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Ruano mira con impotencia al portero Camacho ante una ocasión fallida. :: JOSÉ VICENTE ARNELAS
Adolfo muestra las armas para ser campeón

Adolfo muestra las armas para ser campeón

El Badajoz entrega el liderato a un Cacereño con las ideas más claras y que sabía lo que tenía que hacer en un duelo que se resolvió por oficio

Javi Pérez

Lunes, 13 de febrero 2017, 07:38

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Adolfo Muñoz vuelve a provocar otro cortocircuito en el Nuevo Vivero. El técnico de Pueblonuevo parece tener la fórmula para neutralizar a sus ex. Porque el Badajoz se llevó otro bofetón de un equipo de Adolfo Muñoz. Lo hizo en sus inicios con el Sporting Villanueva y la última temporada a los mandos del Arroyo. El técnico del Cacereño le tiene tomada la medida a los blanquinegros y casi siempre araña algo. Curiosa paradoja para un histórico que es abonado blanquinegro y que siempre ha confesado que no le gusta que el Badajoz pierda. Se despidió del Nuevo Vivero con un gesto con las manos pidiendo perdón a la afición mientras bajaba las escalinatas del túnel de vestuarios. Pero claro, cuando le toca rendir cuentas como rival se debe a su club. Y este domingo, tirando de oficio con el Cacereño marcó las pautas que debe seguir un equipo para ser campeón.

Tampoco fue el día del Badajoz. Nada, salvo el fenomenal ambiente en las gradas, salió como esperaba. Y es que hay una maldición que parece perseguir al club blanquinegro cada vez que la ciudad le muestra su apoyo. Casi siempre que su directiva pone en marcha una iniciativa social, llueve o truena. Lo mismo ocurre cuando el Nuevo Vivero presenta un gran colorido ante una cita importante que el equipo lo estropea y ese efecto enganche se diluye por un mal resultado. Últimamente no falla. También se pusieron en contra del Badajoz las circunstancias al romperle el esquema inicial por el contratiempo de tener que cambiar su defensa antes del descanso por las lesiones musculares de David Gallego y Pozo.

Ante el Cacereño, recibió un golpe moral difícil de digerir. Ni el propio Agustín Izquierdo se mostraba con el ánimo de valorar las consecuencias de ese resultado para su vestuario en la posterior rueda de prensa. No fue ni mejor ni peor, pero el Cacereño sabía lo que se hacía desde el pitido inicial.

Adolfo Muñoz sabe lo que tiene y lo explota. Entregó el balón al Badajoz, le dejó coser el partido para luego sorprenderle y destrozarle las costuras de un tirón. Le metió un bocado que dejó al Badajoz con la carne al aire. Al Cacereño le bastó su primera contra para golpear y llevar el encuentro hacia donde mejor se desenvuelve. Enarboló un gran contragolpe que acabó peinando Pino de espaldas a la portería al fondo de la red. El Badajoz lo había hecho todo en ese primer cuarto de hora. Tenía el control de la pelota y las llegadas, pero le faltaba lo fundamental, tirar a puerta. La única ocasión y no fue un disparo como tal, llegó en una de Joaqui Flores en el segundo palo que Camacho blocó tirándose a los pies del pacense.

El Cacereño había salido a contener el arranque blanquinegro, pero los de Agustín Izquierdo no encontraban ni las bandas ni la fluidez de su juego con un José Ángel algo menos participativo de lo que es habitual en él. Y de repente, los visitantes se veían por delante en el marcador. Ahí empezaba otro partido y el juego psicológico del que se ve por delante. Los blanquinegros estaban heridos en su orgullo. Pero antes de que la ansiedad pesara en sus piernas, Joselu enganchó un centro de Joaqui Flores para devolver las tablas al marcador. El delantero de Talarrubias corrió al banquillo y cogió la camiseta de Benítez para dedicárselo a su compañero operado esta semana de una lesión de hombro.

El trepidante duelo volvía a estar como al principio. El Badajoz se animó un poquito más. En una de las veces que conseguía abrir espacios a la izquierda, Álex Herrera puso un centro sobre la cabeza de José Manuel que Camacho detuvo pegado al palo en una gran estirada. Poco después, David Gallego se tenía que marchar con molestias. Izquierdo se vio obligado a retrasar a Álex Herrera y dar entrada a Ruano. El técnico blanquinegro había resuelto la ausencia de Gabri con la titularidad de José Manuel por detrás de Joselu, aunque en determinadas fases del encuentro intercambiaba su posición con Joaqui Flores entrando por el medio.

El Cacereño se empezaba estirar gracias a un excelente trabajo de Aarón multiplicándose en la zona ancha. En esa fase dio un nuevo aviso. Nando Copete lograba conectar un contragolpe, pero su disparo algo lejano se marchó muy alto. Al filo del descanso de nuevo el exblanquinegro lanzó una falta desde la frontal que se marchó rozando el poste. De sus tres únicos acercamientos en el primer acto, uno lo transformó en gol y en los otros dos dio un buen susto al Badajoz.

Antes del descanso, Izquierdo volvía a recibir otro mazazo al tener que recomponer de nuevo su defensa con la retirada de Pozo también con problemas musculares. Y así con Julio Rodao de central y Álex Herrera reconvertido en lateral el Badajoz afrontaba la segunda mitad con una defensa de circunstancias ante un ataque cacereño que había demostrado tener mucha dinamita.

Tras el paso por vestuarios, el equipo de Agustín Izquierdo volvió a la carga. Fueron unos minutos de asedio blanquinegro. Una dejada de Joselu de tacón a José Manuel terminó con un pase del exazulgrana que se paseó por delante de la portería sin encontrar rematador. Sin respiro, Joaqui Flores cogió el balón y en una gran jugada personal asistía sobre Ruano cuyo remate golpeaba en un defensor cacereño ante las protestas del Nuevo Vivero por considerar mano.

Pero el Cacereño hace de lo sencillo su mayor virtud. No se descompuso y siguió su plan. La entrada de Pucho y Kevin le dio mayor equilibrio, mientras se defendía como podía de las acometidas pacenses. Trató de romper el ritmo del encuentro con una reiteración de faltas que el árbitro no supo cortar a tiempo. El Badajoz se dejó enredar en ese juego. No lo supo ver.

El partido estaba de una manera que podía pasar cualquier cosa. Y lo que pasó es que la bola cayó del lado del Cacereño. Kevin buscó su llegada al segundo palo en un saque de esquina y su dejada se pasearía por delante de la portería de Isi con mucho peligro que acabó con Julio Rodao arrollando al delantero cacereño en el otro poste. Penalti y expulsión. Pucho no falló y dejaba casi decidido un clásico muy igualado, pero con las ideas más claras en lo que hacía del Cacereño.

Con uno menos el Badajoz puso toda la carne en el asador para no dejar escapar al Cacereño en el liderato. Lo pudo hacer de gol olímpico en un córner que Camacho sacó de puños. También lo tuvo Joselu peros su remate se estrelló en el larguero. El tercero de Kevin ya fue anecdótico para rematar a un Badajoz mermado, pero que entregó el liderato con las botas puestas.

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