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Javi Chino se marcha cabizbajo tras el empate de su equipo. :: J. M. Romero
El frío se instala en el Romano

El frío se instala en el Romano

Gélido empate del Mérida, que se aleja del objetivo inicial y se acerca peligrosamente a la zona de descenso

JAVI LAIRADO

MÉRIDA.

Lunes, 18 de diciembre 2017, 07:58

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Se habló durante toda la semana en Mérida de final. Presidente en los medios, entrenador en la previa del choque, futbolistas en redes sociales, el club reduciendo precios en las entradas. todos hicieron mención los días anteriores a la terrible importancia del partido. Pero a la hora de la verdad, faltó la pasión de los grandes choques. El equipo local, que se ha desangrado a lo largo y ancho del mes de diciembre, sólo funcionó a pleno gas durante los primeros diez y los últimos cinco minutos del duelo. Demasiado poco para puntuar de tres en tres a este nivel.

MÉRIDA

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CÓRDOBA B

  • Mérida AD Felipe Ramos; Iván Pérez, Diana, Javi Chino, Pina; De Dios, Santi Villa, Bernal; Kiu (Esparza, min. 84), Mustafa (Hervás, min. 56) y Hugo Díaz (Esnáider, min. 64).

  • Córdoba B Lavin; Ruíz, Rubén García, Soler, Drommel; Jordi Ortega, Hornero (Kevin Bautista, min. 88); Waldo Rubio (Víctor Díaz, min. 81), Moyano; Laro Setién (Andrés, min. 67); y Álvaro Aguado.

  • Árbitro Arias Madrid, del colegio ceutí. Mostró tarjetas amarillas a Mustafa y Julio De Dios, del Mérida; y a Marcos Drommel por el Córdoba B.

  • Incidencias Estadio Romano, ante unos 4.000 espectadores.

La salida al choque del Mérida fue muy parecida a la de tantas otras semanas como local. Una presión muy alta, recuperaciones rápidas y desdoblamientos por fuera con multitud de centros laterales. Como ante el Écija. Como ante Ucam. Como ante el Ejido. En esta ocasión no se sacó rédito de esos primeros diez minutos y la gasolina se acabó incluso antes. En el primer cuarto de hora el Mérida coleccionó varias llegadas, disparos de Santi Villa, Álex Bernal, Mustafa y Kiu. Nada excesivamente peligroso, no se crean. Marcos Lavin vivió una tarde sorprendentemente plácida. Tras ese primer arreón del equipo local, vino la nada. El filial cordobés se adueñó de la pelota. Comenzó a utilizar su talento con pelota para hacer al Mérida correr tras la misma, y los romanos se diluyeron hasta no volver a encontrarse en el partido. Al Córdoba B le costaba llegar al área de Ramos, pero su control sobre el cuero era total, sin que los tres centrocampistas del Merida fueran capaz de completar una circulación de balón que les instalara en campo rival y que les devolviera la capacidad de hilvanar jugadas. Volvió a alejarse el Mérida del área.

Se esperaba un Mérida más intenso tras el paso por vestuarios. Si era una final lo que se estaba jugando, no se admitían medias tintas. Había que reaccionar sí o sí. Pero la primera jugada de la segunda mitad nos dejó un tremendo susto para los locales. Y por partida doble. La muestra de que la ansiedad empezaba a imponerse a la necesidad. Mustafa sacó de banda directamente al rival, que pateó la pelota hacia adelante. Diana dejó correr la pelota pensando en un fuera de juego del delantero cordobés, sin percatarse de la aparición de otro rival, Sebas Moyano, que disparó fuera ante la salida de Felipe Ramos. Aturdido, el Mérida permitió una ocasión semejante treinta segundos después. De nuevo Moyano intentó la vaselina ante Ramos, saliendo la pelota por menos que poco. Necesitaba reaccionar el Mérida. Lo hizo mínimamente con una buena ocasión en un disparo de Bernal cercano a la escuadra tras una combinación de todo el equipo. El control de la pelota volvió a los romanos, pero el futbolista más destacable de la última media hora de juego fue Felipe Ramos. El portero salvó a su equipo en varias ocasiones cuando los talentosos mediapuntas rivales se plantaban en el área.

Preso de su ansiedad y de una brutal falta de ideas y frescura mental, el Mérida dejó pasar la segunda parte buscando que una chispa del Romano le diera fuerzas para explorar el área rival. La encontró a falta de cinco minutos. En ellos, la afición rugió exigiendo a su bloque darlo todo en el césped. Volvió a llegar el Mérida por ambas bandas y a colgar media docena de balones a un área poco cargada. Nunca llegó el remate adecuado. El empate final no dejó contento a nadie porque todos creyeron merecer más. Al Mérida le deja incómodo. Sin saber aún hacia donde mirar. Y con semanas por delante para pensar en demasía.

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