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José Asunción, con su violín.
Reguetón para violín eléctrico

Reguetón para violín eléctrico

José Asunción, un músico de formación clásica, arrasa con una versión de cuerda de 'Despacito'. El vídeo ha cosechado 3 millones de visualizaciones

Antonio Paniagua

Sábado, 3 de junio 2017, 00:34

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José Asunción (Valencia, 31 años) vivía trampeando. Es un actor con poca suerte (hasta ahora) que se ganaba la vida a duras penas con apariciones ocasionales en alguna serie de televisión y la presencia esporádica en funciones teatrales. Si otros compañeros de escena sobreviven poniendo copas, él se sacaba un sobresueldo tocando su violín eléctrico en discotecas y eventos. Ejecutaba canciones comerciales y pegadizas. Y lo hacía bien. Para algo tienen que servir 14 años cursando la carrera de violín. Y es que padre de José, todo un melómano, quiso que sus hijos estudiaran música en el conservatorio.

De vez en cuando el violinista publicaba en Facebook vídeos de sus actuaciones mostrando su pericia, pero eran grabaciones feas y desangeladas hechas con el móvil. Un día su representante decidió darle un aire más profesional a todo aquello. Con una buena cámara, filmó a José interpretando una versión al violín de Despacito, el tema de Luis Fonsi y Daddy Yankee, y lo colgó en las redes sociales. Dieron un pelotazo, el vídeo se hizo viral y ya va por más de tres millones de visualizaciones en YouTube. Ahora José Asunción se prepara para cruzar el charco. «Me están llamando para actuar en México, Perú, Chile, Colombia y Argentina. Ahora me voy a Ibiza, lo que tendré que compatibilizar con los viajes que tengo por el mundo», dice José.

Versiones de Despacito hay muchas en la red. Pululan parodias que remedan la voz de Shakira, David Bisbal, Sabina y los Morancos. Pero nadie había dado el paso de ejecutar el tema con el instrumento de cuatro cuerdas. José Asunción se atrevió y salió airoso del desafío. La composición se hizo popularísima. Tanto es así que un día descubrió que un mendigo con trazas de violinista utilizaba su versión para pasar la gorra. El indigente iba con un altavoz que transportaba en un carrito. El tipo simulaba tocar un violín eléctrico que parecía comprado en una tienda de gangas regentada por chinos. Movía los dedos sobre el traste con agilidad y daba el pego, pero no engañó a Asunción, que le afeó el tocomocho. «El tío se sacó 40 euros, el doble de lo que yo cobraba por día en el teatro», cuenta José.

La cosa se había desmadrado en las redes cuando la web de la radio mexicana Bandeando FM difundió el vídeo de marras, que se realizó cerca de la Plaza de España (Madrid), con el templo de Debod de fondo. La replicación del vídeo fue impresionante, hasta el punto de que fue compartido 18 millones de veces en Facebook.

El éxito arrollador del que goza en YouTube le está procurando ofertas insospechadas. Algunas las ha rechazado por consejo de su mánager, Jordi Serra. Una televisión de Miami le planteó participar en un concurso de talentos, pero aceptar la propuesta hubiera supuesto poner al actor y violinista a los pies de los caballos del Risto Mejide de turno. «Habría dado una imagen de advenedizo que no se merece», aduce Serra. Por de pronto está rentabilizando las innumerables visitas a la plataforma de vídeos. Es un dinero que le viene muy bien, pero por cada visionado recibe una parte infinitesimal de la publicidad que genera. «Desde luego no me da para pagarme unas vacaciones en Florida». Con todo, su representante piensa que están al caer los primeros patrocinadores.

Cuando se le pregunta si su composición es mejor que la primigenia de Luis Fonsi, se muestra humilde. «Sería prepotente decir que mejora el original, es algo distinto. Por un lado no tengo letra y por otra utilizo el timbre del violín para llegar a la gente. Sin Despacito yo no estaría haciendo lo de ahora. Dicho esto, hay gente que dice preferir mi pieza».

El intérprete había tocado de manera puntual en orquestas de música clásica, incluso en el Auditorio Nacional. Lo de actuar en salas de fiesta, bodas y eventos surgió por puro azar. «Una vez un amigo me pidió que le sustituyera con el violín eléctrico en una discoteca. En mi vida había hecho algo así. Yo estaba acostumbrado al traje y la pajarita». A diferencia del tradicional, el violín eléctrico carece de caja de resonancia, en cuyo lugar figura una entrada de micrófono.

Quien sabe tocar el violín clásico sabe tocar el eléctrico. Eso no suponía dificultad para José. Lo que de verdad entrañaba un cambio drástico era el público. De tocar ante gente un tanto estirada que evita el estornudo para no molestar, de repente se las tenía que ver con un público deseoso de marcha y cachondeo.

El ejecutante no sería quien es sin su padre, ya fallecido, quien decidió que sus hijos fueran lo que él no pudo ser. Se endeudó varias veces para dotar a su hijo mayor de violonchelo y a José de violín. «Mi hermano tiene un talento espectacular, se lo ha trabajado muchísimo, pero en este país el arte no es muy apreciado», subraya el violinista de Despacito.

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