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RODRIGO MORÁN
Lunes, 27 de abril 2015, 08:35
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Pasaba el tren por Villanueva de la Serena mucho más despacio que el correcaminos Salvi por la vertical del Romero Cuerda. El diablo verde agarró la bola en el centro del campo, punteó el cuero en repetidas ocasiones, tantas como sus pies ganaban millas por el verde serón. Tantas como para plantarse solo ante el enemigo y aniquilar con un golpeo excelso, mitad espuela mitad exterior, a un Córdoba B rendido ante la magia de este Villanovense. Ocurrió a diez minutos del final. Era el segundo gol de los serones, el de la sentencia. El que hizo despertar a los aficionados de una vez por todas para gritar que no, que esto no es un sueño. Pasó el tren por el Romero Cuerda. Y el Villanovense se subió. Tres paradas tiene el camino: Arroyo, Cádiz y Betis B. El destino está claro: estación playoff.
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Coloreó el Villanovense un partido para el recuerdo. Ni la lluvia ni el gris del cielo intimidó a su grada que respondió con una de las mejores entradas de la temporada. Todavía se puede apoyar un poco más. El equipo está dando un resultado por encima de la respuesta de su gente, aunque ayer, los que estuvieron, volvieron a salir con el corazón totalmente de verde.
De inicio, Cobos le dio la autovía del margen derecho a Moraga, una locomotora sin respiro. En defensa, el equipo estuvo colosal. Imperial Javi Sánchez. Duro, estricto, ordenado, fabuloso. En la medular, Pajuelo echaba el carbón y Curro movía la hoguera. Soplaban José Ángel y Salvi. Quemaban Espinar y Carlos Fernández. El equipo es un acordeón que suena cada semana mejor.
La primera tormenta de ocasiones apareció con el silbido inicial. Carlos Fernández, con un disparo cruzado, rozó el palo derecho de John Villanueva. Sin tregua, José Ángel remató de cabeza flojo a las manos del arquero. Entre medias, algún disparo lejano del Córdoba B que Álvaro Ratón hechizaba en sus brazos. Pajuelo tuvo una de las más claras en el primer tiempo, pero su disparo dentro del área tras una gran dejada de José Ángel, se marchó a las nubes.
Enfrió el Córdoba B el partido con dureza en el centro del campo y buena colocación en defensa, pero renunciando a la posesión. El Villanovense, que ha madurado durante la temporada, ya sabe jugar como los grandes, maniobrando la bola y llevando la batuta del envite. Y cada vez mejor. José Ángel, desde el suelo, a punto estuvo de marcar tras una salida en falso del portero rival. Y Salvi, eléctrico y combativo, disparó mordido sin suerte.
Enfilaba el partido túnel de vestuarios cuando el Villanovense tocó la campana y rompió el candado cordobés. Moraga metió la sexta en la autovía, ganó banda derecha y colocó un plátano perfecto en la cabeza del Santillana de las Vegas Altas. Otra vez la testa prodigiosa de Carlos Fernández apareció para ajusticiar al fondo de las mallas. Golazo de nueve. Golazo de killer.
Ordenado
El gol de Carlos pudo ser clave. El Villanovense se sacudió la presión y necesidad de ir por delante en el marcador. Le puso el termómetro al partido y controló siempre la temperatura del mismo. El único susto que hizo saltar la máquina de las taquicardias lo dio Juanfran, el ex del Arroyo. Su disparo en la frontal, tras un bonito recorte, se marchó lamiendo el poste de Ratón. El resoplido se escuchó hasta en Castuera.
Salvo ese pequeño sobresalto, el Villanovense no sufrió. No rebajó ni la intensidad y pudo cerrar el partido a balón parado, pero el Córdoba B es un filial con centímetros y envergadura, muy difícil de superar. De hecho, el mejor de los visitantes fue César Morgado, el central pacense.
Se adentraba el partido en los instantes finales cuando ocurrió la jugada clave de la tarde. Salvi inició una contra desde el centro del campo y el final ya lo conocen. Fue un auténtico rayo sobre el corazón de la defensa visitante. Una galopada fugan y deslumbrante que finiquitó con una definición propia de un súper clase. Remachó un partido fantástico el correcaminos serón. Salvi se ha ganado al Romero Cuerda a base de entrega, tesón y coraje.
Con el Romero Cuerda entregado, el Córdoba roto y la fiesta en su máximo apogeo, Pajuelo enganchó una bola dentro del área para hacer el tercero y redondear la goleada. El Villanovense se sube al tren. Cierren apuestas.
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