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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Leo Messi saluda a Cristiano en presencia de Benzema.
Mejor envoltorio que regalo
jornada 14 | contracrónica

Mejor envoltorio que regalo

Messi y Cristiano apenas fueron protagonistas y sufrieron las consecuencias de un clásico muy táctico

Ignacio Tylko

Sábado, 3 de diciembre 2016, 18:40

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Malas noticias para las estrellas cuando sus equipos se afanan más en replegar y cerrar espacios que en lanzarse a la ofensiva. El temor que evidenciaron en el Camp Nou los dos colosos del fútbol mundial, cada vez más felices de jugar al contragolpe en lugar de asumir la iniciativa por más que se llamen Barça y Madrid, se tradujo en enormes dificultades para Leo Messi y Cristiano Ronaldo, dos estrellas que disfrutan con espacios y se atribulan en los choques tan tácticos como el de este sábado. Las estadísticas finales dejan claro que pasaron desapercibidos en un clásico con más envoltorio que regalo. Messi cerró la tarde sin ningún tiro entre palos, 13 balones perdidos, seis recuperados, dos faltas cometidas y otras tantas recibidas. Parecidos a los números de CR7, que tampoco disparó al marco, erró en 12 pérdidas de balón, robó solo dos, fue objeto de una falta e hizo otra.

De inicio, Luis Enrique situó a su gran figura como falso ariete. Messi era su único jugador más liberado a la hora de presionar, aunque no por ello dejó el astro rosarino de luchar por los balones divididos y de irse al suelo. Pero anduvo desorientado el argentino en esa demarcación. Se veía aislado porque no contactaba con Neymar, mucho menos con un apagado Luis Suárez, y tampoco se asociaba bien con Rakitic y André Gomes, muy por debajo del nivel que se espera de estos dos centrocampistas.

Participó muy poco Messi en el anodino primer tiempo. Algún caracoleo, un par de balones bien aguantados, una falta muy bien provocada ante Modric, pero mal ejecutada, y otro tiro libre lanzado en semifallo a pierna cambiada y quizá mucho mejor para las habilidades de Neymar con la derecha. Pero es cuestión de jerarquía, y a galones nadie le gana a Messi en el Barça.

Un tanto desesperado, a la media hora ya comenzó a retrasar más su posición y a emplearse casi como un centrocampista. Un puesto en el que, según avanza su carrera, cada vez se siente más cómodo y participativo. Sin Iniesta en el once inicial, Messi es, de largo, el que mejor mueve a los culés. Su arrancada más notoria del primer acto, empero, tuvo lugar en el último minuto. Gambeteó casi desde el centro del campo, pero la jugada acabó en anécdota.

Cristiano, junto a Benzema, también fue el jugador de los blancos más liberado del trabajo defensivo, aunque no por ello el luso dejó de solidarizarse con Marcelo. Se mueve a su antojo el de Madeira dentro del nuevo sistema de Zidane, quien ya en el Vicente Calderón jugó con un 4-2-3-1, que en ocasiones se convierte en un 4-4-2 y de forma esporádica en un 4-3-3 que meses atrás era innegociable con la BBC.

Comenzó escorado a la izquierda, pero se alternó mucho con Benzema en la posición de ariete. Unos y otros buscaron siempre el perfil derecho que defendía Sergi Roberto, aún más centrocampista que lateral defensivo. No destacó mucho, pero apareció más que Messi. Protestó, percutió, arengó a sus compañeros en plan líder y se las tuvo tiesas con Mascherano, quien trató de marcar territorio en cada acción sobre el portugués. Incluso pudo cometerle un penalti por agarrón.

Al margen de dos saltos para rematar de cabeza a los que no llegó, las dos aproximaciones más peligrosas de CR7 en el período inicial se escenificaron casi al final. Pero primero Piqué evitó que el luso pudiera rematar a placer un centro de Benzema y después arrancó desde la izquierda, como en sus mejores tiempos, avanzó, pero bastante bien cerrado por Piqué, lanzó duro a las manos de Ter Stegen.

Se le puso de cine la segunda mitad a Messi cuando marcó su amigo Suárez, tras una acción a balón parado, y luego reapareció Andrés Iniesta. Con el manchego en el campo, entre él, Busquets y Leo por momentos se vio ese rondo que caracterizó al gran Barça, incluso ya sin Xavi Hernández en el club. Pero cometieron el error de gustarse mucho y de no matar a un Real Madrid herido y en el que Cristiano no asomaba porque no recibía balones. Messi desperdició la ocasión más clara tras recibir de Iniesta el pase del partido. La cruzó en exceso, algo impropio del todavía Balón de Oro. A medida que avanzaba el choque y seguía la exigua victoria culé, siempre cabe esperar alguna de los campeones de Europa. Apareció al fin Cristiano para cabecear un centro muy pasado, pero despejó más que remató. No era ni mucho menos su día. Pero casi al final apareció Sergio Ramos. Les suena de algo esta película.

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