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Imagen del Wanda Metropolitano antes del inicio del partido.

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Imagen del Wanda Metropolitano antes del inicio del partido. AFP
Jornada 4

El estreno del Metropolitano, con sabor a final

El Atlético inaugura su nuevo estadio en una jornada emotiva para el club y los aficionados

Javier Varela

Madrid

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Sábado, 16 de septiembre 2017, 20:49

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El Atlético estrenó su nueva casa, el Wanda Metropolitano, por todo lo alto. La jornada comenzó muy temprano para los miles de aficionados que llegaron al estadio con ganas de saborear un día inolvidable. Castillos hinchables, música, diversión y fotos… muchas fotos con cualquier detalle que había en el estadio. El fondo norte, el fondo sur, el lateral, la entrada a la tienda, junto a la bandera rojiblanca instalada, la más grande izada jamás en España con una dimensión de 338 metros cuadrados y situada a 40 metros de altura. Justo debajo una escultura con tres palabras, ‘Coraje y corazón’, que fue uno de los lugares más inmortalizado.

El ambiente era de día especial, de esas citas marcadas en el calendario y que nadie quiere perderse, ni los padres, ni los hijos, ni los nietos… Ningún rojiblanco que se precie quería faltar. De hecho, en el Metro, en las calles aledañas, la sensación era de día grande. «Parece una final de Champions, un estadio que no conoces, accesos diferentes, fan zone, llegar al campo mucho tiempo antes…», confesaba Marta, socia rojiblanca que tuvo que hacer un trayecto en Metro de más de 90 minutos para llegar a su nueva casa. «La bandera del Atleti, los alrededores, lo impresionante que es por dentro...», decía con una sonrisa de oreja a oreja Javier Razola, un joven socio que estrenaba estadio junto a su padre Ángel. Riadas de personas llegaban por la Avenida Luis Aragonés, por Arcentales y por la salida de la estación de Metro Estadio Metropolitano con una sonrisa especial en la cara.

Con los nervios propios de la primera vez, los aficionados del Atlético acudían a su nueva casa con las mejores galas, con la incertidumbre de si encontrará su sitio a la primera, con la emoción de conocer a los nuevos vecinos -de asiento-, de reencontrarse con viejos amigos ‘de la otra urbanización’ y con ese hormigueo en el estómago que sólo aparece cuando uno se enfrenta a una nueva aventura. Los mismos que se sienten en la primera cita o en el primer día de colegio. También es verdad que como suele ocurrir cuando uno pasa sus primeras horas y sus primeros días en su nueva casa faltan cosas por hacer, hay huecos libres, detalles por rematar y cosas por terminar.

Quizá esa sea la asignatura pendiente que tiene el Atlético de Madrid para con su nueva casa y su familia, que acude fiel a la llamada a pesar de las inclemencias. Si ya avisaban en los días previos que se utilizara el transporte público para acceder al Metropolitano, lo que se veía en los alrededores del estadio lo confirmaron. Caos circulatorio, coches haciendo sonar el claxon, agentes de movilidad y policías que no daban abasto, nervios por no encontrar aparcamiento, por llegar con el tiempo justo al partido e indignación con el que decidiera retrasar las obras de los accesos hasta dentro de unos meses (que cada envíe la queja a quien crea que corresponda).

Pero más allá de la dificultad de los accesos, que van a durar una buena temporada, el nuevo estadio del Atlético tiene todo aquello que un aficionado quiere tener. Eso sí, le falta lo más importante, el alma, la historia y la magia que se respiraba en el vetusto Calderón y que se ‘metía en la piel’ cuando se caminaba por el Paseo de los Melancólicos. Es verdad que un estadio sólo son ladrillos y cemento, pero la que fue su casa hasta hace unos meses tenía alma y se respiraba. Vaya si se respiraba. Ese es el principal reto que los rojiblancos tienen por delante. Llenar de alma el Wanda Metropolitano. Una labor de todos los que alguna vez sintieron en el Vicente Calderón. Jóvenes y ancianos. Hombres y mujeres. Ricos y pobres. Padres e hijos. De derechas y de izquierdas. Familias, amigos… todos ellos con una pasión en común: el Atleti. Un reto que se hará partido a partido. Gol a gol. Victoria a victoria. Título a título. Partido a partido.

Bonito reto el que tiene por delante la parroquia rojiblanca, que en el primer día en su nueva casa fue con la lección aprendida y sabiendo a la perfección cuál era su papel en esta primera vez: animar, cantar, creer, insistir, apoyar, guiar, reír… y llorar. Sí, llorar. Porque a pesar de la victoria, de ser el primer día en tu nueva casa y de reencontrarse con la familia, la nostalgia hizo acto de presencia para derramar las últimas lágrimas por el Vicente Calderón. Sobre todo cuando desde la espectacular megafonía se escucha aquello de: ‘Yo me voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón…’.

Este sábado, antes de la disputa del primer partido en el Wanda Metropolitano, por el cielo madrileño sobrevolaron aviones de la Patrulla Águila del Ejército del Aire dejando tras de sí los colores de la bandera de España, y en el césped se desplegaron pancartas con los nombres y año de inauguración de los anteriores estadios del club. Retiro (1903), O'Donnell (1913), Metropolitano (1923) y Vicente Calderón (1966). Por último apareció el cartel conmemorativo del Wanda Metropolitano (2017).

Desde el cielo, hicieron aparición y se posaron en el terreno de juego tres paracaidistas. El primero portaba la bandera de España y el balón con el que se jugó el partido, el segundo el estandarte del Atlético y el tercero, de nuevo, la insignia nacional.

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