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Mansilla celebra con dedicatoria el gol de la victoria del Mérida perseguido por David Camps. :: josé manuel romero
'Mansillazo' sobre la campana
tercera

'Mansillazo' sobre la campana

El Mérida sufre para remontar in extremis el 1-2 que lucía hasta el minuto 82 a favor de un Moralo que plantó batalla

ALEJANDRO VILLALOBOS

Lunes, 3 de noviembre 2014, 08:03

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Sufriendo horrores, la verdad, pero con franca justicia, el Mérida mandó a la lona a un Moralo que rozó con las yemas la clara del triunfo, pero que finalmente cedió ante el mayor empuje y corazón de los de Alcázar.

Arrancó el pleito con un Mérida serio y dinámico en la circulación del objeto redondo y la hegemonía de la bola ante un rival que se limitó a verlas venir. Y poco más. Apuesta triste y arriesgada que ante onces como el pecholata tarde o temprano es sinónimo de muerte. Chino peinaba en el minuto ocho pero tapaba firme César. Primer aviso. El bloque romano sacó la cuchara del buen fútbol y coció a fuego lento un caudal de ocasiones. Un centro maquiavélico del mago Troiteiro desde la izquierda no hallaba las botas de Perera en boca de gol (min. 15). Un suspiro después José Carlos pifiaba un rechace en el área chica. Olía a gol y el aroma no tardó en llegar a las mandíbulas emeritenses. Contragolpe letal con la batuta de Cristo. Centro cosido desde la banda diestra al corazón del área y hábil y letal Troiteiro firmaba el 1-0 ante un César que hizo poco más que la estatua. Tenía el duelo donde quería la tropa romana ante un triste y apocado rival que ni cosquillas hacía. El Mérida, como era preceptivo, se tomó su relax físico y el Moralo, pecando de ingenuo, ni se inmutaba. Deambulaba por la hierba con la mente gris, a leguas de un feliz Manu, que seguía con las manos frías. Cristo disparaba al cielo a la media hora y poco más. Se consumían los minutos sin noticias dignas de gastar tinta y sobre la bocina caía Joaqui dentro de la cal para encrespar a una parroquia que vio una posible pena máxima que no hubo para fortuna morala que dio paso a las duchas.

Reanudación con botín moralo

El míster moralo, David Salvo, leyó bien la cartilla a los suyos en el intervalo, porque salieron once fieras desbocadas a comerle las entrañas y el corazón a los de Alcázar. Hicieron suya la posesión del esférico y pronto probarían bocado. Manu salía de su cueva de forma desgraciada y el regalo lo aprovechaba Johny para dibujar una sutil vaselina que igualaba fuerzas. Un jarro de agua fría para el Mérida que dio carrete a David Camps por la derecha y siguió con su pizarra 4-2-3-1, con Borja y Chiettino de mediocentros, Troiteiro y Joaqui en la mediapunta y con Perera de ariete.

Los de la capital del Campo Arañuelo adelantaron 4 metros su zaga y se las prometieron algo más que felices. Chechu agarraba la bola, apretaba músculos y con una galopada letal metía un balón largo a Johny que era víctima de acoso y derribo por parte de Manu. Lejos de la justa expulsión, el colegiado fue vehemente y solo hubo amarilla. A los once metros y Rulo hacía el 1-2. Alcázar en un todo o nada, metió toda la dinamita en la alfombra verde con el concurso de los pistoleros Toni y Dani Alonso y desnudando sin complejos la zaga con solo tres figuras. Apenas 20 minutos y las garras blanquinegras se afilaron a más no poder. Todos se dejaron el alma, las camisas y hasta los cordones de las botas en busca de la epopeya.

Troiteiro, en una de sus acciones de gloria que ofrece un partido sí y otro también, se sacó un pase en profundidad sobre Camps que firmaba las tablas y ponía en pie al Romano. Había partido y el alma romana, lejos de encogerse como hizo su adversario que firmaba a voces el empate, volvió a mostrar que la igualdad del luminoso era un daño fugaz y que podía lograr el laurel del triunfo.

El Moralo estaba totalmente grogui y sus chicos plantaban su trasero con descaro en torno a César. La marea blanquinegra adquiría tintes de tsunami y tras el saque de una falta de Dani Alonso, alzaba la sien esa Torre de Babel como es Mansilla para peinar el 3-2. Un gol que puso los puntos sobre las íes al choque y sumar un triunfo que se le puso a precio de angulas en los minutos finales.

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