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Miguel Ángel Perera metiendo al de Charro de Llen en su poderosa derecha. :: jorge rey
Perera impone su poder en Cáceres

Perera impone su poder en Cáceres

El de Puebla del Prior sale a hombros tras cortar dos orejas en una tarde en la que Cayetano y Emilio de Justo cortaron una

Pepe Orantos

Lunes, 29 de mayo 2017, 08:37

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El tiempo andaba algo revuelto durante todo el día en Cáceres y aunque no parecía que fuera a llover, los alrededores de la plaza evidenciaban que el cartel no era el del sábado y que iba a ser difícil ver un entradón como el del primer día de feria. Sin embargo, la tarde fue templando y el público poco a poco se animó hasta cubrir en casi tres cuartos los graderíos de la Era de los Mártires en lo que, sin duda, ha sido una gran respuesta de la afición cacereña a la afrenta política que les dejó el año pasado sin toros en su plaza.

FICHA DEL FESTEJO

  • Toros.

  • Seis toros de Charro de Llen, nobles y desiguales de raza y fuerzas. Justitos de presencia. Destacó por manso el tercero.

  • Toreros.

  • Miguel Ángel Perera, oreja y oreja; Cayetano, palmas y oreja; Emilio de Justo, ovación y oreja.

  • Plaza.

  • Segunda y última corrida de la feria de San Fernando de Cáceres. Tres cuartos de entrada en tarde nublada y temperatura agradable.

Regresaba Perera a Cáceres tras su última comparecencia con los toros del Capea hace tres años y lo hizo frente al un 'colorao' de nombre 'Mocito' y 465 kilos de peso, abrochadito de pitones al que quitó del caballo por chicuelinas rematadas con una revolera.

Brindó al público antes de iniciar la faena por estatuarios en el tercio y administrar una tanda por la derecha que acabó con el de Charro de Llen perdiendo las manos. Por el pitón izquierdo se quedó más corto y comenzó a protestar todas las embestidas. Aún así Perera acortó las distancias y le aplicó la receta habitual en estos casos que acabó, como casi siempre, con el de Puebla del Prior victorioso en la batalla.

Una tanda de manoletinas sirvió para rematar la faena que tras una estocada le valió la primera oreja.

El cuarto, muy protestado por un público más que escamado por la mansedumbre de su predecesor, se empleó bien en el caballo a pesar de no llegar a convencer a Miguel Ángel Perera, que prefirió no brindar su muerte. Comenzó el pacense la faena por abajo para someter la voluntad del animal y a partir de ahí cambió el toro y la actitud del público.

Se empleó bien por la derecha el de Charro de Llen, hasta el punto de contribuir a una gran tanda en redondo, tras la que Perera procedió a acortar las distancias y poner al astado la muleta muy cerca de la cara para evitarle cualquier intención de imitar a su manso hermano anterior. Por la izquierda el de Puebla del Prior le perdió dos pasos en cada muletazo, hasta ahormar una embestida que contribuyó al lucimiento final de una faena que acabó con una intensa tanda de bernardinas. Un espadazo llevó al toro a una muerte de bravo y a Perera a cosechar la oreja que le abría la puerta grande.

Cayetano Rivera Ordóñez se presentó sobre el albero de la Era de los Mártires vestido de frambuesa y azabache para enfrentarse al segundo de la tarde, un anovillado ejemplar de Charro de Llen, de 470 kilos de peso y de nombre 'Tirano' que mostró poco celo por los capotes y se dolió en banderillas. Comenzó genuflexo el nieto de Antonio Ordóñez para sacar al toro del tercio en el inicio de su faena después de decidir, con acierto, no brindar su muerte.

Un par de tandas por la izquierda sin transmisión alguna fueron lo último que entregó 'Tirano' antes de pararse por completo impedir cualquier lucimiento más.

Cayetano volvió a doblarse con él en el final de faena en una actitud que podría llevar a pensar que quizás el toro hubiera dado más de sí con otra lidia. Un pinchazo hondo y dos descabellos le llevaron a saludar desde el tercio.

'Alcohólico' era el nombre del quinto al que Cayetano se enfrentó en su segundo turno. Un 'colorao' de 480 kilos que perdió las manos en el saludo capotero y partió la vara del picador en su primer encuentro con el caballo. El tercio de banderillas sirvió para que la cuadrilla del torero de estirpe se luciera hasta el punto de acabar saliendo al tercio a desmonterarse.

El de Charro de Llen ofreció otro recital de medias embestidas que apenas permiten a Cayetano ligar un par de tandas mirando al tendido, antes de que torero y público evidencien la poca transmisión del animal que acabó marcando su tendencia a las tablas, cerca de las cuales recibió una estocada atravesada que, sin embargo, fue premiada por el generoso público cacereño con una oreja.

El peor lote de la tarde

Si hay un torero extremeño que se ha ganado el cariño de su público a base de constancia y bonhomía ese es, sin duda, Emilio de Justo. Es imposible oír hablar mal del maestro de Torrejoncillo, que ayer era esperado en su plaza con la ilusión de aquellos que creían que saldaban con él una deuda que arrastraba varios años. La expectación solo pudo compararse con el tremendo fiasco que representó la aparición sobre el ruedo de 'Cantor', que haciendo gala a su nombre se pasó toda su participación 'cantando la gallina' de forma estrepitosa.

Ya en el capote mostró una falta de fijeza más que sospechosa y su pelea con el caballo solo fue un espejismo ante los litros de mansedumbre que estaba a punto de destilar. Emilio de Justo, consciente de la ausencia de bravura ante la que se enfrentaba, puso en liza todo el catálogo de acciones necesarias para administrar a este tipo de astados algo que, como se preveía, tampoco dio el resultado buscado por el torrejoncillano.

Como último recurso, Emilio acortó las distancias, tanto que por momentos se acopló al lomo del de Charro de Llen. Una tanda de manoletinas sirvió para rematar una faena sin sentido por falta de oponente y que acabó con dos pinchazos y una estocada antes de que el maestro acabara saludando desde el tercio.

La historia del último de la tarde, de nombre 'Marismeño' y 490 kilos de peso acabó en un extensísimo puyazo llevado hasta los medios por el empuje del animal y que acabó con toda la gasolina que pudiera llevar dentro el de Charro de Llen.

La entrega de Emilio de Justo, que incluso se había ido a recibirlo a porta gayola, se fue diluyendo en el vaso de la frustración que suponía empotrar todas sus ilusiones ante el muro que formaba la escasez de fuerzas de su opositor, cuya muerte brindó a Fernando Cepeda, apoderado de Perera.

Dos pinchazos y un aluvión de cariño de su público le sirvieron para cortar la última oreja de la tarde de su regreso a Cáceres.

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