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Pablo Molina, ayer en la plaza de San Jorge. :: J. REY
«Pocos creen en nosotros, pero el vestuario sí»
tercera

«Pocos creen en nosotros, pero el vestuario sí»

Pablo Molina | Jugador CP Cacereño

J. CEPEDA

Jueves, 2 de marzo 2017, 07:31

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Desde la cuna respira fútbol en general y 'cadismo' en particular. De hecho, su padre, Daniel Molina, es uno de los históricos de Brigadas Amarillas, el mayor foco de animación del Ramón de Carranza desde 1982. Pablo Molina (Cádiz, 6 de abril de 1995) llegó el pasado verano al Príncipe Felipe cedido por el conjunto amarillo con la intención de foguearse no solo en lo futbolístico, sino también en el ámbito personal.

No está teniendo muchos minutos esta temporada, pero el pasado domingo en Jerez de los Caballeros se le pudo ver muy enchufado.

La verdad es que no estoy teniendo muchas oportunidades, pero el otro día el míster confió en mí por la lesión de Santi Polo y yo aproveché la oportunidad. Para eso entrenamos. El partido salió bien, pero lo más importante es que el equipo ganó en un campo jodido.

Tras ser durante tantos años un referente en las categorías inferiores del Cádiz, ¿cómo se asume ahora ese cambio de rol y el hecho de estar rodeado de gente veterana?

En cuestión de dos semanas, pasé de ser el más viejo allí para ser el más jovencito aquí. Se asume muy bien. Estoy aprendiendo todo lo que puedo de cada uno de mis compañeros porque sé que me va a venir bien para curtirme no solo en el fútbol, sino también en otras cosas de la vida cotidiana.

De hecho, es su primera experiencia lejos de Cádiz. ¿Cómo lo lleva?

Muy bien. Estoy viviendo solo. Como yo le digo a mi madre, estoy haciéndome un hombre (sonríe).

Tras las dos derrotas consecutivas frente a Pueblonuevo y Coria, el equipo supo reaccionar en su momento más crítico. ¿Qué se habló durante aquellos días en el vestuario?

Nosotros sabíamos que después de esas dos derrotas inesperadas teníamos que dar la cara en el 'Tourmalet' que nos venía luego. Nos dijimos que aquí estamos nosotros. Con dos huevos, ganamos en Badajoz, algo que esperaba muy poquita gente. Y después hemos continuado bien.

En el equipo se adivina entusiasmo, pero no euforia. ¿Es esa la clave?

Estamos muy ilusionados. Poca gente cree en nosotros, pero el vestuario sí lo hace en sí mismo. Esa es la clave que estamos teniendo este año. Somos una familia. Con eso y con nuestra afición vamos para adelante

Viene de una ciudad donde se respira fútbol. ¿Le llama la atención la poca afluencia de aficionados del Cacereño a pesar de la buena situación del equipo?

El año pasado el equipo estaba en una categoría superior. Y al bajar es verdad que a lo mejor la gente se encuentra un poco desilusionada, como lleva pasando tiempo en Cádiz. Pero este año hemos estado líderes la mayor parte de la temporada y eso se está transmitiendo a la gente. Y la gente, a nosotros.

En lo individual y en lo colectivo, ¿cuál sería la guinda para esta temporada?

Nosotros vamos domingo a domingo. La guinda ahora es vencer al Calamonte. Tenemos los pies en el suelo. Nuestros objetivos son claros: quedar primeros y por supuesto conseguir el esperado ascenso. Somos conscientes de que tenemos una final el domingo y cuando pase tendremos otra el próximo. Hoy estás arriba, pero mañana no sabes dónde puedes estar.

¿Y en lo personal?

Soy partícipe del éxito del grupo, pero me gustaría serlo más. Entreno para aprovechar cada oportunidad y ayudar lo máximo.

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