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Mustafá protege el esférico en el choque del Mérida ayer en Sevilla. :: Juanjo Úbeda
Felipe Ramos emerge bajo el calor

Felipe Ramos emerge bajo el calor

Nuevo empate foráneo de un Mérida que precisó de toda su capacidad de trabajo y dos manos salvadoras de su portero

JAVI LAIRADO

SEVILLA.

Lunes, 16 de octubre 2017, 08:14

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Lograr mantener la puerta a cero como visitante. Tachado. Disputar un choque coral, sin errores, sin altos ni bajos. Tachado. Competir ignorando las bajas que asolan el centro del campo del equipo. Tachado. Lograr la primera victoria a domicilio... Sin tachar. La lista de recados con la que acudía el Mérida a la Ciudad Deportiva Luis del Sol, en un octubre que en Sevilla se vive con temperaturas superiores a los treinta grados, se vio cumplida en gran parte. Faltó olvidarse algo más de lo horizontal para explotar lo vertical, pero ya se sabe, la historia de la manta con la que cubrirse cabeza y pies. El empate a cero final fue el premio a un equipo que, siendo inferior en varios tramos del duelo, supo exprimir su físico para sufrir en cada parte del campo que lo pedía. Y hubo momentos en lo que lo pedían muchas.

BETIS DEPORTIVO

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MÉRIDA AD

  • Betis Deportivo: Pedro López; Julio Alonso, Dan Ojog, Nacho González, Redru; Hinojosa, Julio Gracia (Nieto, min. 76), Irizo; Rober, Aitor Ruibal (Iván Navarro, min. 64) y Loren.

  • Mérida AD: Ramos; Iván Pérez, Aguza, Javi Chino, Kike Pina; De Dios, Bernal, Santi Villa (Javi Gómez, min. 13); Kiu (Selu, min. 68), Hugo Díaz (Esnáider, min. 89) y Mustafá.

  • Árbitro González Frances (canario). Amarillas a De Dios, Pina, Bernal y Hugo Díaz por el Mérida; y a Nacho González e Irizo por el Betis Deportivo.

  • Incidencias Ciudad Deportiva Luis del SoL ante unos 1.500 espectadores.

De entrada, Nafti, a quién se le acumulan las bajas, alineó un equipo diseñado para presionar arriba, robar cerca del área del emeritense Pedro López, asegurar con la precisión de sus centrocampistas una posesión de calidad y agresiva una vez recuperada la pelota, pero varios aspectos alteraron ese plan. Primero, el calor. Difícil estirar la primera línea de presión más allá del círculo central cuando el oxígeno falta al regresar hacia tu campo. Segundo y más importante, la lesión de su futbolista más preciso en este tramo de la temporada. Cuando Santi Villa se echó la mano a la parte interior del muslo, Nafti sintió que se le acumulaban los problemas. Optó por la entrada de Javi Gómez y sacrificar a Hugo Díaz, al que colocó de interior junto a unos entregados De Dios y Bernal. Pasaban los minutos con un ritmo plomizo, y, aún así, el Betis Deportivo daba señal, una vez la pelota en tres cuartos, de poder armar una gorda con poco. En cuanto consiguieran activar su calidad. Para ello, el otro emeritense, Rober González, ayudado por el recorrido de su lateral, Julio Alonso, giraba hacia dentro, veía el fútbol de frente y podía combinar con un Irizo que crecía con el paso de los minutos. El Mérida, por su parte, reculaba buscando una defensa más agrupada y la salida rápida por sus extremos. Si consiguió bien lo primero, lo segundo le fue imposible. En una nueva caída a su banda derecha, en esta ocasión de Julio Gracia, Loren acertó a rematar y fue Iván Pérez el que tuvo que llegar a desviar la pelota a córner en la más clara de las ocasiones de cualquiera de los dos equipos en esta primera mitad. Porque el Mérida, una vez traspasada la línea del centro del campo, se diluía.

Tras el descanso, el bloque de Nafti optó por fortalecer ese reagrupamiento en torno a su media luna, y dejar el ataque para las escapadas furtivas de Mustafá. Era lógico, por cuanto el Betis Deportivo comenzaba a imponerse en los duelos individuales a lo ancho del campo y a gozar de espacio para correr. Tardó en romperse definitivamente el choque, y cuando lo hizo pareció favorecer al filial bético, que coleccionó ocasiones de diversa índole. En ellas, emergió la figura que dominó esta segunda mitad: un Felipe Ramos enorme, mantuvo a su equipo en el partido con tres manos espectaculares: dos disparos desde la izquierda, y, especialmente, un cabezazo a bocajarro en el que la grada llegó a cantar gol. Cuando peor lo estaba pasando, el Mérida logró estirarse y asustar con un cabezazo de Mustafá que besó la red tras ser anulado por fuera de juego y en un disparo de Kike Pina tras un rechace que detuvo bien Pedro López.

No hubo tiempo para más, y lo agradecía el Mérida, que llegó tocado al final del choque. Su tercer empate a domicilio, sexto partido consecutivo sin perder, lo sitúa muy cerca de las posiciones que dan acceso a eliminatorias y le conceden crédito y calma para recuperar el cuerpo, que empieza a estar machacado.

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