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Los Juegos de 1908 cambiaron de sede por la erupción del Vesubio en 1906. Inglaterra fue el nuevo anfitrión
El atleta británico que corrió una final olímpica en solitario

El atleta británico que corrió una final olímpica en solitario

Los competidores americanos se retiraron por considerar una farsa la descalificación a otro corredor

Pilar Quijada

Jueves, 4 de agosto 2016, 19:09

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«Londres, 9.30 horas del sábado 25 de julio de 1908. El teniente británico Wyndham Halswelle escucha el disparo de salida y parte en pausada carrera, sin rivales a los lados, para conseguir una medalla de oro que ya era suya antes de que el juez apretara el gatillo. En 50 segundos recorre 400 metros, cruza en silencio la meta ante una tribuna de la que no surge ningún rugido de euforia y se convierte en el único campeón olímpico que corre en solitario una final». Así lo contaba el periodista mexicano Ramón Márquez, en su libro «Olímpicos» (debate).

¿Cómo se llegó a esa insólita situación? Es un alarga historia que comienza con una erupción volcánica. Los juegos de 1908 tenían que haberse celebrado en Roma. Pero en 1906 el Vesubio entró en erupción y expulsó la mayor cantidad de lava hasta ahora registrada. Dejó un saldo de 100 muertos y cambió por completo los planes para los Juegos. El presupuesto de Italia destinado a la competición tuvo que emplearse en tareas de reconstrucción de las poblaciones destruidas.

Londres se ofreció entonces a albergar los Juegos y en un tiempo récord de diez meses construyó el estadio White City, en el barrio de Sheperrd's Bush, que fue inaugurado por el Rey Eduardo VII de Inglaterra, el 27 de abril de 1908 y se convirtió en el primero construido con el propósito exclusivo de acoger unos Juegos Olímpicos.

Como «agradecimiento» el Comité Olímpico delega en Inglaterra la aprobación de las competiciones, ante el enfado de los delegados de varios países. Y ahí empezaron los problemas, que se hicieron visibles ya en la ceremonia de inauguración, en la que solo ondearon 20 de las 22 banderas de los países asistentes. Los atletas finlandeses reclaman el derecho a desfilar detrás de la enseña de su país, pero los británicos aducen que el Gran Ducado de Finlandia es parte del imperio ruso y rechazan la petición. Los finlandeses se rebelan y salen sin estandarte.

Inauguración con altercados

Tampoco los suecos pudieron salir con su bandera, porque los organizadores según dijeron, habían buscado una bandera de Suecia por todos los rincones, pero no pudieron encontrarla. Incrédulos, los suecos deciden no participar en la ceremonia.

La bandera americana tampoco está presente y el equipo de Estados Unidos es obligado a desfilar, junto con los canadienses, al frente del bloque integrado por las «Colonias Británicas». Los organizadores despachan de igual forma a los Irlandeses, argumentando que «Irlanda no es un país».

El ambiente era ya muy tenso. Y lo estaría más aún cuando el corpulento plusmarquista mundial de lanzamiento de martillo Matthew McGrath, nacido en el condado inglés de Tipperary, se acerca al abanderado del bloque de las colonias y discretamente le dice: «Inclina la bandera ante el palco real y esta noche estás en el hospital», relata Ramón Márquez.

Las reglas de la prueba de 400 metros, diferentes en Estados Unidos y en Reino Unido, son otra fuente de altercado. En América eran más laxos con los corredores que cruzaban la pista en diagonal, dificultando en ocasiones la carrera de otros competidores. Inglaterra hace saber que descalificará al que lo haga. Después de pasar las eliminatorias, se clasifican Halswelle (el corredor en solitario de la final), y los estadounidenses John Carpenter, William Robbins y John Tayor.

Las reglas del juego

Los británicos temen que los americanos se salten las reglas y llenan de jueces el recorrido. Los estadounidenses acuerdan la escapada de uno de ellos, para que los otros dos «quemen» a Halswell. Robbins hace de liebre. A media carrera flaquea. Carpenter y Halswelle protagonizan una carrera muy reñida.

El británico intenta pasarle en la curva final y el americano disimuladamente le saca de la pista y le impide volver. Uno de los jueces declara la carrera nula. Americanos y británicos discuten acaloradamente.

Los aficionados saltan al campo. Después de una hora de altercados tiene que intervenir la policía. Un comité integrado por ingleses acuerda que la final debe disputarse de nuevo y Carpenter será descalificado.

Los otros dos corredores americanos se niegan a participar en la final, que consideran una farsa. Halswelle no sabe qué hacer. Al final cede a la presión. Militar de profesión, se niega a avergonzarse de su país. Así que acude a la final para competir contra sí mismo. Y se convierte en el único atleta que corre una final en solitario.

Halswelle murió siete años más tarde, en 1915, en la primera Guerra Mundial, donde estaba frente de sus tropas en la batalla de Neuve Chapelle. Un francotirador el hiere en una pierna. Despues de ser atendido insiste en volver al campo de batalla. El francotirador apunta a cabeza de Halswelle y esta vez no falla.

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