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Piqué celebra un gol.
Piqué resuelve un duelo sin alma
Fase de grupos

Piqué resuelve un duelo sin alma

Piqué anotó el único gol del partido

Nacho Bolívar

Miércoles, 17 de septiembre 2014, 00:13

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En un aburrido encuentro con más pinta de ser un bolo de pretemporada que de la lustrosa Liga de Campeones, un Barça experimental se deshizo con el mínimo esfuerzo de un Apoel muy bien organizado atrás pero incapaz de generar peligro al debutante Ter Stegen, que sólo tuvo que realizar una intervención meritoria ya en el descuento. Más allá de la victoria, lograda gracias a un gol del discutido Piqué en una acción de estrategia, y del rodaje adquirido por los canteranos, pocas conclusiones se pueden extraer de este estreno de Luis Enrique como entrenador en la máxima competición continental.

La sucesión de partidos a partir de ahora y, sobre todo, la debilidad del campeón chipriota, animaron al preparador asturiano a rotar sin miedos. Salió con el joven guardameta alemán, aunque en realidad este duelo unidireccional lo hubiera podido jugar el Barça casi sin portero, con Bartra en el centro de la defensa junto al discutido Piqué, y con una curiosa mezcla en el centro del campo. Dio galones a al desgastado Xavi, titular por primera vez este curso y presente durante una hora insulsa, pero le puso cerca a dos chavales de la inagotable Masia, frescos y de muy buen manejo.

A Sergi Roberto se le conoce bastante. Su calidad es indiscutible pero le falta participar más en el juego, tener más continuidad y ser algo menos tímido sobre el campo. Actuó más liberado de presión que en otras ocasiones y esta vez se empleó con desparpajo. De Sergi Samper hablan maravillas en Barcelona. Lleva en el club desde los seis años, fue un gran tenista hasta edad infantil y es una mezcla entre el equilibrio de Busquets y el toque de Xavi, sus dos ídolos. Le comparan incluso con Guardiola en versión moderna y con más recorrido. Habría que verle en otros compromisos de más enjundia para poder juzgar porque el Apoel nunca inquietó.

Luis Enrique insistió en Munir, ya mucho más que un experimento porque el de Galapagar disfruta de una continuidad inusitada, y juntó a Messi con Neymar después de tres suplencias del brasileño. Es una maravilla poder disfrutar de las asociaciones de estas dos estrellas que se buscan y se encuentran más que el curso pasado porque el paulista está más adaptado y el rosarino más enchufado.

De la calma al bostezo

Los culés se lo tomaron con tanta calma que causaron tedio. Se apoderaron del balón, pisaron el campo contrario y trataron de madurar a los chipriotas a base de toques. Jugaban de forma académicamente correcta pero les faltaba intensidad y ritmo para penetrar entre las filas enemigas. Por lo que se le vio en el Camp Nou, el Apoel de Nicosia tiene casi imposible repetir la gesta de hace tres temporadas, cuando se plantó en cuartos de final de la Champions y cayó eliminado por el Real Madrid.

Luis Enrique: «Los jugadores no son máquinas»

  • «Hay dificultades en partidos así porque siempre cuesta ante rivales muy replegados atrás y los jugadores no son máquinas, ya que necesitan estar finos, frescos y tener soluciones» dijo Luis Enrique al término del exiguo triunfo ante el Apoel chipriota. «Tenemos que analizar y valorar bien el partido para mejorar cuestiones tácticas y encontrar diferentes formas de penetrar», añadió el técnico del Barça, decidido a rotar siempre que lo vea conveniente «en función del calendario, de las necesidades del equipo o del rival».

  • El preparador asturiano se detuvo en los dos debutantes y se mostró satisfecho de su rendimiento. «Sergi Samper estuvo sobresaliente. No es fácil estrenarse en el Camp Nou y se le vio con personalidad y tranquilo. Tiene mucha calidad. Y Ter Stegan tuvo poco trabajo pero se mostró acertado y en su sitio cuando debió intervenir», explicó. Por último, Luis Enrique dejó claro que no tiene un portero para cada competición sino «tres grandes guardametas».

A pesar de la importancia del bloque de portugueses y brasileños, se trata de un equipo menor que debe centrar su objetivo en robarle puntos al Ajax en sus duelos directos para intentar pelear por ser tercero y jugar luego la Europa League. No se le puede exigir mucho más y tiene gran mérito la derrota mínima, pero salió tan atrás que en algunas fases sus once jugadores rondaron el área propia. Ni el Inter de Mourinho jugó tan pertrechado en este escenario que suele asustar a los pequeños.

Pese su indiscutible dominio, el Barça no disfrutó de muchas ocasiones en el anodino primer tiempo. Abrió la lata a balón parado, tras una falta lanzada con rosca hacia adentro por Messi y bien cabeceada por Piqué, que no lo celebró con demasiada alegría, ni quiso aprovechar la coyuntura para reivindicarse. Urko Pardo, portero formado en la cantera del Barça pero ya asentado en el fútbol chipriota, sólo tuvo que lucirse para desviar un disparo de Messi, tras combinación con Neymar.

No cambió la dinámica en el segundo período y el público se impacientó porque pensó que un gol del rival puede llegar hasta de carambola. Luis Enrique buscó algo más de movilidad y desborde al situar a Iniesta por Xavi y luego a Sandro por Munir, que se marchó ovacionado tras anularle un gol por claro fuera de juego. El partido era tan soso que el público empezó a silbar a los azulgrana justo antes de que Messi lo intensase desde fuera del área y su tiro saliera con dirección hacia fuera de banda. Rafinha puso algo más de ritmo pero al final el Barça pidió la hora.

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