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De Burgos Bengoetxea enerva al Bernabéu
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De Burgos Bengoetxea enerva al Bernabéu

La afición local mostró su enfado con el árbitro el día en que Griezmann aguó la fiesta por el penúltimo servicio de Pepe

Óscar Bellot

Sábado, 8 de abril 2017, 18:18

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Tarde grande en el Santiago Bernabéu. El coliseo blanco vistió sus mejores galas para recibir al Atlético de Madrid. Con media Liga en juego, la afición del Real Madrid es plenamente consciente de que su respaldo puede resultar fundamental en el tramo decisivo de la temporada. Por ello, y porque enfrente estaba el viejo rival de la capital, ese ante el que se han arrancado las dos últimas Ligas de Campeones pero que venía de asaltar el feudo local en sus tres últimas visitas ligueras a la Castellana, optó por atender la plegaria que hizo la víspera Dani Carvajal en las redes sociales -«Día especial, día de derbi!! necesitamos vuestro apoyo en el estadio!!», escribió el lateral en su cuenta de Twitter-, llenando hasta la bandera un recinto que vibraba desde una hora antes de que De Burgos Bengoetxea señalase el inicio del encuentro correspondiente a la 31ª jornada de Liga.

Desde el socorrido «¿Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer?» hasta mensajes dirigidos a futbolistas que no habían atravesado sus mejores momentos en las últimas semanas como el Gareth, Gareth Bale, Bale, el estadio de la Castellana atronaba tratando de convertirse en ese jugador número 12 que tantas veces ha llevado en volandas a su equipo ante adversarios de tanta enjundia como el que tocaba este sábado. Muchos ha sido devorados por ese miedo escénico que proyecta la casa blanca ante conjuntos poco acostumbrados a tamaña presión. No es este, empero, el caso del Atlético de Madrid, equipo que desde la llegada del Cholo Simeone no se arruga en ningún escenario.

Aplausos a Zidane

Había interés en ver cómo respondía el Santiago Bernabéu un día después de que Zinedine Zidane dejase en el alambre su continuidad como técnico blanco para la próxima temporada. Es consciente el galo de que en un club como al que sirve no valen las medias tintas; es cielo o infierno. Muy presente en su mente está lo que le sucedió a su maestro, Carlo Ancelotti, quien fue despedido tras una campaña en la que no logró llevar ni la Liga ni la Champions a las vitrinas del Real Madrid. Sabedor de que la historia podría repetirse en caso de no culminar con éxito una campaña en la que ya batió el récord de victorias consecutivas del Barcelona de Luis Enrique y ha pulverizado el registro de partidos seguidos marcando, prefirió el francés ser cauteloso en la rueda de prensa previa al derbi. Sumió, no obstante, en la zozobra a parte de la afición que sonríe desde que le ve en el banquillo. Resonó con fuerza el estadio cuando el portavoz proclamó su nombre tras recitar el once inicial y los suplentes. Por el momento no hay debate, al menos entre el público, sobre la conveniencia de que Zizou siga al timón del transatlántico merengue.

Como era de esperar, el nombre de Sergio Ramos fue el coreado con más fuerza cuando se cantaron las alineaciones. Al camero se deben muchas de las gestas más sobresalientes del Real Madrid en los últimos años, varias de las cuales le han convertido en el enemigo número 1 de los colchoneros. El de Cristiano Ronaldo, vino acompañado por el postrero uhhh que se ha convertido en signo distintivo de todo aquello que tiene que ver con el luso. Y entre los suplentes, el de Isco hizo elevar unos decibelios el sonido del Bernabéu, que tiene en el malagueño a uno de sus ojitos derechos.

Arrancado el choque, que estuvo precedido por un minuto de silencio en recuerdo del arquitecto Antonio Lamela, responsable de la reforma del Bernabéu, y por las víctimas del atentado del viernes en Estocolmo, fue Cristiano Ronaldo el que sacó el primer uy del respetable con un disparo en el 14 que exigió a Oblak sacar la mano para interceptar el cuero junto a su palo derecho. Cinco minutos después, Marcelo espoleaba al público tras una internada por el costado izquierdo que derivó en un córner sin consecuencias. Volvía a vivirse un momento álgido para la parroquia local en el 27, cuando Oblak desviaba un tiro de Benzema tras una pared del ariete con Cristiano Ronaldo, la acción más peligrosa del cuadro de Zidane en la primera media hora.

Locura con Pepe

El árbitro también era capaz de encorajinar a los aficionados del Real Madrid, como cuando no señaló una entrada en el mediocampo sobre Cristiano Ronaldo en el 32 o cuando dejó sin tarjeta una acción de Saúl tres más tarde. Andaba calentito el público en esa franja, y estalló cuando sí mostró cartulina amarilla a Casemiro en el 36. Enervada, la afición local mostró su descontento con la actuación de De Burgos Bengoetxea pitándole cuando se retiró a vestuarios al término de la primera mitad.

No decayó el enfado de la afición que llenaba el Bernabéu hasta que Pepe puso en ventaja al Real Madrid al poco de comenzar la segunda parte. Un cabezazo, el del portugués, que hizo estallar de júbilo a un público sobre el que comenzaba a pesar la racha de tres derrotas consecutivas frente al Atlético de Madrid en el coliseo blanco en Liga. El portugués, en uno de sus últimos servicios al club al que llegó procedente del Oporto a cambio de 30 millones de euros, enfebreció al público, que coreó con fuerza su nombre, sabedor de que en junio se irá uno de los centrales más seguros que han pasado por el Madrid en la última década. El aplauso cuando se retiró, una vez caído el guerrero en combate para dejar paso a Nacho, fue tan atronador que incluso puede interpretarse como un recordatorio a la directiva de que tal vez convenía impedir su adiós.

En clave de mensaje, esta vez dirigido a Zidane, puede interpretarse también el cerrado aplauso que recibió Isco cuando el técnico le dio entrada, a 14 minutos para el final del tiempo reglamentario, en sustitución de Toni Kroos. El Bernabéu quiere ver más al 22, rendido a su imaginación y capacidad para romper las líneas filtrando pases. No pudo, en cualquier caso, el malagueño contribuir a una victoria que se escapó cuando Griezmann batió a Navas. El Principito aguó la fiesta del Bernabéu, que la pagó con el árbitro.

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