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Los jugadores del Sevilla celebran el título de Europa League.
El enigma del Sevilla en el nuevo siglo
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El enigma del Sevilla en el nuevo siglo

Con la conquista de un nuevo título, el club no olvida los malos tiempos vividos hace poco más de una década, cuando estuvo cerca de ser descendido en los despachos a Segunda B

Luis F. Gago

Jueves, 28 de mayo 2015, 18:20

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Hace un mes y medio, el periodista Enric González escribió un artículo para el diario El Mundo titulado «¿Por qué se desjodió el Sevilla?». El escritor catalán resumió en algunas líneas la trayectoria ascedente del equipo andaluz desde que en verano de 1995 los despachos lo relegaron a la B. Una llamada de Felipe González y la influencia de un reputado periodista, ya jubilado, evitaron males mayores. Por ese motivo muchos se preguntaban por qué un equipo casi desahuciado a finales del siglo XX, ahora es el nuevo rey en el XXI.

Los aficionados de a pie salieron en masa a las volcánicas calles sevillanas en el infernal agosto hispalense. Estos hinchas lo hicieron mientras que uno de los directivos que había provocado aquella situación estaba de vacaciones improvisadas en Eurodisney. Designios de la vida, fue la misma persona que hoy día desde la cárcel responde con melancolía al artículo de Enric González con una palabra: «Yo».

José María del Nido cogió a los andaluces en Segunda con los acreedores apremiando para que vendiera el Sánchez Pizjuán. Decidió bajarse del avión y dar el control a un antiguo portero que había contribuido con su propio infortunio a esa situación. Monchi dijo en una salida de los vestuarios en 1997: «Algún día devolveré al Sevilla todo lo que le he quitado hoy». Lo cumplió sobradamente desjodiendo aquel entuerto creado. Empezó a construir la nueva historia caminando por el desierto como todo soñador que busca el Paraíso perdido de John Milton para encontrarse un día de invierno con Unai Emery.

«Lo que le hacen al Sevilla me lo hacen a mí», dijo el de Hondarribia durante la celebración del nuevo título para desviar la atención permanente sobre su futuro. Con la consecución de la cuarta UEFA, la mitad de ellas gracias a su obra, es el nuevo Mesías del sevillismo. Incluso alguno de esos nuevos emeristas pareció gritarle: «Gracias por arreglar a nuestro equipo». Lo hicieron muchos de los presentes al tiempo que miraban al cielo recordando a alguien que ya no estaba allí pero sí lo estuvo en el infierno que fue 1995. Dos décadas después, en un jueves de Feria un gol de Antonio Puerta cambió la historia moderna rojiblanca. Un joven que una vez fue un niño caminando junto a su abuelo y otras 60.000 personas por unas calles repletas mientras imaginaba cómo desjoder en el futuro aquella situación.

Celebración con los niños enfermos

En el día posterior a la consecución del cuarto entorchado europeo, la mitad de los sevillanos salieron a las calles sevillanas para celebrar la alegría y no las penas de antaño. Una vez más se trataba de admirar un nuevo hito de la entidad centenaria hispalense. Decenas de miles de personas esperaron pacientemente bajo el calor primaveral sevillano a la llegada de sus nuevos hérores. Los futbolistas tuvieron el detalle de empezar la carroza de la victoria en el hospital San Juan, donde ofrecieron el título a los niños enfermos de dicha institución que no pueden compartir la gloria conseguida sobre el asfalto.

Tras esta visita obligada, la otra parada cargada de simbolismo fue la Puerta de Jerez, lugar de celebración oficial de los sevillanos. Aquí los jugadores, cuerpo técnico y directivos dieron rienda suelta a su imaginación. Agradecieron al público su apoyo desde la distancia, pero hubo dos protagonistas claves a lo largo de toda la fiesta. Uno fue Sergio Rico, protagonista inesperado de esta UEFA, canterano que en verano estuvo cerca de ser vendido y que en dos meses ha pasado del Sevilla Atlético a ser campeón de Europa y estar en la lista de Vicente del Bosque con la selección absoluta. «Un sueño del que no quiero despertarme», repite, desde la mágica noche europea con lágrimas todavía en los ojos, el cancerbero sevillano. El otro gran reclamo de la afición fue, como no podía ser de otro modo, Unai Emery.

La legión de seguidores del vasco es incalculable. Si la decisión del guipuzcoano de quedarse en tierras hispalenses o marcharse a otros lugares dependió de lo vivido durante la celebración, la respuesta del sí, quiero que Monchi lleva esperando algunos meses está cerca de ser dicha. Al de Hondarribia le dedicaron canciones personificadas en él, le reclamaron una firma de contrato que deje de tener en vilo a toda la afición y lo abrazon siempre que pudieron pillarlo desprevenido. «Sois grandes, la mejor afición del mundo», accedió a decir cuando le aproximaron un micrófono. Fue lo máximo que consiguieron sonsacarle. Habrá que esperar en las próximas semanas cuál es el camino que emprenderá Emery. O la continuación con un proyecto de Champions o la búsqueda de nuevas aventuras llenas de sorpresas.

La fiesta acabó el estadio, reconvertido una noche más en santuario sagrado del sevillismo. El himno del Arrebato, reconocido en cada rincón del mundo, fue escuchado por el Giraldillo que desde lo alto de la Giralda volvió a presumir orgullosa del equipo que abandera el nombre de su ciudad.

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