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Rakitic y Keita, en la ida.
Desmontando a Unai Emery
FÚTBOL | liga europa

Desmontando a Unai Emery

Valencia y Sevilla se enfrentan en la vuelta de una semifinal cargada de tensión tras la polémica arbitral vivida en el Sánchez-Pizjuán

Luis F. Gago

Miércoles, 30 de abril 2014, 23:19

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Alineaciones probables

  • Valencia Guaita, Barragán, Javi Fuego, Mathieu, Pereira, Bernat, Romeu, Parejo, Feghouli, Jonas y Vargas.

  • Sevilla Beto, Coke, Pareja, Fazio, Alberto Moreno, Vitolo, MBia, Iborra, Reyes, Rakitic y Bacca.

  • Árbitro Milorad Mazic (Serbia).

  • Hora 21.05 (TV

Bien es sabido que no hay nada peor para un entrenador que ser perseguido por una leyenda urbana que se convierte en dogma cuanto más se extiende en el tiempo. Es lo que le sucede a Unai Emery, actual entrenador del Sevilla y ex del Valencia, dos clubes que este jueves se enfrentarán en el duelo definitivo (21.05, Cuatro) para dirimir quién representará a España en la final de la Europa League en Turín. Persigue al guipuzcoano desde hace tiempo un mal característico de la sociedad globalizada actual: las grandes tecnologías provocan que se lancen rumores y fábulas negras sin ton ni son sobre una persona concreta. En concreto, al vasco se le atribuye una especie de mala suerte o, mejor dicho, de pésima praxis a la hora de afrontar partidos importantes. Sobre todo en los casos de semifinales, de cualquier competición, que ha tenido el privilegio de afrontar y disputar como técnico. Parece, según dictan dichas habladurías, que el ahora sevillista ha estado en múltiples ocasiones a un paso de alcanzar la ansiada final y siempre tropezó en ese camino ante la misma piedra.

La realidad es bien distinta. Sólo ha combatido por tal puesto de honor dos veces. Y fue en el mismo año. En su última temporada en el Valencia, la 2011-12, alcanzó las semifinales de Copa y Europa League siendo eliminado, respectivamente, por Barcelona y Atlético de Madrid. Oportunidad perdida que engendró la apocalíptica sensación de que Emery no era capaz de alcanzar cotas elevadas. Empero, pocos recuerdan que llevó a un Valencia al que cada año le quitaban sus estrellas a entrar por vía directa en la Champions, como tercero, mientras sólo equipos de la talla del Chelsea eran capaces de contrarrestar la estrategia planteada desde principios de campaña por el de Hondarribia en la máxima competición. Desde que debutara con el Lorca pasó en sólo tres años a rozar la clasificación europea con el recién ascendido Almería, mientras que sus posteriores eliminaciones en octavos o cuartos fueron fruto de las mismas carencias y virtudes que cualquier otro preparador haya podido tener durante una exitosa carrera deportiva. Sinsabores y mieles.

Pese a que a los números dan la razón a Unai, a este se le sigue preguntando en cada entrevista por esa estela negra que lo acompaña en partidos de gran relevancia. Sin embargo, él contesta con otro interrogante a sus más allegados: para llegar a unas semifinales o unos cuartos, hay que pasar antes con éxito partidos igualmente importantes, ¿verdad? No busca vivir del recuerdo un nervionense de corazón puro que quiere desquitarse de tal verborrea pública. Se toma el choque frente a su antigua casa como un reto personal. Igual que un torero que no ha rezado lo suficiente antes de saltar a la arena, la única manera de acallar rumores infundados sobre su falta de temple a la hora de entrar a matar es hacer una faena para recordar en futuros compromisos.

Tiene la oportunidad de oro en Mestalla, delante de un público exigente, que le silbaba incluso cuando quedaba sólo por detrás de los dos monstruos económicos que eran y siguen siendo Madrid y Barcelona. El mismo respetable que continúa lamentándose con lágrimas de barro en cada esquina de Valencia por el arbitraje sufrido en la ida. Esperan que ahora todo sea distinto con Milorad Mazic. Un serbio con mucha brega en estos lances y que estará en el Mundial de Brasil. Es el combate por ajustar viejas cuentas. Ni rumores ni los llantos deciden las eliminatorias en el día más importante del año.

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