve a casa

El jugador de balonmano emeritense, tras un notable curso en el Wetzlar de la Bundesliga, seguirá en Alemania, con o sin equipo

FERNANDO GALLEGO

Domingo, 3 de julio 2016, 08:41

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Cuando Carlos Prieto pasea con su mujer y su hija Nora por Mérida, es un tipo «muy alto» más. Un ciudadano. Cuando lo hace, sin embargo, por Wetzlar, una ciudad alemana del estado federado de Hesse, Carlos Prieto es un bronce olímpico (Pekín 2008) y un oro en los Juegos del Mediterráneo (2005); es tres veces campeón de la Copa de Europa, dos de la Recopa y tres de la Supercopa europea; es cuatro veces campeón de la Liga y la Copa ASOBAL y dos de la Copa del Rey y la Supercopa de España; y, sobre todo, es un jugador de balonmano con prestigio en Eslovenia, Suiza, Dinamarca y, por supuesto, Alemania. Por eso lo miran de soslayo, lo señalan disimuladamente, susurran sobre su identidad y lo dejan pasar para no molestarle, al más puro estilo de las civilizaciones tibias y respetuosas. La diferencia de apreciación es tal porque mientras que Alemania ha mantenido viva la llama por su balonmano, España la ha soplado.

«La diferencia entre el balonmano alemán y español es enorme. Allí es el segundo deporte en seguimiento. Ahora lo disfruto como protagonista, pero antes, desde la lejanía, me daban envidia. Ahora, en cambio, lo que me da pena es la Liga que tenemos aquí: no hemos sabido aprovechar los veinte años de éxitos de la selección», lo explica Carlos Prieto Martos (Mérida, 1980), que se ha marcado una notable temporada en el HSG Wetzlar, antiguo HSG Dutenhofen. Con el decimocuarto presupuesto de la Bundesliga alemana, se metieron sextos a dos jornadas del final. «Y casi llegamos al récord de clasificación de la historia del club», subraya el emeritense.

Ya sabe que no va a continuar a orillas del río Lahn, casi en el corazón de Alemania: ha terminado contrato y espera «algo más interesante». «Con mi edad ya no me entran las prisas. Me tomo este periodo con mucha filosofía. Seguro que tendré nuevas y buenas oportunidades», tranquiliza, porque sabe que su reputación anda ligada al crédito.

Salga o no pronto un equipo, la idea de Carlos Prieto pasa por Alemania. (O similares). «Me quedan todavía unos años en la élite, pero ya estoy pensando en proyectos vinculados con el deporte, las empresas y la educación. Y eso es mejor que arranque y se desarrolle primero en Alemania». Si bien no descarta marcharse, si surgiera, a Dinamarca, Francia. o hasta Japón. «Porque quiero aprender. Por eso estoy abierto a todo. Tengo claro que lo próximo que haga me tiene que motivar, y no solo deportivamente. También me tiene que reportar para mi vida laboral el día de mañana». Carlos Prieto, Premio Extremadura del Deporte en 2003, acabó las carreras de magisterio y ciencias del deporte y ahora se encuentra inmerso en masters de nutrición y preparación física de alto rendimiento.

Y necesita más formación todavía, por eso ve su regreso a España aún lejano. «La culpa de cómo está el balonmano en nuestro país es general. No había gente en los clubes que supieran gestionar los éxitos: en vez de reinvertir, hemos apostado por el pan para hoy y hambre para mañana. Se ha mirado poco por las nuevas generaciones y por los problemas que podrían surgir. En Alemania también hay errores, por supuesto, pero estructuran a medio-largo plazo, lo que da facilidades para subsanar errores o cambiar a última hora. Tienen planes B y C y D. Aquí se nos da mejor saborear los éxitos, pero no miramos más allá», puntualiza Carlos Prieto.

Cuando Carlos Prieto jugaba cada quince días en el Palau Blaugrana, las gradas presentaban un aspecto inmejorable: casi llenas. Jugase contra quien jugase. Cuando Carlos Prieto, pocos años después, visitaba el Palau Blaugrana en Champions, el aforo no estaba ni a la mitad. «En España todo se lo lleva el fútbol, y hay que volver a poner, aunque sea poco a poco, la ASOBAL donde se merece. La selección tiene un seguimiento, pero la Liga no. Por eso se han ido muchos grandes talentos al extranjero, y los que se han quedado juegan todos en el Barcelona. Teníamos la mejor Liga del mundo y no hemos sabido utilizarla, venderla, darle continuidad.».

Carlos Prieto creció bajo el manto de la mejor etapa del balonmano en nuestro país: empezó a botar, saltar y lanzar en Extremadura con el Giner de los Ríos, en la Liga escolar regional, y de ahí pegó el salto a la cantera del FC Barcelona en el verano del 97. «Me iba contento porque en Barcelona iba a poder comprar la música que me gustaba. Aquello era la gloria, porque entonces no existía internet. Aunque, en realidad, no pensaba dedicarme profesionalmente a esto. Hasta que salgo del Barcelona no me doy cuenta de que podía vivir del balonmano». Habla del verano de 1999, cuando desfila por el Gáldar, el Ciudad Real y el Valladolid. En 2009, tras colgarse el bronce olímpico y no volver a ser convocado con la selección, emigra a Alemania para jugar en el Rhein Neckar Löwen. Luego se convertiría en el primer jugador no balcánico en jugar en la Liga eslovena con el RK Celje. Y por último llegarían el Bergischer alemán, el Kobenhavn danés y el Kadetten Schaffhausen suizo.

«Son ya siete años fuera, y suelo adaptarme y desenvolverme bien al país al que me voy. Me gusta el tipo de vida que llevan. Eso sí, echo mucho de menos la familia y el clima. A la comida y al estilo te adaptas, pero a que no haya sol.». Por eso disfruta ahora con su mujer asturiana y su hija Nora por Gijón, tras pasarse unos días por la casa de sus padres en las traseras del estadio Romano, mientras escucha ofertas y ofertas que, de momento, no le convencen. Lo dicho, su currículo le evita las prisas. Total, todo pasa por Alemania.

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