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JESÚS FUENTES
Domingo, 30 de abril 2017, 08:55
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Regresaba Juan Marrero al Municipal de Arroyo de la Luz con el Badajoz y dejó a la parroquia local sin poder poner la guinda para celebrar su permanencia. El equipo blanquinegro goleó al Arroyo y obliga al Cacereño a tener que ganar este mediodía en Montijo para brindar por el título esta jornada. La victoria pacense aplaza el alirón al menos por unas horas y evita que el Montijo honre al líder con el pasillo de campeón.
El 'medio día' del club, la romería local y la apatía de ambos equipos convirtieron ayer una preciosa tarde de fútbol en una hora y media de sopor y fútbol de barro.
El Arroyo encaraba el partido con la tranquilidad del que se sabe un año más en Tercera, y eso es mucho tras un inicio marcado por 6 derrotas consecutivas. El Badajoz se la jugaba: debía ganar para obligar al Cacereño a hacer lo propio en Montijo si quería coronarse campeón de liga. Ambos optaron por lo sencillo; ninguno propuso nada con balón, limitándose a enviar algo parecido a pases a sus delanteros en busca de que estos resolviesen por puro azar.
Además, en el minuto dos el Badajoz haría el primero en un descuido arroyano fruto de la poca tensión del encuentro. Lo hizo Santigosa batiendo a Alberto por debajo. Pero el tempranero gol no alteró para nada el guion del partido, que parecía escrito antes de que los dos equipos saltaran al césped en la tarde de ayer. El tiempo se consumía sin casi noticias sobre el verde hasta pasada la media hora del primer tiempo, momento en el que el marcador se volvería a mover.
Y es que el segundo tanto llegaría en el minuto 31. Sería obra de un viejo conocido de la afición arroyana, Ruano, que remataría de cabeza un centro al que Alberto no llegaría tras medir mal. Con el 0-2 y la sensación de partido resuelto flotando en el ambiente, los dos equipos se encaminaron al tunel de vestuarios.
El comienzo de la segunda parte vería el choque definitivamente sentenciado, si no lo estaba ya, con el tempranero 0-3. El tanto nacería de las botas de José Manuel que, tras un buen control y anticipándose a Ángel, se quedaría solo ante Alberto para superarlo con facilidad con el interior del pie. Cerraría la cuenta Gabri, que disputó apenas media hora pero que dejó las mejores acciones del partido. Su gol llegaría tras un desbarajuste defensivo arroyano; definió perfecto el mediapunta superando a Alberto con un disparo raso.
Ruano fue, sin duda, el mejor del encuentro: el más vivo, el más consciente de la necesidad de encarar el playoff con buenas sensaciones y el más determinante. Lo tuvo claro Juan Marrero, que ha disfrutado y sufrido el castigado césped artificial arroyano como entrenador local; su equipo salió a jugar un fútbol más directo que el que acostumbra, más feo, pero enormemente efectivo.
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