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Ramos (i) cabecea ante los defensas de la Real.
La indolencia del Madrid resucita a la Real
Segunda jornada

La indolencia del Madrid resucita a la Real

Con un equipo desequilibrado y sin respuesta desde el banquillo, sufrió una remontada que dejará secuelas

Ignacio Tylko

Domingo, 31 de agosto 2014, 00:56

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El Real Madrid completó en Anoeta uno de los mayores ridículos de los últimos años y cosechó una derrota sonrojante que puede dejar secuelas a lo largo de la temporada y señala a jugadores como Isco, James o Benzema, cuya indolencia en San Sebastián es de todo punto injustificable. También quedó patente que Kroos es extraordinario para construir pero muy flojo para destruir. Y provocará un sinfín de críticas al presidente, Florentino Pérez, y al técnico, Carlo Ancelotti, por la salida de Di María y de Xabi Alonso. Resulta inexplicable que el equipo más rico del mundo se presente en la segunda jornada con un banquillo menor y su entrenador tenga que recurrir a Khedira y a Arbeloa para frenar la sangría ante un adversario de poco fuste que venía de hacer el ridículo ante el Krasnodar ruso en la previa de la Europa League.

Enorme mérito la remontada de la Real Sociedad, que fue creciendo a medida que el rival desaparecía y se agarró al talento de jugadores como Xabi Prieto y al arrojo y llegada de Zurutuza, pero el duelo deja la sensación de que el campeón de Europa resucitó a un muerto. Cuando a los 10 minutos el Madrid ganaba 0-2 y arreciaban los abucheos desde la grada para los locales, era inimaginable pensar en el triunfo 'txuri urdin'. Y más en cuatro goles que siembran más dudas aún sobre Iker Casillas, lastimoso en todas las salidas.

Ancelotti presentó un once muy ofensivo, desequilibrado pero ideal para encontrar espacios, combinar y percutir sobre una zaga donostiarra endeble, distraída y con las dudas que provocan los pésimos resultados. Perder en Eibar y caer a doble partido frente a un rival desconocidos son afrentas para una afición que silbó al técnico Jagoba Arrasate cuando su nombre y apellido se anunciaron en los prolegómenos por la megafonía.

El fútbol moderno deja estampas odiosas para los viejos románticos. El traje naranja fosforito de Iker Casillas, el rosa chillón de las camisetas del Real Madrid, el verde de los árbitros y las botas multicolores, compusieron un curioso un cuadro vanguardista. Pero más por el buen juego que por el color de su indumentaria, sólo se veía a un equipo en Anoeta cuando se abrió este choque extrañísimo. El comienzo animó a pensar en una goleada humillante para los locales, mayor incluso que ese 0-4 del curso pasado en un duelo en el que los de Ancelotti se presentaron con varios suplentes.

Defender con la mirada

Kroos era entonces el timón de un grupo que manejaba a su antojo los tiempos y los espacios. Los vascos no creían en sí mismos. Sin intensidad, sin espíritu de sacrificio y defendiendo con la mirada en las acciones de estrategia, no había nada que hacer. A los cinco minutos, Ramos cabeceó sin oposición y de forma espléndida un saque de esquina bien tocado por el alemán. Poco después, Gareth Bale firmó un gran gol, con caño incluido y remate sutil. Jugó el 'Expreso de Cardiff' por su perfil natural, con Jamés en la derecha.

El partido parecía un paseo triunfal para los visitantes, que gozaron de mas ocasiones. Ya antes del segundo tanto, Ramos, imponente en ataque, había lanzado un golpe franco al larguero. Marcelo pudo anotar dos veces, Kroos se encontró con el pie salvador del portero y el desasosiego de los guipuzcoanos alarmaba a su parroquia. Benzema estuvo a punto de ganarle a Zubikarai tras una cesión que más bien era un regalo envenenado más típico de alevines que del fútbol de élite. Ancelotti disfrutaba, feliz en su banquillo, y Arrasate sentía la presión de una grada indignada. No le llegaba la camisa al cuello.

De pronto, empero, los madridistas se desconectaron por completo. Isco y Jamés no trabajaron en la recuperación, Benzema y Bale se quedaron arriba, Kroos no encimó y Modric no podía contra todos. En un córner, el Madrid volvió a errar como en la Supercopa ante el Atlético, ya que permitió una prolongación y el remate de Iñigo Martínez. Y sólo seis minutos después, De la Bella avanzó sin oposición y su magnífico centro lo remato Zurutuza, que a continuación sufrió un choque violento con Marcelo que le dejó groggy.

Los goles dieron alas a los donostiarras, que en la segunda mitad sacaron los colores a un rival indolente. Otro partido, otra afición y otros rostros en los banquillos. Nadie corría en el Real Madrid, salvo Carvajal y Ramos. Todos miraban y pedían el balón al pie. Casillas evitó el gol con la puntera tras no salir y permitir el cabezazo de Agirretxe. Fue valiente Arrasate al apostar por Canales y Carlos Vela. Entre el cántabro y Xabi Prieto fabricaron una jugada espléndida que culminó Zurutuza. Ancelotti no tenía recursos en el banquillo. Un chiste. En otro córner, un drama para el Madrid, Vela consumó una remontada impensable.

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