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Óscar Chamorro

La niña de la calle que llegó a ser la pintora española más cotizada

La Coruña y Barcelona acogen en octubre las dos primeras grandes muestras de la retratista española Lita Cabellut | Afincada en La Haya espera ser profeta en su tierra algún día

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Lunes, 4 de septiembre 2017, 01:06

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 Es la pintora española más cotizada. Pero apenas hay cuadros de Lita Cabellut (Sariñena, Huesca, 1961) en los museos españoles. De Nueva York a Hong Kong, 'celebrities', jeques y magnates se disputan sus gigantescos retratos. Gitana, niña abandonada, mendiga y analfabeta, adoptada y educada en el confort burgués catalán, vive y pinta en La Haya. No acepta encargos «ni del Rey ni de nadie», y se dice «española hasta el tuétano». Con sus muestras el MAC de La Coruña y en la Fundación Vila-Casas de Barcelona siente llegada «mi hora española».

-No ha sido profeta en su tierra.

-No. Y estoy deseándolo. Estamos en el buen camino. Se me conoce más y ahora se verá aquí toda mi obra. Llevo muchos años fuera, pero soy española hasta el tuétano. El cuerpo tiene memoria y lo que somos está en la sangre, en nuestra herencia genética y cultural. Goya, Velázquez, El Greco, Camarón... Comparto con todos mis maestros esa herencia que nos define como artistas y personas.

-Camarón de la Isla, ¿su maestro?

-Quiero pintar como él cantaba: desde las entrañas. No para que se oiga bonito, y suene plácido. Su cante brota de lo más hondo para llegar a lo más profundo de tu ser. Te mira a los ojos. Sobrepasa la piel. Eso es el arte. Si puedo pintar como canta Camarón me muero a gusto. Sabría que he aprovechado todo mi don, todo lo que la vida me ha regalado para mi oficio.

-¿Qué se verá en sus exposiciones españolas?

-La de La Coruña se llama 'Testimonio' y muestra mis entrañas. Dice quién soy ahora, cómo percibo las cosas. La de Barcelona explica mi proceso, la evolución para llegar a lo que se verá en el MAC.

-¿Ha alcanzado su madurez?

-Siento el volcán activo. Que sigue arrojando lava. Creía que era un cliché eso de que los artistas a los 50 y los 60 años tienen un gran momento. He descubierto que es cuando el oficio te da la mayor libertad. Te permite jugar.

-¿Libertad plena?

-Sí. El oficio y la disciplina te dan esa plenitud. Me siento como en una juguetería gigantesca en la que puedo acceder a todas las plantas. Recorrerla como quiera.

-Fabrica pigmentos y pócimas y transforma la realidad. ¿Eso es alquimia?

-Sí. Aspiro a transformar en belleza todo lo que veo. Cuando era muy pequeño mi hijo me dijo: 'Mamá, no te dé vergüenza; a mí me lo puedes contar. ¿Verdad que eres una bruja blanca?'. Yo cocinaba cola de conejo, un pegamento especial necesario para mi técnica. Eso es también es alquimia. Me gusta pensar que soy una doble alquimista.

-Y una contadora de historias, dice.

-La pintura es para mí un medio de expresión muy amplio. Retrato sentimientos, ideas, un carácter humano. No personas. Jamás aceptaría hacer retratos por encargo. Ni del rey ni de nadie.

-¿Por qué?

-Me interesa la historia, el poema, la prosa que hay detrás de un rostro. Eso es en el lienzo en lo que acostumbramos a percibir como retrato, pero los grandes artistas nos han enseñado que el retrato literal no es lo relevante. Goya se aburría como un pato disecado con retratos que eran ejercicios de oficio. Cuando se mete en el personaje, en su compromiso social, en la crítica del momento que vivía, el retrato se convierte en arte. El buen retratista muestra lo que el modelo no quiere que veamos. Ve más allá de lo que el ojo percibe. Retrata lo invisible. Los humanos funcionamos con patrones, y esos patrones retratan a miles de personas a través de un modelo.

-Desde la cima, ¿está preparada para el fracaso?

-Claro. Es cotidiano. Cada vez que entro al estudio siento el pánico. Si un cuadro me enamora creo que seré incapaz de hacer otro igual. Se triunfa encadenando fracasos. Si el fracaso no es el termómetro de tu exigencia, nunca tendrás la sensación de superación. ¿Fracasar es que el exterior te rechace? Si estás pendiente de eso, no estás haciendo algo bueno, esencial. El arte es una necesidad vital. Si no es así, si es una necesidad económica, el fracaso es total.

-Con casi 40 años de carrera, ¿sabe para qué sirve el arte?

-Para conmover. Para hacer feliz a la gente. Para conversar en silencio. Para hacer ruido sin violencia.

-¿La mejor obra está por venir?

-Hoy he pintado mi mejor cuadro, me digo a menudo. Enseguida me desencanto. Hay que desenamorarse de lo que hiciste para entregarte de nuevo. El artista debe ser infiel a sus obras. Traicionar a la última para ser fiel a la próxima. Abandonar lo que has hecho para entregarte como un buen amante.

-Las pintoras, pocas y ninguneadas. ¿Todo sigue igual?

-Seguimos en minoría, pero cada vez más presentes, como en todos los ámbitos. Tenemos más aceptación pero no estamos donde merecemos. Es alentador ser más, con más nivel y más fuerza. La aspiración es la igualdad, irremediable aunque tarde cien años, porque es inteligencia y comprensión.

-¿Ser gitana qué aporta su obra?

-Todo. Los gitanos morimos sin libertad. Y el artista que no es libre está muerto. Hay que liberarse de las influencias, del dinero, del fracaso y del éxito. Estar dispuesto a vivir y morir en el mismo día. A morir cada noche para vivir al día siguiente.

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