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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
El artista y activista chino Ai Weiwei. Efe
Ai Weiwei: «El problema de Cataluña se arregla con diálogo y no con represión»

Ai Weiwei: «El problema de Cataluña se arregla con diálogo y no con represión»

El artista y activista chino denuncia en el documental 'Marea humana', presentado en la Seminci, el drama de los refugiados tras visitar cientos de campamentos en todo el mundo

OSKAR BELATEGUI

Valladolid

Lunes, 23 de octubre 2017, 17:39

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Ai Weiwei (Pekín, 1957) se ha pasado un año recorriendo 400 campamentos de refugiados en 23 países y entrevistando a más de 600 personas. Empezó grabando con su iPhone y después se rodeó de un equipo que ha viajado del Kurdistán iraquí a la frontera entre México y Estados Unidos, de la isla de Lesbos a Calais, del Líbano a Birmania, de Afganistán a los hangares-dormitorio del aeropuerto de Tempeholf, en Berlín, ciudad donde el artista chino más influyente de la actualidad vive desde hace dos años.

Más que un documental al uso, ‘Marea humana’ (Human Flow) es una experiencia sensorial con la que su director pretende poner rostro a una catástrofe humanitaria. El filme, presentado en la Seminci de Valladolid y que llegará a las salas el próximo mes de abril, posee imágenes arrebatadoras que demuestran el ojo artístico detrás de la cámara. Weiwei asiste al desembarco de una patera y nos muestra lo primero que hacen sus supervivientes: wasapear su llegada a la tierra prometida. El grupo electrógeno que alimenta los móviles en los campos de refugiados es tan esencial como el agua.

Weiwei utiliza drones para lograr desoladoras imágenes de los campamentos y de poblaciones arrasadas tras bombardeos. Muestra los estercoleros junto a las vías del tren donde esperan quienes sueñan con cruzar una frontera. Salen niños, muchos niños que hace años que no pisan una escuela ni reciben vacunas. De las mantas térmicas para quitar el frío del Mediterráneo pasamos a los campos de petróleo en llamas de Mosul. Miles de chalecos salvavidas amontonados cierran este abrumador recorrido por un drama humanitario que Weiwei contempla a vuelapluma, sin profundizar en los conflictos. El valor de ‘Marea humana’ es testimonial. Exhorta a Europa y constata que vivimos en un mundo cada vez más pequeño.

El artista aparece en el filme a la manera de un Michael Moore poco locuaz, echando una mano a los refugiados e interesándose por su situación. En Venecia, donde estrenó su película, algunos críticos le acusaron de narcisista por chupar plano, pero hay que saber estar atento a los detalles. Como en la escena en que bromea intercambiándose un pasaporte con un sirio: éste lo lleva envuelto en una bolsa de plástico. Protege su posesión más preciada. Poco antes hemos vadeado un río con ellos en una estampa más propia del Far West que de una Europa civilizada.

- ¿Usted se siente un refugiado?

- Nací en 1957, y ese año mi padre fue enviado a la parte rural de China para trabajar limpiando lavabos, en muy malas condiciones. Estuvimos así cinco años, y fuimos ignorados por el sistema por tener otras opiniones políticas y culturales. Mi madre enfermó y se quedó ciega de un ojo. Así que yo me veo en los refugiados, sobre todo en los niños. Hay una cosa que une a todos y es el deseo de vivir, la esperanza de encontrar un trabajo, de dar una educación a sus hijos, la valentía para aguantar el día a a día.

Ai Weiwei es un artista con aureola de estrella del rock. Durante su estancia en Valladolid siempre va acompañado de un guardaespaldas asignado por el festival. En mitad de su encuentro con este diario, se levanta y hace unas carantoñas a su hijo. Adicto a las redes sociales, no para de tuitear y colgar fotos en Instagram, incluido el retrato de cada periodista que le entrevista. «El arte tiene que estar conectado con la política, sino sería superficial», reivindica. «Las personas de países democráticos tienen que participar en la política, ese es precisamente uno de los signos de la democracia. El silencio de los 65 millones de refugiados es una humillación para los que tenemos voz».

- Hay quienes ven en su presencia en el documental una muestra de narcisismo.

-Es una interpretación equivocada. ¿Conoce los tebeos de Tintín? A mí me gustaría ser como él y recorrer el mundo. Mi presencia en el filme obedece a la voluntad de darle un toque realista, porque no es una película de humor negro ni una crónica histórica. Salgo para diferenciarme de, por ejemplo, la prensa de EE UU, que cuando habla de los refugiados lo hace como si ellos fueran los dueños del mundo. Nosotros, cada uno de nosotros, tenemos que participar en el destino del mundo que compartimos. Con mi presencia planteo una postura, una actitud, pero no me siento superior a ellos, me siento uno de ellos.

- ¿El drama de los refugiados es una consecuencia de la crisis del capitalismo?

- Para contestarte a esta pregunta me remitiría a una película, ‘Todos los hombres del presidente’, que hablaba de la investigación que el ‘Washington Post’ hizo del Watergate. Cuando la vi se me quedó grabada la frase de un personaje: si quieres averiguar la razón de algo, sigue el dinero (‘follow the money’). En la crisis de los refugiados los factores políticos son importantes, pero las guerras regionales es imposible que causen más de 60 millones de desplazados. Ahí entran los intereses económicos de cada país. África fue saqueada por Europa y Estados Unidos, y ahora tienen muchos problemas de refugiados. La geopolítica y la lucha constante de economías en todo el mundo, la forma en la que está repartida la riqueza en el mundo, son factores esenciales. ¿Quiénes venden las armas a los países en guerra? ‘Follow the money’.

- En ‘Marea humana’ se cuenta cómo tras la caída del Muro de Berlín se han multiplicado los pasos fronterizos. ¿Las fronteras han contribuido a que haya más refugiados?

- Es irónico. Cayó el muro de Berlín y entramos en un mundo globalizado. Y sin embargo cada vez hay más fronteras. Repito: es algo que tiene que ver con la forma en que se reparten los beneficios las diferentes economías del mundo. Los que están debajo de la pirámide son los que sufren, siempre ha sido así. Todas las guerras y agitaciones sociales hacen que nuestra sociedad sea cada vez más desequilibrada. La contaminación y el cambio climático, los problemas del medio ambiente, todavía reforzarán más esta desigualdad. Será un factor determinante porque aquí no participa ningún país, todos vivimos en la misma Tierra.

- En España, Cataluña quiere constituirse en estado soberano y tener sus propias fronteras. ¿Qué piensa de ello?

- Puede ser que sea un problema histórico que ahora ha vuelto a aparecer. Sea cual sea el motivo, Europa tiene que tener en cuenta que en los países democráticos tiene que haber libertad de expresión y se deben proteger los derechos humanos. Europa tiene que pensar cómo proteger las identidades culturales, lingüísticas y religiosas. Y todos estos conflictos sociales deben solucionarse de forma pacífica, a través del diálogo, no de la represión. Cualquier forma de violencia solo hace que el problema sea cada vez más grave. De momento es posible que el problema se calme, pero a largo plazo volverá con más fuerza.

- Vive en Berlín. ¿Cuál es su relación con China y su Gobierno? ¿Tiene pensado volver a su país a corto plazo?

- Llevo más de dos años en Berlín, aunque siempre he estado fuera, rodando el documental o preparando exposiciones por todo el mundo. Son actividades que el Gobierno chino no me permite realizar en mi país. Me ponen tantas restricciones que en un futuro cercano no me planteo volver. Yo me he visto obligado a salir de China porque existía una amenaza a mi vida. Opté por marcharme a un país del que desconozco el idioma y su cultura. ¿Si pienso regresar a China? Dependerá de sus avances sociales. Todavía allí es imposible expresar libremente tus opiniones, así que, de momento, no pienso volver.

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