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Una aficionada de Irán con tres seguidores más de la selección persa. Efe
UN DETALLE FEMENINO

UN DETALLE FEMENINO

Que las mujeres iraníes tengan prohibida la asistencia a los campos de fútbol me parece, como es lógico, una aberración

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Jueves, 21 de junio 2018, 00:19

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Tengo que enviar este artículo cuanto antes, mejor, así que voy a perderme por poco el partido de España contra Irán. Pero lo he leído todo de cara a este encuentro crucial y parece ser que el inconveniente más peliagudo para nuestra selección es la superabundancia de iraníes que van a sentarse en las gradas, comparado con el número mucho más exiguo de público español. Yo no me preocuparía por eso. En el fondo, todas esas cuestiones ambientales, psicológicas y demás, no dejan de ser adyacentes a lo principal: el juego en sí mismo, y ahí tenemos más reputación y background que los contrincantes, no vayan a decirme que no. Hay algo que, sin embargo, a mí sí me afectaría en el caso de ser una jugadora lanzada al campo de batalla y es la ausencia de mujeres espectadoras. Eso junto a las martingalas que cuentan organiza la televisión estatal iraní para que no aparezcamos en las imágenes, con velo o sin él, me hundiría la moral hasta lo más hondo y no sé si conseguiría dar lo mejor de mí misma. Pero es un decir, porque son once tíos como once soles los que se baten el cobre futbolístico por el país, así que no hay caso para la hipótesis femeninas, a no ser que… a no ser que al presidente Sánchez se le hinchen las narices con tanto tío ocupando la selección en pleno y organice un equipo de once mujeres maravillosas que sería la sensación para propios y extraños, bien segura estoy, aunque igual es algo que está vetado en las bases del Mundial.

Bromas aparte, que las mujeres iraníes tengan prohibida la asistencia a los campos de fútbol me parece, como es lógico, una aberración. Me da pena además, porque Irán era un país con amplísima cultura y unas posibilidades de futuro enormes que la política islamista ha truncado desde ya hace demasiado tiempo. Sería un detalle que los jugadores de La Roja hicieran un guiño feminista al final del partido: sacar una banderita morada, dar unos vivas a las féminas en general o cualquier otro símbolo de ese tipo, no se me ocurre cuál.

Por lo demás, y refiriéndome al decurso del campeonato en su conjunto, hay algo que todos los especialistas señalan como muy llamativo : que las selecciones más punteras caigan frente a las de países teóricamente menos importantes. Que equipos como el de Alemania, Argentina o Brasil hayan mordido el polvo tempranamente me produce personalmente cierta satisfacción (no tanto España, claro) En primer lugar es un hecho que demuestra hasta qué punto ningún destino está escrito y por supuesto, resulta más divertido, ya que todo lo demasiado previsible acaba por cargar. Sin embargo, para que mi dicha sea completa deben existir otras circunstancias; por ejemplo, que el presunto equipo débil pero ganador, pertenezca a un país menos rico que su oponente. El caso de Colombia contra Japón me ha hecho caer en la contradicción. Por una parte, los japoneses nunca se han comido una rosca futbolística, pero no podemos olvidar que se trata de la selección perteneciente a uno de los grandes del mundo económico. Además, con ejemplos sociales muy poco edificantes: como esos tipos que hacen horas extra en la oficina hasta que caen literalmente muertos en el puesto laboral.

Por no hablar de los jóvenes que se encierran días enteros frente a su ordenador, olvidando todo lo que no sea virtual. ¡Qué horror! Nada que ver con esa Colombia perdedora que, problemas políticos al margen, está llena de vida, de cumbia, de muchachos que le pegan al balón en la calle con una afición inquebrantable. ¿Es justo el resultado? Me resulta muy difícil juzgar. Mucho más sencillo es alegrarse ante el resultado Polonia versus Senegal. Que hayan vencido estos últimos es fantástico, porque son pobres y parece que sus supporters se portan genial y hasta limpian la parte del estadio que han utilizado.

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