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Juan Bautista. :: afp
Una faena exquisita de Juan Bautista en Bayona

Una faena exquisita de Juan Bautista en Bayona

Y una estocada memorablepara tumbar a uno de los toros de nota con los que se estrenaba El Juli como ganadero en Francia

BARQUERITO

BAYONA (FRANCIA).

Domingo, 3 de septiembre 2017, 11:26

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El toro con el que El Juli se estrenó como ganadero en plazas francesas se llamaba Malhechor, negro zaino, enmorrillado, engatillado, poderoso cuello, buenas hechuras y bueno el tranco de salida. Suelto, se fue solo al caballo como si la zona marcada en Bayona para picar fuera su querencia. La cara arriba, protestó en el primer puyazo. Del segundo se escupió. Juan Bautista se había limitado a lidiar, y más empeñoso de lo que es en él habitual, y Paco Ureña quitó por gaoneras, tres, que remató con larga enganchada. Mutación del toro, que se avisó en banderillas y, tras una tanda de doblones, respondió con brusquedad. Tal vez le faltara un puyazo. Pero llevaba la boca abierta. Se puso mirón, se acostó por las dos manos y pegó cabezazos secos sin meter los riñones. El francés trató de ajustarlo en los medios en dos tandas. Nada que rascar con tanta aspereza. Y el don de la brevedad. Fin de faena y una estocada caída.

Al primer tapón, zurrapas. De El Freixo, nombre de finca, la de El Juli en Olivenza, se habían jugado en esta tierra erales y utreros de excelente nota. El cuatreño inaugural, no tanto. Pero la corrida cambió de signo enseguida. De signo y color, porque el segundo, sardo, estrecho y largo, vareado y badanudo, fue en varas bravo sin mácula. Acudió de largo al caballo y peleó con tanta fijeza como ganas. De largo vino al segundo puyazo y galopando con particular alegría. La pelea fue la misma. Cambiado el tercio, todavía estuvo pendiente el toro del caballo y listo para hacer por él. Si no es por toques a punta de capote, y a todos atendía con gesto y mirada, habría vuelto a galopar y a pelear. Salió a quitar Roca Rey, y en el remate de una chicuelina, con el picador en la puerta de cuadras y cuadrillas, el toro volvió a hacer el último amago de arrancarse. También en ese lance se revolvió por la mano izquierda. Ese iba a ser el único debe de la cuenta. Por la mano derecha embistió por derecho y humillado, en viajes largos, de ritmo muy regular y repeticiones prontas. Ureña abrió faena a pies juntos en tanda algo teatral, no terminó de ajustarse en dos tandas en redondo y al ponerse por la izquierda sufrió una cogida tremenda. La impresión fue terrible. Ureña salió desencajado de la paliza, la taleguilla verde oliva tintada de sangre del toro.

FICHA DEL FESTEJO

  • Toros Seis toros de El Freixo (Julián López Escobar)

  • Toreros Juan Bautista, silencio y dos orejas. Paco Ureña, una oreja y dos orejas tras un aviso. Roca Rey, saludos tras aviso en los dos. Picaron muy bien Vicente González y Alberto Sandoval a segundo y cuarto, los dos toros de mejor nota en varas.

  • Plaza Bayona. 2ª de la Feria del Atlántico. Soleado, templado. 7.500 almas. Dos horas y veinticinco minutos de festejo.

Y una reacción conmovedora: vuelta a la cara del toro, un péndulo, cites talonados y frontales con barrigazos aparatosos, un desplante de esa guisa. Un pinchazo, una estocada desprendida al encuentro, rueda de peones y una lentísima agonía del toro, que tardó en doblar más de un minuto y fue apuntillado antes de llegar a echarse del todo. Ureña, inerme, plantado frente al toro medio muerto, le estuvo tocando las palmas. El público acompañó la larga agonía con un coro de palmas de ganso. Se pidió la vuelta para el toro. Se lo pensó el palco lo indecible. La ovación en el arrastre fue de gala.

El contraste entre esos dos toros iba a tener segunda parte. Dos toros negros más, los dos últimos, y dos rubios, un tercero castaño engatillado como el primero, y un cuarto colorado y calcetero, alto de agujas, el más astifino de los seis, recogido o apuntado de cuerna pero no brocho. Los cuatro hicieron de todo un poco o un mucho, pero no todo bueno. El tercero, de muchos pies, sacó calidades mayores de salida -bello saludo de Roca Rey por mandiles- pero después de docena y media de viajes se soltó y acabó rajado. Cuando Roca trató de llevarle la contraria, punteó defendiéndose.

Juan Bautista recibió al cuarto con tres lances de rodillas en tablas y, en los medios, tres verónicas muy despaciosas. Tendría noticia de que el toro era de nota. Lo fue. Galleo de frente por detrás para una primera vara muy medida, un intento de quite de Juan Bautista por crinolinas que el toro no consintió, un segundo puyazo metiendo los riñones, un desafortunado quite de Ureña y una exquisita faena del torero de Arles que rompió desde el primer muletazo, y la primera tanda ligada sin duelo, y fue de ritmo impecable. En la distancia primero, no tan lejos luego y al final bastante encima y en corto, porque el toro hizo gesto de rajarse. Juan Bautista lo mantuvo en las rayas. A la hora de la igualada, pareció afligir el toro, y Juan Bautista esperó. Solo hasta que vio que el toro se volvía a estirar, y entonces lo citó a recibir dándole adentros y enterró por el hoyo de las agujas una estocada memorable. El toro tardó en rodar sin puntilla apenas diez segundos. Se vino abajo la plaza. Juan Bautista fue devolviendo una por una las muchas prendas que le arrojaban desde los tendidos.

El quinto hizo lo que ningún otro: echar las manos por delante, escarbar antes de ir al caballo, arrear en varas pero sin emplearse -desmontó al infalible Pedro Iturralde-, se dolió de varas y en banderillas, cortó y, listo, no paró de roncar. Probón, la cara entre las manos, escarbaduras ya en zona de raje, medios viajes descompuestos en las tablas, donde Ureña se peleó en un tragantón a sangre y fuego, ni un muletazo limpio ni rematado, pero un chorro de emoción porque se estuvo mascando la cogida en cada trance y la gente se asustó. Un aviso antes de la igualada, un pinchazo y, soltando engaño, una estocada sin puntilla. Y, al cabo, un sexto toro que se llevó de Roca Rey suave trato ligero y compuesto pero que quiso tomar el camino de las tablas antes de tiempo. Y lo tomó.

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