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Messi saluda a Courtois tras el partido. Reuters
Posesión sin remate, el viejo problema del Barça
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Posesión sin remate, el viejo problema del Barça

Iniesta y Messi evitaron la derrota en Stamford Bridge y el 1-1 da una ventaja al equipo azulgrana, pero Valverde necesitará más ideas y pegada en las batallas que se avecinan, porque el planteamiento del Chelsea funcionó

P. Ríos

Barcelona

Miércoles, 21 de febrero 2018, 16:27

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El Barça volvió satisfecho de Londres por el 1-1 que le permitirá arrancar con una pequeña ventaja el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones el 14 de marzo en el Camp Nou: el Chelsea necesitará marcar y no podrá repetir el planteamiento de Stamford Bridge, "un partido de balonmano", como lo calificó Rakitic, en el que el equipo azulgrana tocó y tocó sin encontrar huecos en la ordenada e intensa defensa de Antonio Conte, con hasta nueve jugadores protegiendo a Courtois y Hazard esperando poder cazar un contragolpe al que se sumaban dos balas como Pedro y Willian.

Pero ni Ernesto Valverde ni sus jugadores pueden estar contentos porque al equipo azulgrana le faltó poco para sumar otra derrota sin goles a las de los desplazamientos de los tres últimos cruces europeos en eliminatorias: 2-0 ante el Atlético en cuartos del curso 2015-16, 4-0 contra el PSG en octavos de la 2016-17 y 3-0 frente a la Juventus en cuartos de la 2016-17. El gol de Willian a la tercera, tras dos postes del brasileño, con sólo un 27 por ciento de posesión, descubrió que el Barça sigue sin ser un equipo contundente en las grandes citas continentales. El gol de Messi, que por fin marcó contra el Chelsea tras ocho enfrentamientos, le dio vida tras el gran pase de Iniesta, pero no esconde que fue el único tiro a portería del Barça pese a disponer de un 73 por ciento de infructuosa posesión. Hubo otro lanzamiento de Luis Suárez sin ángulo que despejó Courtois para prevenir, pero que ya iba desviado.

Lo de dominar los partidos sin rematar no es un problema nuevo. Más o menos así perdió fuerza el Barça de Pep Guardiola en su última temporada 2011-12, precisamente con un KO ante el Chelsea en semifinales, y fue uno de las características de los equipos de Tito Vilanova y Tata Martino en las siguientes Ligas de Campeones. Los rivales conocen de sobras la forma de jugar del equipo azulgrana y poblando de jugadores muy físicos el juego defensivo interior complican el fútbol entre líneas de Messi. Luis Enrique le dio la vuelta al asunto a costa de sacrificar un punto de control: partidos más rotos que invitan al rival a desdoblarse en ataque dejando más huecos para Messi, Luis Suárez y, entonces, Neymar. Salió bien con el título 2014-15, pero el plan se acabó viciando y un Barça con mucha distancia entre líneas acabó siendo un chollo en Europa para Atlético, PSG y Juventus.

Con Valverde ha vuelto el orden, las líneas juntas, los ataques pausados evitando riesgos, buscando con paciencia un hueco en las líneas enemigas, pero a veces no basta. Messi tiene que bajar a la mediapunta para dar el mejor pase y Luis Suárez se queda como única referencia arriba. Demasiado fácil de controlar. Todo el mundo espera ya el previsible pase a Alba como único argumento. La recuperación de Dembélé debería dar profundidad en la banda derecha, pero el técnico y sus jugadores se sienten cómodos con el 4-4-2.

Hasta que llegue ese partido de vuelta contra el Chelsea, el Barça no puede fallar en Liga ante Girona y Las Palmas antes de disputar una 'final' por el título el 4 de marzo en el Camp Nou contra el Atlético. Otro 'Chelsea' por intensidad defensiva, calidad en el contragolpe...

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